26 de septiembre de 2011

Reflexión sobre la maternidad tecnologizada

…nunca voy a entender porque tecnología es sinónimo de avance.

Cada vez más convencida de que cuanto más aumenta la tecnología, más perdemos nuestros instintos ancestrales y nos alejamos, no solo de nosotros mismos y entre nosotros, sino además de la naturaleza que es la esencia de nuestro ser. Después de todo somos seres espirituales viviendo una experiencia humana.

Desde antes de quedar embarazada, consideraba que las ecografías 3d eran innecesarias y que significaban para el bebé una intrusión a su intimidad, eso de llevar los llaveros y portarretratos con fotos de una vida que aún se esta gestando y no salio al mundo me parecía desmedido, una falta de respeto por el ser humano que viene en camino; donde además estamos hablando del propio hijo. De todas maneras siempre acepte y respete las decisiones de cada pareja o madre al respecto y disfrute incluso muchas veces mirando las caritas, posturas y demás cosas que nos “enternecen” cada uno es libre de optar.

Hoy por hoy, me toco esta a mí en el lugar de madre. El proceso es intransferible y muchas de las cosas que asegurábamos que “no nos iban a pasar” o que “no íbamos a hacer” acontecen, suceden, todo cambia.

Eso nos enseña que nunca hay que hablar de antemano hasta que uno no pasa por determinadas situaciones tan sublimes como es la maravillosa etapa del embarazo. La ansiedad aumenta con los meses, el deseo de conocer al bebé cara a cara, de poder abrazarlo, alimentarlo y amarlo con la misma incondicionalidad e intensidad que una mamá lo hace desde sus comienzos crece a cada instante. Ecografía tras ecografía nos vamos sorprendiendo más de poder “ver” y tomar conciencia de que estamos gestando un ser humano completo dentro de nuestro propio cuerpo, un nuevo ser llega al mundo y es nuestro hijo. Cada etapa es increíble, recuerdo la primera ecografía cuando apenas veía una lucecita que se prendía y apagaba en el monitor y el ecógrafo me dijo “Felicitaciones, ese es tu hijo, te lo presento. Y eso intermitente es su corazón”. Al principio uno “lo ve” crecer, pero después de los cuatro meses la conexión es mucho más fuerte por medio de los movimientos, las pataditas y varios tipos diferente de estimulación. Todo se resume en dos palabras: Magia y Milagro.

No pensaba realizar la 3d (y ahora encima salio la 4d y 5d, tengo que leer más a Einstein para entender, a veces no se sabe si se habla de cine o de bebes, es una locura). No me agradaba la idea de hacérmela por el tema de la invasión al bebé y porque siempre tuve en claro que era algo realmente innecesario. El punto fue que me la ofrecieron gratuitamente en un hospital publico y a partir de ahí mi ansiedad y la “ilusión” de verlo de una manera más nítida y en tiempo real dentro de mi, me hizo caer en una búsqueda medio desesperada. En varias oportunidades, a causa de la ausencia de la Jefa de Servicio que es la ecografa, la ecografía no pudo realizarse. Tras varias frustraciones en cambio de resignar la oportunidad, comencé a buscar por otros medios privados lógicamente. La obra social no las cubre y fui encontrando cientos de lugares donde te ofrecen kits realmente ridículos e innecesarios, son como los combos de Mc Donald que uno cree que son ofertas o regalos y te cobran hasta las semillas de sésamo. Fue ahí entonces, donde gracias a mi espíritu crítico, comencé a ver una realidad que desconocía. El gran negocio de estas ecografías donde uno “conoce a su hijo”, como si no fuera la propia madre la persona que más lo conoce en el Universo. Los precios arrancan en $250 y van en aumento según la cantidad de “regalitos” que te ofrecen como ser llaveros con la cara del bebé, packs de cosas absolutamente innecesarias, informes médicos que uno no necesita ni demando y en varios lugares me han dicho “hay cuatro/cinco reposeras para que vengas con toda la familia o amigos a conocer al bebé” (¿?)

Sinceramente, no tengo muchas palabras al respecto porque considero que sobran si nos detenemos unos segundos a pensar; para aquellos que aun nos detenemos.

