30 de diciembre de 2013

Señales de vida

Hoy presencie tres accidentes, en menos de 12 horas.
No creo en las casualidades, tampoco en el azar.
Si creo que la vida te envía señales, mensajes que hay que codificar.
Me apasiona y entusiasma esa búsqueda, porque la respuesta es tan sutil y clara que uno queda sorprendido, atravesado por el milagro.

Me pregunte que me intento decir el destino, la vida, o lo que sea que se me quilo presentar tan insistentemente. Confieso que me “asuste” o me perseguí cual destino final, sobre todo porque el ultimo casi lo presagie. Pero elegí entender las cosas desde otro lugar, luminoso y de expansión; no de advertencia.

Lo positivo es que en ninguno de los tres accidentes hubo heridos, pero lo que vi, sobre todo en el de las vías, fue muy fuerte, muy crudo e intenso. Como dijo el taxista “ahí puso la mano Dios” y les juro que fue así. Evidentemente no era el día en que esa mujer tenia que morir; pero si despertar quizá de un largo sueño.

Y estas cosas son un cachetazo para despertar, son una conexión intensa con la vida, con el aquí y ahora. Nos alertar para poder tomar conciencia de que somos finitos por no decir esa frase tan chicle de que "no somos nada" porque somos mucho, pero es cierto que en un segundo todo puede cambiar. Que podemos pasar a otro plano
casi sin darnos cuenta, en un instante.

Somos efímeros. No tenemos el futuro comprado, ni el tiempo.

La vida es AHORA y que no sea solo una frase linda o de autoayuda, que se puso muy de moda en los últimos años de la era new age. El presente es un regalo y sin embargo, todos (algunos más otros menos) nos hacemos problema por tantas estupideces, por cosas tan pequeñas, nos enroscamos, nos herimos, nos malinterpretamos. Nos preocupamos, en cambio de ocuparnos, nos angustiamos y vivimos a veces casi por inercia inmersos en un mundo capitalista, vertiginoso, que nos devora, que nos deja sin aliento y sin energía. El tiempo se escurre y se vuelve difícil encontrar el momento para disfrutar, para frenar, observar, contemplar, descubrir, el mundo, a los otros, a uno mismo sobre todo...

Es un camino arduo y complejo salir de ese círculo, y por más voluntad e intención que uno ponga, igual no puede salirse del todo. Por mas que nos tomemos la vida enserio, no vamos a salir vivos de ella! Pero, y acá viene lo esencial, si puede cultivar la conciencia, mediante diferentes técnicas poner en practica esto de lograr enfocar la mente en el aquí y ahora, y poder tener como ejercicio conciente esto de que
somos finitos, de que la vida es un juego maravilloso, lleno de obstáculos, de luces y sombras, de alegría y dolor de soles y tormentas, de gente preciosa, de gente que no lo es tanto a veces, pero que TODOS somos Maestros y que cuando nos vayamos de este mundo, lo único que realmente va a importar es cuanto amor pudimos dar, todo el resto se desvanece, TODO. Estoy convencida de eso, casi como si lo recordase.

Nos hacemos problema por la plata, por el espacio, por los vínculos, por tantas cosas que son efímeras y fugaces en comparación con la eternidad ¡Somos un parpadeo!

¿Que estamos esperando?

La vida no es un accidente, porque un accidente no se puede evitar. La vida hay que vivirla ADREDE, pocos viven vivos. Creo que ya es hora de escuchar las alarmas, de cambiar la realidad con acciones, basta de revoluciones de escritorio, de quejas sin efectos. Es hora de despertar y despertar al resto, de sacudir, de amar, de abrazar, de darnos cuenta que el planeta necesita recuperarse, necesitamos sanar y sanarlo, necesitamos reconstruir una humanidad mas justa, más noble, más luminosa. No hay tiempo, el tiempo es AHORA, es hoy.

Por la tierra, nuestra única madre, por nosotros, por nuestros hijos y por cada alma que llega al mundo y elije, pese a todo, reencarnar en este sagrado Planeta Tierra y vivir esta
experiencia que llamamos vida.

Hagamos que esa experiencia, valga.
Honremos la vida.
Celebremos estar vivos, aquí y ahora.
Pase lo que pase no perdamos el don de la sonrisa.
El poder interno de la revolución pacifica.
Seamos guerreros del amor, amantes de la paz, poetas del silencio.
Seamos soñadores concientes, la imaginación es poder.
Creamos a partir de lo que creemos, somos cocreadores de todo lo que existe.

¡Que la vida es hoy carajo, que mañana realmente puede ser tarde y que sé lo que es ver morir a alguien en tus brazos y entender realmente, que no somos eternos en este envase y que tarde o temprano, todo se termina!

La vida es un regalo, saquémosle el envoltorio y descubramos que hay adentro.
El mundo no seria igual sin cada uno de nosotros.
Vivamos adrede, la vida y el planeta aun, nos regalan señales de vida.

Que así sea.

