13 de abril de 2012

Pequeños Maestros

Desde su mirada curiosa redescubro el mundo y reavivo la sencillez de la felicidad; esas pequeñas cosas que los adultos solemos olvidar y que Nehuén, con apenas tres meses, nos presenta cotidianamente.

Su inocencia me recuerda la esencia de los seres humanos; quienes somos realmente.

Día a día, confirma mis certezas de que lo invisible esta siempre presente y que debe ser bellísimo por sus sonrisas inmensas y por como le brillan los ojos cuando “lo ve”.

La intuición también es una condición humana innata que lamentablemente tendemos a disminuir con los años y que en los niños permanece a flor de piel.

Sutilmente manifiesta que somos seres espirituales dentro de un cuerpo y que venimos a atravesar esta experiencia humana para trascender y evolucionar.; conectarse con un cachorro humano revela grandes interrogantes que cuestionamos de por vida; créanme.

Observado a un bebé encontramos rápidamente respuestas simples a las cuales nunca abordamos en esos infinitos debates en los cuales nos enredamos los adultos.

Es admirable hijito, como pasas de un estado a otro, soltando la emoción anterior y disfrutando como nadie el verdadero “aquí y ahora”; los adultos tenemos tanto que reaprender de los bebes y niños, ellos nos educan a nosotros, nos refrescan esa etapa que parece tan lejana o inexistente, pero que cada adulto también vivio.

Es maravilloso como los niños nos despiertan tanta alegría y ternura, como nos asombramos con sus capacidades, con cada nuevo pasito…y pensar que ellos son de nuestra propia especie, que todos ya pasamos por ahí y lo vivimos como algo ajeno u olvidado. Es raro detenerse a pensar y tomar conciencia de que todos fuimos bebes, tiernos, inocentes, descubridores del mundo que nos rodeaba y que despertábamos estas mismas sensaciones en el resto de los humanos ¿No? Nosotros también somos todo eso que vemos en los bebes ¡Despertemos porque somos lo mismo! Admiramos afuera y en otro, eso que también somos…seres espirituales viviendo una experiencia humana. Disfrutemos de los niños y dejémonos atravesar por su energía, seamos un canal abierto para recibir todo ese gran aprendizaje que están dispuestos a brindarnos.
En silencio, con paciencia, con mucho Amor.

El milagro de tu ser, Nehuén, no necesita palabras porque las excede todas.

Te agradezco por llenar mis días de sonrisas, de esa alegría que desborda de tu cuerpo, del lenguaje sin palabras que es más intenso y puro que el otro; la comunicación de corazón a corazón es la lengua universal de los hombres, el silencio entre una mirada y otra donde no hay interferencias ni malas interpretaciones, es sublime.

Los niños son Maestros.
Todos fuimos niños por lo cual todos somos Maestros…la sociedad, el sistema, la educación y múltiples factores nos empañan, nos corroen y así vamos enterrando nuestra esencia pero es cuestión de desempolvar y redescubrirnos a cada instante.


Los hijos tienen esa misión de venir a recordarnos quienes somos.

Ese poder de revolucionarnos la vida desde los pies hasta el Alma.


N.P.S

13/04/12


(ningún ser humano puede rehuir a la condición de "hijo", todos somos Maestros en esta vida)


6 de abril de 2012

Biencriar

Como madre me compete escribir sobre un tema tan fundamental, y controvertido como es la crianza de nuestros hijos, más puntualmente sobre ese ridículo supuesto que lamentablemente aún persiste en nuestra sociedad actual; estoy hablando de la famosa palabra que tanto les gusta usar a muchos para calificarnos: “malcriar”. Si, quisiera rescatar que al menos los pediatras convencionales hace ya unos cuantos años están destituyendo el supuesto de que tenerlo a upa, por ejemplo, no es malcriarlos. Suele pasar que la masa parece confiar más en la medicina que en el propio instinto, con lo cual este giro es positivo desde ese punto de vista. Por que “si lo dice el dotor” palabra santa; no sea cosa que uno tenga que hacerse responsable por criar, haciéndose cargo de cometer errores y de aceptar que uno es humano y es necesario equivocarse ¡Por que es la única manera de aprender!

Retomando la temática que me pertenece, hablare en base a mi experiencia y la de muchas mamas con las que comparto estos temas en el grupo de crianza, en mi trabajo con familias y entre mi circulo social.

En principio, la mayoría hemos padecido el ataque masivo de opiniones durante el embarazo y después, también. Nunca faltan familiares y gente invasiva que con sus comentarios desafortunados e ignorantes, critican y opinan; aunque nadie les haya pedido nada. Parecen aprovechar el momento donde una esta más vulnerable y sensible que nunca para bombardearte de información, que en realidad desinforma, y no dejarte ni siquiera responder u opinar. Aunque una intente generar el espacio para expresarse, de forma políticamente correcta, parece que la palabra pierde peso y se diluye en medio del bullicio ajeno. La sensación de invasión es tan agotadora y frustrante que a veces encerrarse en un cuarto, largarse a llorar o responder de mala gana, son las únicas maneras de que respeten un poco la privacidad y los momentos tan íntimos como son los primeros contactos físicos entre una madre y su pequeño bebé.

En mi caso personal desde que mi hijo nació, parece ser que todos se han convertido en eximios pediatras, psicólogos, puericultores y especialistas en crianza. Dan órdenes de cómo criar, como amamantar, como tiene que dormir, respirar y vivir. Ponelo así, dejalo allá, dale cada tres horas, que no se malacostumbre, etc. Parece que no se cansan, que no conocen el significado de la palabra “respeto” como tampoco el de “libertad”. Si cada uno tuvo su propia oportunidad de criar ¿Por qué no respetar el derecho de cada mamá o familia a elegir? Una cosa es el consejo sano o la opinión respetuosa, y otra cosa es la invasión constante, la critica innecesaria y la necesidad de marcar todas y cada una de las consecuencias que traerá cada actitud que una toma con su bebé lo cual puede generar miedo o culpa en una mamá sobre todo primeriza, en cambio de generar algo positivo y sano como es el acompañar la crianza respetando las elecciones de cada sujeto en particular.

