Piedras, cobre, alpaca, hadas, sahumerios, bambula y más piedras. Madera, duendes, mates y la amabilidad a flor de piel. Generalmente los artesanos tienen los ojos grandes y las manos pulcras, la sonrisa alada y los pies descalzos. La simpleza de su vaivén hace que me emocione. La nobleza de sus transparentes palabras diluye toda razón.
Hoy conocí sin conocer a Dionisio, un hombre de boina y entrada edad, que vende libros y cuentos. En realidad el parece extraído de un cuento. Para mi, se escapo de alguna fabula de duendes o viejecillos que fuman pipas de agua, al estilo Gandalf, y cuentan historias de brujas y príncipes a los más pequeños. Vendía un libro que me dejo intrigada "Como dibujar hadas". Dionisio tiene magia hasta en su barba, ansío conocerlo y darle un abrazo. A lo mejor las hadas nos dibujan a ambos, mientras ojeo el libro. También conocí una pareja de artesanos que fabrican juguetes infantiles de madera, muy originales y creativos, de noble contenido. Los oía jugando un partido de fútbol, con unos minis muñequitos manejados por imán (muy ingeniosamente) y reír a carcajadas como dos niños. Y quien cautivo mi corazón, fue un artesano que trabaja mucho con cobre, alpaca y piedras. Él fue el disparador, la musa, el impulso.
Un ser adulto, muy flaco, lleno de tatuajes y un cigarrillo consumiéndose entre sus dedos. Pelo bastante largo y enrulado con alguna que otra rasta, aspecto desalineado (lo que muchos llamarían “sucio”) y varias cuestiones que a la gente le encantaría criticar. Pero nada de eso intereso, salvo el brillo de su mirar. Pude ver allí la esperanza, la bondad e incluso otros mundos, también. Tal cual me pasa con Pau y las dos lunas que descansan en sus ojos, en aquella mirada cargada de luz y fuerza. Tejedora de sueños, que abraza con alas y vuela con los pies. Me reconforta el Alma cruzarme seres así.
La gente en general se siente atraída por las ferias o paseas artesanales y realmente estoy convencida que no es solo por los productos que allí se ofertan, sino que hay algo más allá que atrae lo más esencial y natural de nuestro centro. Somos seres de luz atraídos por la misma, el envase, este disfraz que traemos queda suspendido por algunos instantes. Y esa sensación que nos magnetiza y nos atrae, que nos hace sentir como en casa y en armonía, se respira siempre en cualquier feria de este estilo. Sonrisas compañeras y la maravilla de poder vivir del poder creativo que nace de las manos y el corazón. El Arte sana las grietas de la inexistencia.
Miradas artesanales me han susurrado hoy que tú eres a quien tú buscas…
N.P.S
03/01/10
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