N.P.S

30/12/13


Agradezco a Vani que vivió parte del día conmigo, que no fue casualidad.
Amigus GRACIAS por vivir, sos amor, sos risa, sos cosquillas en todos lados.
Vos también fuiste parte de este día, desde la conexión alma a alma. 
Vos sabes... 

21 de diciembre de 2013

Despierta


Estoy despierta.
Despierta en un mar de olas dormidas.
Rugue desde en el centro de mi corazón,
la leona que me habita.

Despierta olas y árboles,
poseo el poder de la creación.
Siento ascender la sabia de la tierra,
por mis venas.
El fuego del universo enciende mis pupilas.

Estoy aquí.

Habitada por el misterio del vacío,
del enigma,
de la sigilosa búsqueda interior.

Soy lo que no tiene nombre.
Late en mí la fuerza de lo incognoscible.
Inhóspita y afortunada, existencia.

N.P.S

20-12-13

14 de diciembre de 2013

El camino de regreso


Camino sobre el fuego; ya no quema, mis pies son duros y están enraizados al centro de esta Bendita Tierra, Madre. El miedo desaparece cuando se han atravesado infiernos de lava y cuervos.

Sé quién soy, no hay límites cuando estas con el corazón abierto. Emprendo el vuelo de una búsqueda sin final, que ya ni se cuando comenzó.

Me deshago de este rumiar tortuoso que es el pasado, que embate una y otra vez con una fuerza arrasadora, trayendo la desdicha y la desesperanza en cada respiración. El retorno continuo de lo que no esta, lo que no fue, lo que ha muerto, de lo que no elijo y sucede una y otra vez como un circulo sin fin. La famosa compulsión a la repetición, la destierro.

Cierro los ojos y escucho mi susurro interior, guía honesta e íntima que apacigua ansiedades y responde a dudas existenciales que no encuentran respuesta. El ruido del mundo, de los otros y el de mi propia mente no me permiten en el devenir cotidiano, escuchar esa esencia que si sabe de la razón de cada hecho.
Causa y efecto, acepto y suelto, intento seguir adelante desde mi lucha interior, esa que yo sola conozco y resisto, celebro y combato.

Integro los opuestos, reconstruyo mi identidad, me complemento a mí misma.

Me despojo de los ideales ilusorios que empañan mi visión y sobre exigen a mi espíritu, a mi cuerpo y a todo lo que soy, a dar más de lo que puedo y a esperar más de lo que existe. Abandono la perfección para aceptarme humana y limitada, sabiendo que doy todo lo que puedo desde la mejor intención y voluntad.  

Acepto y construyo mi realidad, que es mágica también y posible sobre todo. Mi propia utopía en la Tierra, la historia que elijo seguir viviendo, que es diferente, compleja y requiere de un esfuerzo personal inmenso, pero es la que mi naturaleza me dicta. Aceptarla es parte del proceso, aunque no sea lo que soñé, lo que elijo muchas veces, esto también es parte de lo que soy.

Sostengo y cultivo cada dia de mi vida, con esfuerzo, paciencia y una fuerza interior que a veces me sorprende, esa parte que desconozco de mi misma y resurge en los momentos más ásperos y desoladores para recordarme quien soy realmente. No estoy sola.

Una vez más emprendo el desafío de enfrentarme al laberinto de quien soy, el espinoso camino de intentar comprender las reglas de este misterioso universo que nunca lograremos abarcar. Tomar la punta del ovillo y animarse a desenredarlo con filosofía, sabiendo que enredarse es inevitable y habrá que volver a empezar. Otra vez desglosar destino,  el karma y los astros, para intentar justificar o darle un sentido a lo que no tiene respuesta. Me zambullo en el mar de las emociones, de la vida, de la fecundidad y nado tan profundo como sea necesario.

Reconecto con mi fuente infinita, me enfoco en mi centro, sabiendo que el único compromiso es conmigo misma y que todo lo demás, es pasajero.
Capitalizo cada experiencia de vida intentando soltar el dolor para que vuele y se transforme en algo mejor, para que cada experiencia, ciclo y ser humano que me atraviese me nutra y reconstruya desde cada rincón y plano, con el fin de poder reencontrarme a mí misma y ser feliz en la unidad. Poder brindarle al mundo también, la mejor versión de mi misma, esa es también mi responsabilidad.

Confío en esa energía creadora que es el Alma de todo, el Amor. Entrego a mis guías y a mi Maestro lo que me sobrepasa, lo que no puedo sostener más, lo que no comprendo. Y en esa entrega, dejo que fluya hacia mí y desde mí, todo lo que sea necesario que se mueva, muera y nazca.  

Reconecto una vez más con el camino que me lleva a ese espacio de armonía y comunión que me devuelve la paz mental, la serenidad en mi respiración, en mis pasos, en mi manera de ser y estar en este Universo. Cultivo y sostengo ese espacio de búsqueda por el simple hecho de que me hace bien, desde la sonrisa hasta el Alma, me equilibra.
Allí es donde realmente me siento completa y no necesito más nada. Allí cesa el deseo, la febrilidad mental, el cuerpo es vehículo y somos observadores de este juego llamado vida, desde allí tomamos conciencia real de quienes somos y que estamos haciendo acá, en esta experiencia humana.

