22 de febrero de 2011

Huellas Almicas

Un hombre de espaldas.

Una rueda estática.

Un ciclo de karmas.

Una casa que respira.

Un Cerro Macho que invita.

Neutralizar la agresión.

No morir extranjera a la esencia.

Amar la verdad.

Defender la sinceridad.

Ser testigo de contextos paralelos.

Tener ojos hasta en los pies.

Tener oídos en cada dedo.

Arco Iris en la mirada.

Mariposas en el Alma.

Descubrir el sincronismo exacto de la existencia.

Florecer en la perfección.

Ser en el instante infinito.

Cultivar la conciencia.

Comprender lo cíclico.

Aceptar las responsabilidades;

y sobre todo hacerse cargo de vivir.

Expandir los horizontes.

Aventurarse hacia los océanos internos.

Los que estamos despiertos vivimos un sueño en común;

los que están dormidos sueñan un mundo privado.

Intuir que lo esencial es completamente invisible a los ojos;

voluble, sutil e infinito.

Alguien dijo alguna vez que lo que llamamos coincidencias,

en realidad son las huellas dactilares de Dios.

Brian Weiss

N.P.S

22/02/11

La vuelta dentro de uno mismo en ochenta vidas

Julio Verne hizo famosa la novela “La vuelta al mundo en ochenta días”. Ese titulo apareció instantáneamente en mi mente cuando me encontré con una vieja vuelta al mundo, que parecía abandonada, en plena ciudad de Córdoba capital.

Intuí un mensaje allí, sus carros oxidados estaban susurrándome algo.

Pensé entonces, cuantos días eran necesarios para dar la vuelta completa dentro de uno mismo. Tal vez ochenta vidas sean pocas, míseras, insignificantes en el océano infinito que nos acuna en su vaivén.

Que aventura apasionante, y que gran desafió, son los viajes internos. Más aun cuando están impulsados por viajes externos. Todo se entrelaza, se asocia, se teje con un hilo invisible que a veces nos da pavura visualizar con ojos humanos.

Que corto, pero sinuoso, es el camino de la mente al corazón.

Sin duda no es para cualquiera; pero todos podemos aventurarnos con valentía.

Que inmenso y noble, es el del corazón al Alma.

Hay que remar contra las corrientes más fuertes, las impuestas por el mundo externo y esas montañas gigantes que nosotros mismos levantamos, como defensa ante lo desconocido.

Que alas inmensas logramos emplumar cuando aceptamos lo que la vida nos va depositando en el camino, cuando dejamos fluir desde el pulso, cuando nuestra intención es noble como la de un niño.

Que liviano se eleva uno cuando deja ir con amor y sin rencor, cuando ayuda sin intereses, cuando ama sin amarras.

Cuando descubre el sabio y complejo; desapego.

Y ahí esta la muerte, maravillosa Maestra, para demostrarnos que todo desaparecerá y que es necesario que así sea para que los ciclos sean dinámicos y eternos, como lo son.

Para hacernos entender que la esencia permanece, la energía se transforma y que todos nos volvemos a encontrar en otros envases, en la rueda de la vida.

Insiste. ¿Cuanto tardara la vuelta al mundo interno?

Serán años, vidas, roles, sexos, religiones, razas, etapas, muertes y nacimientos.

¡Pero vale la pena experimentar como seres espirituales esta experiencia en envases humanos!

Aunque nos pese el cuerpo y se nos oxide, aunque el mundo sea remediablemente injusto, aunque se nos desarme el corazón de dolor, aunque todo perezca...la vida es un regalo, un milagro que merece ser vivido desde el Alma.

Cuanto más amor seas y sientas, menos vueltas habrá.

La rueda frenara en ese punto perfecto donde todos nos u

nimos en comunión a la luz infinita de la que estamos hechos.

Amar incondicionalmente y entregarse al destino; confiar en la bendición de poder respirar cada mañana en este sorprenderte planeta Tierra.

Agradecer.

N.P.S

Febrero 2011

7 de febrero de 2011

Escuchando en el silencio


Un pueblo con dolor.

Cuando lo que late no es solo el corazón.

El pan duro de aquel perro ahorcado por una soga y los ojos rojos del cielo, únicos testigos.