Lo que más indignación me produjo fue que en todos los lugares pregunte “¿No hay algo más sencillo como ser el video y las fotos o solo el video?” a lo que gentilmente respondieron “No, el pack es así” ósea, no tenes opción. O consumís todo o nada, no hay opción de precios, no hay elección ni en cuanto a lo que uno desea recibir, ni se tiene en cuenta tampoco el plano económico del cliente. Jodete si no te gusta lo que incluye, no te la hagas, dicen en pocas palabras. Si bien al principio me genero enojo no poder hacérmela porque me parecía un disparate todo esto, después comencé a reflexionar y desde algún plano más profundo y desde esa sabiduría natural que suele emerger de las mujeres (más aun en este etapa) comencé a preguntarme como puede ser que caigamos en estas trampas del sistema, en que nos manipulen de una manera tan silenciosa y sutil y uno caiga, a veces por ignorancia otra por no poder discernir tapados por la vorágine de la vida moderna o simplemente por la ansiedad de no esperar unas semanas más para conocer cara a cara a nuestro hijo. Me da bronca e impotencia que lucren con algo tan delicado, que se aprovechen de la ilusión o la ansiedad que a veces produce este proceso para decorarlo de cientos de accesorios ridículos. En un lugar me hablaron cinco minutos sin parar de “todo lo que incluía” el servicio, faltaba la fiesta de quince y el viaje de egresados, realmente lamentable que no se pueda pensar y accionar desde otro lugar y todo sea dinero, consumismo y vender lo que no hace falta ni uno elige. Y además darme cuenta que quienes pensamos diferente o elegimos vivir de otra manera la gestación y la crianza, definivitamente, no somos quienes atendemos o consumimos este tipo de productos, que cada cosa tiene su lugar es claro aunque nunca es bueno generalizar, porque hay excepciones.

Fue entonces cuando empecé a darme cuenta, mientras me acariciaba la panza y le hablaba a Nehuén, de que es mejor darnos la oportunidad juntos de vernos, de conocernos y reconocernos. De no tener la estupida prioridad de “verlo en una pantalla”en tiempo real, si todo el tiempo estamos fusionados y en conexión absoluta. ¿No es preferible la magia, la sorpresa de lo inesperado, de ese momento extraordinario de sentir al bebé en brazos fuera de la panza? Es como cuando se mueve, patea, como cuando compartimos música juntos o ciertos estímulos nobles eso no tiene comparación, y ninguna tecnología va a poder suplantarlo jamás (¡Gracias a Dios!). Y entonces, tome conciencia, solté un problema, algo que me generaba angustia, ansiedad y varias cuestiones más personales por temas en particular que me ha tocado atravesar con este embarazo.

El sistema te traga y te maneja siempre y si bien muchas veces sentimos que no hay manera de escapar, con voluntad y silencio interior uno puede realmente reflexionar y volver a la esencia. Recuperar la capacidad de elección, dejar de funcionar por mera inercia, como una masa.

¿Para que tanta tecnología entre un bebé y su mamá? ¿Para que un “palco de reposeras” aplaudiendo frente a una pantalla que muestra un ser en gestación en la paz del vientre materno? ¿No es más lindo apoyar con amor la mano sobre la panza y sorprenderse al notar sus reacciones cuando uno le habla? Exponer a un bebé por todas partes antes de su nacimiento no me parece muy sano, porque eso habla de no estar respetando una seria de cuestiones que al menos a mi me hacen reflexionar y cuestionar. Incluso, en post del futuro. No tienen vergüenza, todo se mueve por medio de la plata y el consumo. Ese tipo de visión solo empaña, no clarifica.

Por eso una vez más apuesto a lo natural, a profundizar nuestra intuición, nuestros sentidos, a respetar la privacidad desde el embarazo, a saber decirle NO a las invasiones innecesarias y a las miserables trampas del sistema que nos hacen desear lo que no necesitamos atrofiándonos como seres humanos sensibles e inteligentes, haciéndonos reaccionar muchas veces como robots mecanizados que por inercia hacen, compran, dicen, van…

La tecnologías del pasado eran primitivas, pero no nos destruían ni nos alejaban del corazón, más eran nobles y sabias, respetuosas por la creación humana en general.

Deberíamos “reiniciar el sistema” a ver si funciona…

N.P.S

26-09-11

5 de septiembre de 2011

Creo, confío y sé

Creo en mi fuerza, esa que me elevo desde el fondo del infierno mismo, esa que me saco a flote cuando me hundí en las profundidades del Mar, la misma fuerza que hoy hace que sea la mujer que soy. Un poder sobrehumano me impulsa siempre a seguir adelante, aún cuando la noche parece eterna y la oscuridad impermeable, puedo.