Hay un todo que nos habita, inexplicable. 

He vuelto a casa.

N.P.S

14-12-13 

30 de noviembre de 2013

La gente anda diciendo


La gente anda diciendo que estamos iguales y que somos iguales.

Dicen que “deberíamos” estar juntos, porque ya lo estuvimos en la infancia. Como si fuera ley esto de repetir lo que paso o terminar lo que empezó. Como si hubiera principio y final en el orden de las relaciones humanas ¿Lo hay?
¿Deberíamos estar juntos porque somos iguales? Me pregunto si ser muy parecido a otro es condición o requisito para estar con alguien, como si uno eligiese desde ese lugar a las personas.

Como sea, eso es lo que mucho circula en las representaciones sociales de pareja, algunos opinan que si dos personas son muy similares en sus gustos, filosofías de vida, valores y formas de vivir en día a día se van a llevar bien o van a consolidar una pareja, justamente, pareja. Otros piensan que cuando dos personas son muy diferentes se complementan y aprenden más, se nutren mutuamente. Esa tan famosa frase de que los opuestos se atraen ¿No se atraen también las personas desde el reflejo? Quiero decir, esta sensación de sentirnos espejados en otro que es muy parecido a nosotros mismos, desde la empatía, desde el compartir espacios comunes y formas de vivir la vida.

En mi experiencia, basta e intensa, he aprendido que no hay una fórmula mágica para el amor, ni hay una manera única, ya que son tantos los factores que influyen y nos atraviesan a la hora de elegir una pareja que resulta inútil reducirlo a cuestiones tan matemáticas y lógicas.  Y son tantos los estadios diferentes; desde gustarse, enamorarse, amar y elegir a conciencia construir algo con ese otro, un compañero con el cual caminar y crecer juntos desde la libertad personal, poder construir de a dos un camino único.

Claro que no es fácil, pero la gente anda diciendo que “deberíamos” estar juntos como si tendríamos que obedecer cierto mandato o fórmula secreta ¿Qué sabe la gente de vínculos? ¿Qué sabe la gente de amor? Del amor incondicional, sin egoísmos, de la entrega sincera y sin intereses, de construir desde un lugar común y con verdadera voluntad. Creo que vos y yo nos conocemos desde un lugar tan esencial e inalterable que no necesitamos estar juntos desde ese otro vínculo que la gente anda diciendo. Porque no nos toco, porque no nos paso, porque somos otra cosa y elegimos serlo también, porque es así, sucede, acontece, pasa. Y eso no quita que no haya amor, porque de sobra hay.

La gente anda diciendo tantas cosas por decir que cuando me detengo a escucharlos en silencio, me da gracia. Me rio por dentro y festejo las reflexiones de los demás hacia mi persona o hacia lo que tengo que hacer con mi vida, sobre todo porque son opiniones tiernas, de gente que me quiere bien y aconseja desde el corazón, por eso me rio y celebro que la gente ande diciendo, tantas cosas.

N.P.S

30-11-2013

10 de noviembre de 2013

El arte de evitar lo inevitable

Me cuestiono últimamente, de forma continua y honda, porque los finales nos generan tanta angustia.
Cuando hablo de finales, me refiero a todo tipo; desde la muerte, hasta las despedidas, los abandonos, las separaciones, cuando termina una película, un viaje, cuando atardece y cae el sol, lo que se va, lo que llega a su fin, lo que se termina, lo que no vuelve, etcétera. Esto va más allá de lo definitivo e irreversible, porque no todo lo es y sin embargo nos genera una angustia profunda que a veces parece eterna. Esta como institucionalizado a nivel social, casi universal, esto de entristecerse con “el final” de lo que fuera, hasta en las ficciones nos pasa o cuando algo que tenemos se termino ¿No es así? Piensen en su propia vida y en lo cotidiano, en lo micro y en lo macro.

Comprendo nuestra condición humana finita, el apego emocional tanto desde el ego como desde el amor más genuino, estudio apasionadamente la mente humana desde siempre, soy psicóloga, artesana, escritora y sobre todo, soy humana…quiero decir; he vivenciado en carne propia 28 años de una vida intensa, repleta de altibajos y de todo tipo de experiencias fuertes, sé de lo que hablo (no me quedo en la teoría).
Y lo veo, cada vez más, en mis pacientes, en mi entorno, en mis amigas, en la sociedad, en el cine ¡En mi! en todas partes el dolor por la perdida, la tremenda angustia que se entreteje entre los huesos, lo que cuestan las separaciones, lo que contrae una muerte y todas sus secuelas y consecuencias, como nos conmueve el final de todo y a la vez, nos duele. Será la soledad, me pregunto, el miedo a la soledad, el famoso vacío existencial, la sensación de estar desamparados, lo desconocido (que es todo masomenos lo mismo). Si considero que el ser humano no nació para estar “solo” no es nuestra naturaleza la individualidad, fuimos manada, tribu, familia, tendemos naturalmente a agruparnos, no esta en nuestra esencia la soledad…