El frío sin reparo, los dientes resquebrajados.

La soga corta, la libertad vespertina.

Las manos de barro, los pies de cielo y un pueblo que tiene hasta el Alma de Adobe.

Pequeños hogares que destilan olor a humildad. Miradas tristes, cabezas gachas y la voz se les convierte en un hilo finito como su esperanza.

Ella siempre decía lo que aquella canción le enseño: Dicen que viajando se fortalece el corazón. Yo mas bien considero, a partir de mi experiencia personal, que el corazón se ablanda, se vuelve poroso al entorno. Uno se convierte en un receptor que absorbe todo. Y cuando digo todo no hablo solo de los 5 sentidos, no hablo de las 24 hrs. de un día, ni del titilar de las estrellas. Digo TODO como un absoluto que parece inabarcable y de hecho tal vez lo sea, pero es tan infinito e intenso que uno siente fusionarse en cada paso y cada sensación. Reaprender a vivir sea donde sea, lidiar con lo que hay, arreglárselas. Reacomodarse, desprendender de lo cotidiano, desapegarse de lo innecesario, VIVIR EN EL PRESENTE, en el ahora, en el tic tac de cada segundo. Ese es uno de los mejores regalos y enseñanzas de este viaje. No importa ayer, no importa mañana, importa donde duermo ahora, que como ahora, si tengo frío ahora.

Los viajes son una enseñanza perfecta de lo que es la vida. Es como un microcosmos de experiencia.

No hace falta escribir cuando el silencio habla.

El silencio de este pueblo resume todo.

N.P.S

30/01/11

Yavi-Jujuy

Lo mío, lo nuestro, lo de todos

…necesitaba un poco de lo mío así que puse el soundtrack de diarios de motocicleta, ese son tan familiar, y me senté a escribir frente al cerro de los siete colores, en Purmamarca, provincia de Jujuy. No puedo dejar de pensar en Ernesto, en su lucha, en lo que hizo, intento, logro y fracaso. La revolución, hermana. ¡Mi hermano, como te extraño Santi! Nuestras charlas infinitas sobre el mundo, los ideales, el amor y la muerte. Como quisiera hermano convidarte un mínimo reflejo de este imponente paisaje que me rodea y que precisamente AHORA me esta haciendo llorar sin poder parar, sin entender bien porque estoy tan conmovida. Hoy subí un cerro de un par de metros y apenas llegue, con el corazón en la boca, dije: “Y Ernesto era asmático” y me desplome de cabeza contra la tierra con los ojos hacia el cielo. Esos momentos son mágicamente infinitos.

Y ahora, tan lejos de todo y tan cerca de otras realidades, no se que extraño o que busco. Observo el cerro de los siete colores parece pintando y tallado por el mejor de los artistas y de hecho, lo es. Después la gente se pregunta donde esta Dios o le pide señales ¿Cuántos ojos hacen falta para diluir las dudas, los cuestionamientos, los enredos y dejarse asombrar por los espectáculos que la Pachamama nos entrega? Esa, considero, es la verdadera iluminación. Tomar conciencia de que cada partícula de vida es una partícula de amor de la que somos parte, en La Quiaca o en Ushuaia, siempre.

Dejarse asombrar por el milagro de la existencia, es iluminación.

Retomando, decía, cuanto extraño a Santi. Creo que elegir un buen compañero de viaje es esencial; imprescindible. Tal vez, y es un hecho ya, uno antes de partir tiene ciertos objetivos que luego son dinámicos con el devenir de lo imprevisto. Pero sé que con Santi, no habría estos baches de soledad que me enfrentan con la realidad de frente. O si, pero desde otro lado y contando con su compañía, una soledad acompañada como la que solemos transitar. Nuestras charlas nunca se agotan y son un masaje intelectual y una caricia al corazón, siempre. (vos sabes Bro, de sobra sabes…!) y te lo susurro entre lagrimas, deseando que te llegue en el viento como un copla norteña.

También ahora, entiendo muchas cosas que no terminaba de comprender, si no se viven en carne propia.

Recuerdo a Miguel en cada esquina, las letras del folclore y este mundo tan especial de las costumbres norteñas que me ha enamorado y ahora se han sellado en mi corazón como una huella imborrable.