Es un malcriado” repiten varios cuando me observan con mi hijo a upa, mientras le canto o le doy besos o si llora cuando lo paso a otros brazos. Hace unos días le pregunte a una de esas personas, mirándola seriamente a los ojos ¿Darle Amor es malcriarlo? Malcriado es el que no tuvo Amor.

Ni siquiera respondió. Sera que lamentablemente muchas de esas personas no han tenido suficiente amor y compañía en su primera infancia y creen que tratar con desapego y frialdad a un niño, poniendo limites desde que nace es criarlo “como se debe” o como los han criado a ellos ¿Existe realmente un “como se debe” cuando hablamos de crianza? Personalmente considero que no hay una manera ni una forma correcta, sino que cada familia encuentra su equilibrio, cultiva su jardín y es artífice de su propio camino ¿Tanto cuesta respetar lo que es diferente?

Por eso me cuesta profundamente entender como puede ser que tantas generaciones de mujeres hayan criado de acuerdo a lo que les decía el pediatra, la vecina, un libro sin fundamentos o la misma televisión. No puedo evitar preguntarme ¿Dónde habrá quedado en esas mujeres el instinto materno, la intuición femenina, la loba interior? No puedo comprender como los mandatos y la ignorancia podían ser más fuertes que la corazonada interior que permanece a flor de piel cuando las mujeres nos convertimos en madres, cuando parimos nuestros cachorros, cuando tomamos conciencia de que somos hembras, mamíferas y que nuestra cría es lo más sagrado del Universo ¿Cómo puede suceder que eso quede tan solapado y enterrado en las profundidades de una misma?

Cuando sorpresivamente la gente se anoticia de que mi hijo (de apenas dos meses recién) no duermen aún en la cuna sino en la cama conmigo o que prácticamente no usa el cochesito y lo ven dormir en brazos, acotan cosas como “es un caprichoso”, “ya te tomo el tiempo” o esa frase que me parece terrible “no te lo vas a poder sacar más de encima”. Yo les preguntaría honestamente ¿Usted quiere sacarse a su hijo de encima? ¡¡Por que yo no, señora!!

Y nuevamente la famosa frasecita juzgadora emerge: es un malcriado. Yo le preguntaría a cada una de esas personas: Señor, señora si usted podría elegir entre dormir acunado, sobre los tibios brazos de alguien de confianza, que le brinda seguridad, le canta, lo mece y lo acaricia y habla con mucho amor y dormir solo, en una habitación fría, mirando el techo vacio, en silencio ¿Qué elegiría? Cuanto cambiaria todo si lograsen ponerse un segundo en la piel de un bebé que recién llega a este mundo después de haber pasado nueve meses en el vientre materno. Además, nadie pide lo que no necesita, mucho menos un bebé indefenso e inocente, que no puede ser caprichoso o tomarte el tiempo de nada ¡Ni siquiera sabe lo que es el tiempo! Apenas intenta adaptarse al universo, al día a día, a la vida humana. Algunos bebes son más sensibles que otros, como sucede también con los adultos y cada diada tiene sus tiempos y ritmos ¿Por qué no respetarlos? En todo caso, es mi elección como criarlo porque se trata de MI hijo y SU futuro ¿No? Déjenme hacerme cargo a mi.

Por eso me genera una mezcla de tristeza e indignación sentir la carencia de tacto, de sentido común, la falta de respeto e insensibilidad con la que muchas veces se trata a los niños, que son seres humanos en formación, en pleno desarrollo. Personas pequeñas que necesitan seguridad, confianza y sobre todo AMOR.

Pienso que “malcriar” es dejar a un niño llorar solo por horas hasta que se resigne pensando que de esa manera “aprende”. Si, claro que aprende, a que el mundo es un lugar inseguro, hostil y que aunque llore mi mamá no va a acudir a abrazarme y satisfacer lo que necesito. Malcriar es no darle la atención suficiente, es no respetar sus necesidades, no escucharlas ni atenderlas porque se lo trata como un adulto que “tiene que entender, tiene que aprender, se tiene que acostumbrar” cuando apenas es un bebé de centímetros que intenta adaptarse y sobrevivir. Que triste que sean las propias madres quienes no puedan conectarse con su cachorro para poder cubrir esas necesidades, que a veces son tan simples y amorosas como una caricia que lo contenga, un arrullo suave, relajarse y tomarse el tiempo que ellos necesitan para alimentarse, nutrirlo no solo con leche materna sino con palabras, con abrazos y AMOR en sus múltiples maneras.

No señora, no señor, yo no malcrío a mi hijo porque le brindo seguridad y confianza, no lo sobrealimento porque le ofrezco mi leche a libre demanda, no lo vuelvo “maricon” por que lo duermo a upa, ni será dependiente por que duerme a mi lado, todo lo contrario ¡Contengo su fragilidad y acompaño su crecimiento y desarrollo respetando sus tiempos! Crio con apego, con mis propias certezas internas aunque deba luchar con “ese mundo” que en cambio de ser comprensivo, señala y critica. Ningún hijo nace con manual y es trabajo individual de cada mamá y papá conocer y reconocerse con su bebé

¿Podría permitirme hacerlo así como usted lo hizo a su manera?

Gracias.


Nadia P. Scollo, Mamifera, Mujer, Mamá y

Licenciada en Psicología.

Marzo 2012