Sin embargo, me llama la atención como nos resistimos a dejar ir, una persona, una relación, una experiencia, un vinculo, hasta un espacio cargado de recuerdos y emociones como si el fin fuera un fantasma que evitamos, que evadimos, del cual huir. Y siempre el tema es el mismo, la soledad o el miedo a lo desconocido, que en general es la muerte, y la muerte es la soledad o al menos eso es lo que circula en Occidente.
Eso si, cuando la vida nos pone de frente cara a cara con la muerte o con situaciones que suceden, y no podemos resolver o revertir, entonces no queda opción; hay que enfrentarse con el dolor como se pueda, y ganarle, o más bien integrarlo, darle espacio, vivirlo y atravesarlo para poder transformar esa experiencia, capitalizarla, poder nutrirnos de la misma y que nos deje una enseñanza o nos vuelva más fuertes, como sea.

Sin embargo ¡Pucha! ¿Quién quiere soltar, perder, abandonar, separar, dejar, ver morir? Es difícil, mucho más cuando hay apego emocional, miedos, confusión, dudas y la mente pequeña y humana que tenemos se enrosca y todo parece tan complejo y definitivo.
Me pregunto como intervenir en ese punto, en lograr (o intentar al menos) que las perdidas generen menos angustia, o menos consecuencias seria la palabra más correcta, menos secuelas. Lograr amasarla, desarmarla, llorarla, escupirla, ponerla en palabras, en un cuadro, en una canción, en donde sea que uno desee o le salga ponerla, pero hacer algo con todo eso que no repercuta de una forma tan cruda y dolorosa, en la vida humana. Que el dolor es necesario y es parte de la vida, lo sabemos todos, pero sigo apoyando a Buda en esto de que el sufrimiento es opcional y que en cierta medida uno puede elegir que hacer con las cosas que le suceden, a través de las herramientas y capacidades que cada uno tiene, claro. La voluntad, la fuerza interior y un sin fin de factores influyen, es cierto, pero se puede y se debe para honrar la vida y sostener la sensación de felicidad, esa que dura instantes y tras la cual nos pasamos la vida corriendo intentando prolongar ese instantes en un lapso habitual y duradero, que no dependa de nada ni de nadie, sino que persista como un estado.

Me pregunto todo esto porque soy así, como una filosofa de la vida que cuestiona y desarma todo, que lo da vuelta, lo transforma y se vuelve a preguntar sobre el dolor humano y la forma de poder trascenderlo.
A veces me paro a mirar desde afuera y me da gracia, este juego, esta ilusión tan bien armada en la que todos caemos y nos preocupamos ¿Para que? Si estamos de paso, si somos instantes, parpadeos, en la eternidad del Universo. Y sin embargo, nos duele, tan profundo que la noche parece eterna, que uno cree que no va a poder superarlo y se convence, inconcientemente, de que es así. Todo se complica y perdemos de foco el HOY, el presente que es un regalo (por eso se llama presente) y la vida se pasa, el tiempo es finito, porque somos seres mortales. Nos cuesta valorar lo que si tenemos, nos cuesta ver el lado positivo, el vaso medio lleno, todo lo demás que si permanece.

Por ese mismo miedo a la muerte y al fin, nos perdemos la vida ¿Paradojal, no?
Morir es de vital importancia, decía Kubler Ross, sabia...
Vivir adrede, como dice Mario, es lo más importante. Y tener la voluntad de trabajar sobre nuestra conciencia y nuestra capacidad de introspección, que si es bien humana, para transformar los finales en algo diferente que nos angustie menos, para poder disfrutar más de esto que HOY si tenemos, que es nada menos que LA VIDA.

Brindo por estar viva
y por seguir buscando respuestas
Salud!

N.P.S
10-11-13


9 de noviembre de 2013

Justo cuando pensaba que mi vida era un infierno, que no había solución y que siempre giro 
sobre el mismo circulo, paso por mi lado una mujer con los brazos totalmente quemados y sin 
manos. 


2 de noviembre de 2013

Los síntomas de lo inevitable



El poder de la muerte es sorprendente y misterioso.

Lo observo en la gente, lo estoy empezando a ver en mis pacientes y lo he vivido en carne propia. Como la muerte marca huellas, que a veces parecen imborrables y eternas, como la muerte misma. Tiene la capacidad de generar en la biografía de cada ser humano, un antes y un después, la misma cualidad que tienen los nacimientos; lo sabemos quienes somos madres y quienes hemos además, mirado fijo a los ojos a la muerte cara a cara, sin respirar.

Circula una energía similar, como si fuera un portal que se abre y se cierra.

Una vez cerré esa puerta, con profundo dolor y al tiempo, la pude abrir con profunda felicidad. La vida me ofreció ambas posibilidades, ambas muy fuertes.