Estos momentos te enfrentan con todo lo que existió, existe y tal vez existirá. Es una muerte rápida y un renacer lento. Y es doloroso, como toda transmutación, pero es un ladrillo más en esa pared ilusoria que construimos entre la verdad y nosotros.

No se como, ni cuando, ni con quien, pero volveré aquí con otros ojos, con otros amigos, quizá con un compañero fiel …pero con la misma Alma que me habita hace tantos pero tantos siglos igual.

N.P.S

21/01/11

Purmamarca, Jujuy


Del Valle, Tafi


Son como las seis de la tarde, calculo, porque acá no tengo celular, ni relojes cerca, pero por la posición del sol intento guiarme. Estoy sentada en pleno Valle Calchaquí, tomando mate sola. ¡Que digo sola! Toda una historia me acompaña y Mercedes canta bajito. Cuando llegue acá, a Tucumán y vi el simpático cartel que decía “Al jardín de la Republica” me conmoví. Recordé la hermosa zamba que Migue nos enseño a tocar y cantar, fue como llegar a un lugar que ya quería sin conocer.

Escucho la dulce tonada de los lugareños, su piel curtida por el sol y su humildad; y comprendo una vez más que la vida es más simple y más inmensa.

Por momentos extraño ciertas comodidades, pero son innecesarias. Todo es una cuestión de paciencia y voluntad. Para tomar estos ansiados mates espere más de una hora con un jarrito sobre las brazas. Uno se pone ansioso, claro que si, pero después me dio risa y comente esto de lo inmediato, de lo mal acostumbrados que estamos a depender de la tecnología, sin casi saber como sobrevivir entre fuego, tierra, aire y agua.

Ahora me siento a disfrutar, escuchar zambas y chacareras ACA tiene una energía particular. Pienso que todo se dio de una manera sincrónica y justa. No podría haber hecho este viaje en otra etapa de mi vida, este era el momento y el lugar, aunque me haya dolido tanto esa despedida sin aviso y la desilusión de un viaje que no pudo ser entonces. Pero ahora, estoy acá, con casi 26 años otra luz y otros fantasmas. Estoy acá hace apenas dos días y casi me siento raíz en medio de tanta Pacha querida. Y claro que me acuerdo de ella en cada paso, vibra conmigo desde donde sea que este, pero sobre todo desde el centro de mi Alma; donde habita para siempre.

Tincho duerme la siesta y yo siempre tan despierta. Ni la altura, ni el cansancio, ni la distancia pueden dormir mi espíritu anhelante y buscador. Nací para caminar la tierra y hoy re-conozco parte de mis propias raíces.

N.P.S

16/01/11

Tafi del Valle, Túcuman



2 de febrero de 2011

Quebrada


Todos te dan recomendaciones de como ir pero nadie de como volver.

Así como estoy no puedo ser. Nadie me enseño como se sigue, después.

La sombra llega y no espera, te traga sin preguntar.

Me apoyo en la ventana de mi cuarto buscando estrellas que no están.

Las luces de la ciudad mienten la verdad, borran los astros, encandilan el Alma.

Mis ojos norteños no pueden entender lo que no encuentran.

Las sombras de los edificios intentan convencerme de que son montañas lo que veo.

Pero es inútil…

Cuando la inexistencia en tan vacía que ya no importa lo que hay, sino lo que sueño ver, la realidad no existe más que para lo que uno elige construir.

Pesa en mis ojos la ausencia de todos los abandonos posibles.

El diapasón de mi corazón desafina lejos del pueblo, no hay equilibrio musical aquí.

Parece que acá abajo la vida es más densa, los vínculos más espesos, el tiempo corre.

Me asfixia la ciudad, todo espacio me traga, no encuentro libertad.

La luna se esconde de mi propia sombra.

La esperanza es solo un eco que se quiebra en mi voz.

El adiós es inminente y yo aun me niego a soltar los recuerdos que cortan el aire y me atan al pasado.

Mi pasión de poeta y mi Alma viajera no quieren más este suplicio de lo inexacto.

¿Qué hacer cuando el camino es intransitable?

Solo puedo abrir las alas y volar, nadie me enseño otra forma de vivir.

N.P.S

02/02/11