Aun cuando se diluyen todas las respuestas y el eco de nuestro corazón nos ensordece, creo.

Creo en mi determinación y en que mis decisiones son las mejores que pude haber tomado, pese a los errores y las caídas, siempre todo lo hago de corazón e instinto. Ser autentica y sincera tiene un alto costo, pero elijo transitarlos antes ser una duplicado y no respetar mi propia esencia, por los miedos impuestos, por las falsas creencias.

Confió en mi entereza, en mis capacidades y herramientas, en toda mi formación de esta y otras vidas, confió en quien soy. Nunca tuve dudas, me busco y me encuentro siempre; si me escondo es solo por que soy demasiado sensible. Demasiado.

Confió hoy más que nunca en la sabiduría de mi cuerpo, en lo ancestral de mi femineidad, en el latir incansable de la vida y el Milagro que crece, confió.

Confió en la entrega, en desplomarse desde lo más profundo para poder entregar al Universo todo, tal vez ya resignada de este desborde de dar que me ha caracterizado siempre. Confió en que por fin es momento de ser justa conmigo misma y tener más dignidad, sobre todo por la vida que nutro y construyo en mi interior. Ya basta de hacer el mismo papel una y otra vez, algo tengo que aprender de todo esto ¿Cómo puede costar tanto ser menos compasiva?

Cuando hay dos corazones en juego, la loba instintiva no obedece lógicas incoherentes.

Confió en la aceptación de que no todo es como queremos, de que los sueños se vuelan, de que siempre hay alguien dispuesto a soplarnos el castillo de naipes que con tanto esfuerzo hemos construido. Sé que la vida no avisa, la muerte no pide permiso y las cosas a veces parecen tan duras, que desesperan. De nada sirve llorar ni rezar, las cosas son.

Por eso aprendí que aceptar es una de las maneras más poderosas de vivir el presente con la máxima energía y no desperdiciarla en intentar torcer los hilos del destino.

Aceptar que no somos dueños absolutos ni de nosotros mismos, es un paso hacia la paz interior. Entregar y soltar para que fluya y sea lo que tenga que ser, lo cual a pesar de todo, generalmente es lo mejor.

Confió en ese “otro” aun cuando la desilusión es tan grande que nos destroza el corazón, soy de las que piensa que la vida siempre vale la pena y de que entre medio de tanta ausencia y egoísmo, hay corazones brillantes dispuestos a sonreírte incondicionalmente cuando más lo necesitas.

Y si alguna vez no hubo nadie, ame la luz, entregue y acepte, sin condiciones.

Sé que no hay formulas ni recetas para vivir; salvo las que construye uno.

Porque la vida misma se edifica peldaño a peldaño, y que cuando falta uno muy grande (o varios) la escalera esta incompleta y las caídas son más fuertes, sobre todo cuando son inesperadas.

Así también lo es el impulso, todo se compensa. Dios es más justo de lo que podemos saber.

Cuando me preguntan como hago, como hice, como puedo no se que responder pero una fuerza vital se apodera de mi, me empodera las manos y la voz para hacerse escuchar.

Simplemente lo hago, tal vez porque el instinto de supervivencia siempre es más fuerte, tal vez porque es mi naturaleza o quizás sea que tengo más entereza de la que alguna vez creí.

Me falto confiar y creer en mí, pensando que sabía quien era o que era la vida, cuando en realidad muchas veces no sabemos nada. Ahí es donde la vida te muestra, quien sos.

Cuando en medio de la soledad más profunda te chocas de frente con tanta crudeza. Esos son los momentos más lucidos de nuestra existencia, que a veces por miedo esquivamos, pero puedo asegurar que son los más necesarios para crecer y conocer la vida desde adentro.

Decía Nietzsche que lo que no nos mata te hace más fuertes, cuesta no morir cuando la vida cae sobre las vértebras de una manera tan implacable ¿No? Por eso considero que es tan necesario confiar, creer y saber para poder salir de entre los escombros y gritar ¡Que estamos vivos, enteros! Estamos…

Por todo y a pesar de todo, elegimos seguir.

Estoy convencida de que somos lo que creemos, si confiamos en lo que somos.

Lo sé.

N.P.S

05/09/11