Parece que la muerte se entretejiera entre la piel, los músculos y se acomoda entre los huesos en rincones insólitos y recónditos, para no poder ser encontrada y poder accionar desde ahí una catarata de efectos. Desde allí, mueve las piezas, trae inseguridades, indecisión, angustia y sobre todo, mucho miedo. Estoy notando cada vez más que la muerte de un ser querido, más aun cuando es traumática, inesperada u ocurre en la infancia, produce consecuencias insondables, tan sutiles y heterogéneas, que desenredar la madeja resulta un desafió complejo y apasionante. En cada ser humano impacta de una forma diferente, aunque hay factores en común, pero no se puede generalizar.



En occidente vivimos la muerte de una forma oscura, se genera a su alrededor en general un halo de tristeza, hay mucho apego y desconocimiento al respecto. Sin embargo para quienes somos más orientales en nuestras filosofías, nuestra fé y conocimientos circula otra sensación. De todas formas, el poder de la muerte impacta profundo y se impregna con una magnitud que aun me cuestiono.

Me toca enfrentarme a ella en mi propia historia, me toca desmenuzarla en mis pacientes que traen síntomas, que llegan con miedo, con angustia y con una turbulencia mental a veces tan compleja, como humana. Me toca entenderla, darle tantas vueltas como sea necesario, me toca a veces llorarla, otras me genera mucha bronca e impotencia, la muerte va mutando y transformándose continuamente en nuestro interior, en los recuerdos, en las imágenes.



El antes y después es inevitable, tanto el nacimiento como la muerte tienen esa característica única; que son irreversibles, que no hay retorno y lo más loco es que sean la cara de la misma moneda, porque cuando nacemos comenzamos a morir y cuando morimos, comenzamos a nacer. Es el ciclo de la vida, la reencarnación, lo cíclico que es tan humano y tan divino, esto que somos, mucho más que carne y hueso.

Aun teniendo esa certeza, que nace de la experiencia personal en mi caso, no podemos evitar que la muerte nos marque y nos genere contrastes tan hondas. Permanecemos inconciente, de la mayoría de ellas, y mientras más pasa el tiempo más se asientan y más síntomas generan…estoy convencida de que esto es así, más allá de los duelos cristalizados o patológicos me pregunto ¿Qué es el “duelo normal”? ¿Cuándo dura un duelo? ¿Quién puede estipularlo y en base a que parámetro? Los libros que analizan esta temática son muy errantes y simplificadores en su mensaje cuando cada ser humano es único, no hay un tiempo determinado biológica ni emocionalmente, generalizar vuelve a la gente número, nos masifica, haciéndonos perder la individualidad y ajustándonos a una norma estadística que no es real, ni justa. Algo tan complejo como es la vida y la muerte, no puede simplificarse a días, meses ni parámetros cualitativos.



Solo puedo decir a través de mi experiencia que los duelos tienen diferentes etapas, que varían a través del tiempo y del desarrollo interior de cada persona y que además puede haber retrocesos emocionales, que son naturales. El proceso en si que depende de varios factores, se entreteje una trama compleja. Puede ser que los duelos se cierren en algún momento o que cesen ciertas emociones, sin embargo cuando la persona que se ha ido es muy amada y cercana, uno aprende a convivir con ello, uno debe aprender a caminar junto a eso, lo incorpora a su identidad, lo integra y se acostumbra de alguna manera; por eso el termino de “cerrar un duelo” me hace ruido, no me termina de convencer en determinados casos.

Y digo esto porque siento que nunca se olvida, porque la vida no vuelve a ser la misma de antes, por eso el antes y después es tan claro en muchos casos. Uno puede superarlo, aceptarlo, elaborarlo y trabajar el duelo desde un proceso de sanación interna y personal, para que no genere más síntomas, para que la angustia no sobrepase nuestro sistema psíquico produciendo un desborde y consecuencias varias, elaborarlo para que nos sea “funcional” dirían algunos.



Si, pero no se olvida, se integra y creo que ahí esta la clave, en poder integrarlo y darle un lugar incluso a la muerte y poder con el tiempo recordar a esa persona amada con una sonrisa, con mucho amor y agradecimiento. Negar o rechazar la muerte es lo que tal vez genera más síntomas, hay gente que no puede hablar del tema, o no se permite llorar y creo que en ese punto es donde comienza a volverse complejo y a enquistarse en las emociones y ramificarse en nuestra vida psíquica y emocional.

Pero una vez que logramos integrar la muerte a nuestra vida, y poder trabajar nuestra propia muerte inclusive, entonces recién podremos volver a mirar a la muerte a los ojos y no sentir más, el escalofrío que nos provoca. Amigarnos con ella y entender que es parte del ciclo natural de la vida, que todos nacemos y morimos y que simplemente, algunos lo hacen antes, por razones que en general, desconocemos y es ese desconocimiento lo que nos provoca miedo y angustia.



N.P.S

02-11-2013

16 de octubre de 2013

Gratitud sin limites



Gracias porque estas siempre, por tu mensaje incondicional.
Gracias por latir dentro de mí, por ese pulso que me guía.
Ahí donde hay un espacio (sospecho que en el corazón) que permanece inmutable al tiempo, que no se oxida, que no se llena de telarañas, ni de juicios racionales, ni de estupideces humanas, un espacio que es inquebrantable a todo.
Ese lugar es intocable, sagrado.
Allí atesoro a las personas y los momentos más maravillosos de mi vida;
Vos lo habitas desde que nuestros ojos se entrelazaron por primera vez hace tantos años ya, o los suficientes para sentir tu ausencia y desear abrazarte por horas. 
Habitas desde otras vidas, desde todos los planos, sos como una parte de mí, indivisible, que me construye y reconstruye, que me ha destruido también y gracias a eso enseñado lecciones vitales sobre mi misma, del amor y de las elecciones de vida.

Gracias, por seguir regalándome verdades en medio de tanta muerte.
Por ser un haz de luz en la oscuridad más profunda.
Por esas melodías especiales que me sacuden el cuerpo, me acarician el corazón y me hacen ponerme de pie, este donde este.
Gracias por gestar en mi tantas sonrisas y por tener el poder de viajar en el viento y hacerme saber que estas, pese a las distancias, los años y la vida, toda.

El pulso que me guía, la sonrisa sin límites, el corazón abierto
y todo lo demás, que vos y yo, sabemos...

N.P.S

16-10-2013

9 de octubre de 2013

Laberintos


Hoy soy un manojo de angustia, ansiedad, miedos, sombras, desesperación, dudas, incertidumbre, desesperanza.
Hoy soy una bola de estrés, de nervios, de agotamiento, de impulsos, de impotencia, de sensibilidad y de locura.
Siento que el mundo esta al revés, que la sociedad es cada vez más peor, que lo esencial se difumina y se pierde en la vorágine cotidiana de trabajar para vivir y terminar viviendo para trabajar, olvidando con total resignación quienes somos, lo que queremos, nuestros deseos, que vinimos a hacer a este mundo, a experimentar en esta vida.
Siento que todo esta dado vuelta, que corremos en la dirección equivocada, que nos engañan continuamente, generándonos necesidades e ilusiones falsas, innecesidades al fin. Y que salir del circulo se puede, pero es complejísimo, más cuando sos madre y separada, más cuando no te alcanza el mango para nada, cuando el desempleo crece y todo aumenta, cuando el tiempo se escurre y la vida te pasa por delante de los ojos como una película…y cuando te la perdiste ¡Te la perdiste! Eso no puedo perdonármelo.

Hoy siento una frustración casi suicida, no encuentro respuestas, ni salidas, ni más alternativas, siento que todo salio de su cauce desde un descontrol cotidiano que se ha vuelto crónico, pero que no es normal, ni natural, si tal vez común en este mundo caótico ultratecnologizado en el que nos toca habitar.
Siento que todo se me va de las manos, que ya no me responde el cuerpo, ni las emociones, ni la mente, que todo colapso y que han sonado las alarmas de emergencia mil y una veces.
Que la implosión es cada vez más adentro y deja más escombros.
Que las cicatrices que creí superadas, se abren y todas juntas sangrando hasta dejarme sin aire. Que mis sueños insisten en los mares desbordados, en el agua que me tapa el cuello, la casa, la vida y me arrastra hacia profundidades turbias, revolcándome hasta que me despierto, con el corazón en la boca. Las alertas ya no sirven, porque de todas formas, no logro controlar nada.
Insisten los sueños en animales alados que galopan hacia el cielo, en mensajes confusos y a la vez tan lucidos que denotan un inconciente revuelto y atestados de cuervos y ángeles, de sombras y luz, de locura desmedida, de delirios que me hacen creer que existe otro mundo posible y me hacen creer que puedo crear, cocrear y confiar, entregar, soltar, perdonar y aceptar ¿Para que? Si las cosas terminan siendo tan injustas, tan poco nobles, indignantes, desesperantes. Todo eso se va a la mierda cuando la vida no cambia, cuando uno hace todo lo posible y lo imposible y la realidad no cambia ¿Cuál es la puta realidad entonces?
Así me siento hoy, con una tristeza honda, de esas que caminan hasta por los huesos porque tengo la plena conciencia de que la vida es una y es esta y de que no hay más que hoy. Porque mis certezas tambalean en mis pies, porque creí que podía y sabia, porque puse cuerpo y alma, y entregue TODO ¿Para que? Si no podemos manejar nada, ni controlar el destino, ni podemos por más pensamiento positivo, intención, voluntad y psicomagia, torcer el destino y el rumbo de lo que parece ya esta predigitado vaya a saber uno porque o quien...ya no se más nada, porque me resulta injusta cualquier excusa, justificación o respuesta.

Karma de mierda, hoy te odio.

Así me siento hoy, revuelta de pies a cabeza, sola en medio de un desierto que me deja sin agua, sin comida, con un calor que me quema la garganta y los ojos, con una lucidez tan grande que me desorienta y me hace perder en medio de la noche más oscura del mundo, que parece eterna, que se llena de muerte, de finales, de abandonos, de espacios vacíos, de una sensación de caer al vacío una y otra vez, de tocar fondo y salir para que toda esa tierra que tanto trabajo me costo sacar, se vuelva a caer encima ¿Para que? Es todo el tiempo un esfuerzo sobrehumano, y casi divino, de encontrar mi centro y de salir de esos tantos lugares en los que no quiero volver más, infierno y profundidades, para que una vez que lo logro todo vuelva a suceder.
Es circular, enfermante, infernal. Como un castigo o una tortura que se repite y se repite haga lo que haga. Que cambia de persona, de situación, de estrategia, que tiene diferentes nombres, formas y espacios, pero que siempre me deja parada en este lugar de mierda, haga lo que haga.

Hoy quiero encontrar la tecla de “reinicio” pero puta madre, no venimos con eso.
Que crueldad la tuya Dios, no darnos esa chance…

N.P.S

09-10-2013

2 de octubre de 2013

Testigo


Observo caer tus retazos, se resisten, pero caen al fin.
Se desploman las máscaras, se corre el maquillaje.
Contemplo con paciencia, como se descascaran tus realidades.
Aguardo, capa por capa, que la esencia afluya;
sé que los centros siempre están protegidos
y que es solo cuestión de tiempo.

Tus defensas se derrumban, tus excusas, tus pretextos.
Se destiñen los disfraces, uno por uno, dejándote desnudo;
al menos frente a mí.
Tus personajes te abandonan, estas solo con vos mismo
y yo sé que no hay soledad más dura que la de enfrentarse al espejo.
Eso sos, ahí estas, íntegramente: vos.
Esa nada que te parte el pecho, ese ser extraño y tan conocido.
Tu pasado, tus miedos, tu infancia, tus amores, tus odios
y tu bendita ansiedad, que no abandona ni a tu reflejo.

Los fantasmas aparecen todos juntos, como si se autoconvocaran.
También los colores, la luz y la sombra, siempre fluyen juntas.

Te invaden los recuerdos, estas habitado, no podes escapar.
Es momento de enfrentar-te, de sincerar-te, de poder por fin
animarte a ser libre, a conocerte, pero sobre todo
a re-conocerte, que es lo más esencial.

Escucho como me mentís, sin intención, intuyo
porque sé que no sos consiente, no aun.
Sos como un niño, inocente y ingenuo.
Aun así te siento salir del letargo, desperezarte
como el oso polar que hiberno tanto tiempo, que ha olvidado la luz del sol.

Percibo como algo desde adentro
late y puja por abrirse, pétalo a pétalo
así como la primavera, cálida, nace tímidamente
luego del crudo y largo invierno.
La voluntad del ser es así; fuerte y tenaz.
Se te caen las palabras, lo dicen tus ojos
pero aún no lo sabes; yo puedo escuchar esa voz.

Recojo tus escombros, para ayudar a sanar, a rearmarte
aunque esa sea la tarea más individual del mundo, te brindo mis manos;
y también mi corazón, porque yo ya estuve ahí.

Vos también podes florecer
Porque tenes esa capacidad.
Anímate.




N.P.S
02-10-2013

30 de septiembre de 2013

Uno de esos días

Hoy, tengo uno de esos días donde todo se mezcla y eclosiona.
Donde una no puede separar el pasado, del presente, del futuro.
Esos días donde se mezcla como una maraña, todo.
Y cuando digo todo es; la leche, con la sangre, la teta con la luna
el barro entre los dedos y la luz de mi esperanza, la mugre, el sacrificio
y la puta salud tan sutil, que se desequilibra, así…sin reparo.

Hoy tengo uno de esos días donde enfrentaría a Dios cara a cara
y lo desafiaría a mirarnos fijamente a los ojos, a ver si puede sostenerme la mirada.
Le preguntaría muchas cosas, pero sobre todo, disfrutaría sus silencios,
me gusta incomodarlo.

Hoy estoy puérpera, además menstruo, las hormonas caminan hasta por las paredes,
sola, no estoy pero me siento, sola.
Todo resulta injusto, inmerecido y ni siquiera salio el sol.
Tengo un alfajor, esos de mouse que mi abuela regala, de esos que salvan
la huerfandad del corazón, ese puto vacío existencial o como mierda se llame
que ataca a veces con uñas y dientes, hasta dejarnos sin palabras.  

Hoy son un manojo de sensaciones, todas mis personalidades afluyen.
Las que fui, las que enterre, las que soy, las que soñé, las que odio, las que aun no fui.
La niña, la mujer, la madre, la psicóloga, la artesana, la pintora, la que escribe
la espiritual y todos esos roles y calificativos que me ponen, y me pongo. 
Todas.
Imaginen lo que es esa danza en mi cabeza, en mi piel, ese repiqueteo latiendo en mi corazón, como una chacarera doble, sin compás.

Creo que ni Dios podría, atender tantas voces.

N.P.S

30/09/13 

29 de septiembre de 2013

Ciclos naturales

No más espinas, no más esas plantas, bellas, exóticas, divinas en sus flores únicas y extravagantes, que florecen con una fuerza impresionante, solo una vez al año ¿Curioso, no? Es como que cuando se entregan, lo hacen regalando una belleza inigualable, intensas…o será pura identificación, quizá.
Mucho me han enseñado los cactus, me apasionaron por años, crecieron en mi habitación y en todo mi aura, como un desierto, era increíble. Yo sabía las causas, la lógica, comprendía.
Era como una conexión clara, cómplice, un vínculo espejo me gusta llamarle…
Pero un día empezaron a secarse, a dejarse morir, a soltar las espinas, a marchitarse. Y lo que tiene el cactus es que parece que sigue vivo, pero si sabes observarlos de cerca, apenas los tocas se caen de raíz, están secos por dentro, muertos. Otra cosa curiosa que no ocurre con otras plantas.
Una noche dejaron de ser agresivos, esa defensa ante el mundo por la extrema sensibilidad, por la aridez de los lugares que habitan ante los cuales sobreviven de una forma increíble, es como si fuera su naturaleza retener agua y exponerse al sol de frente, sin reparo.
Pero mis cactus una noche dijeron basta, causalmente cuando algo en mi interior también había muerto, había dicho basta. Una vez más compruebo que todos estamos conectados, sin excepción.
Y ahora esa ventana que fue habitada años y años por tantos cactus que desafiaban cada mano que intentaba regarlos, pinchando siempre algún dedo (ni hablar de trasplantarlos).
Ahora ese espacio esta plagado de flores, de fucsia, violeta, amarillo, de tonalidades de verdes como la paleta de un pintor, de los colores de la vida que la naturaleza nos regala, esos mensajes de él…tan perfectos y sutiles.
Aún hay cactus, sí. Que viven, que luchan, que siguen en esa ventana. Nos queremos, ese lazo persiste en algún lugar, pero hay espacio para otras plantas, para convivir en armonía en la diferencia, desde el complemento ¡la biodiversidad! Brindo por eso, celebro las espinas y las flores, porque la existencia es así, opuesta, complementaria, contradictoria, es un espiral constante. Y si algo aprendí, es que los extremos nunca son buenos y que para defenderse del mundo ya no es necesario herir, ni mostrar las espinas, sino simplemente florecer

desde el centro
desde adentro
todo lo demás, se va ordenando solo.

Somos luz, color, energía natural.
Y a veces espinas, también.

Integrar esa dualidad en la unidad, es la respuesta.

N.P.S
25-09-2013





16 de septiembre de 2013

Soltar el pasado


Matar el pasado y parir el presente para poder vivir hoy,
liberada de ese tormento; que no era vida.

-  Nadi vos no sos la misma de antes, sos una mujer nueva – me dijo al final de una larga conversación, profunda y sabia, como las que solemos sostener vida tras vida.
Y comprendí, así como sintiéndome arrastrada por un tornado de recuerdos, imágenes y sensaciones, la profundidad de sus palabras y que realmente hubo un cambio radical y profundo, que ella podía ver provocando mi asombro.
Ese pasado era por fin pasado.
Quiero decir, que ya no me atormenta cada rincón de mi vida.
Quiero decir, que los fantasmas han huido, la oscuridad se disolvió, lo que no fue desapareció, y aleluya, por las sombras que ya no trepan a mis recuerdos.
Porque a ese dolor lo pinte, lo escribí, lo dibuje y lo borre para volver a dibujarlo creyéndolo diferente, lo parí, lo mate, lo sepulte en el fondo del mar pero salía a flote una y otra vez como un tormento que no me dejaba en paz, insistiendo con una tenacidad implacable.
A ese dolor lo psicosomatize, lo hice catarsis, lo perdí junto a mis veinte kilos, lo transpire, lo volví taquicardia, pánico, temblor, vomito, adrenalina, miedo indecible; jamás vuelvas.
A ese dolor lo lleve a terapia, a tres terapeutas diferentes, lo traslade a cantidad de médicos aun sabiendo que no sanan el alma, también lo soñé despierta y dormida, lo remolque enterrado en mis huesos, en el vaivén de mis pasos, en el crujir de mis huesos, en la tristeza de mis ojos y hasta en la comisura de mis labios, lo he visto ahí agazapado esperando la oportunidad, todo momento parecía tentador.
A ese dolor lo exorcice, lo remate y hasta intente regalarlo, pero no era justo que nadie lo recibiera. Ese dolor era mío y tenía que ser mío, lo fue hasta las entrañas.
A ese dolor me atravesó de pies a cabeza sin anestesia ni permiso, fue puntada, calambre, me intoxico hasta el aura, me habito la sangre, la piel. Si, lo empuje al vacío, intente ahogarlo, emborracharlo, enterrarlo en el fin del mundo, lo mastique tantas veces hasta desintegrarlo…pero volvía, una y otra vez, como un desterrado que añora su tierra.
A ese dolor lo pasee por cielo y tierra, por el infierno y el paraíso, lo entregue a Dios y al Diablo, lo enterré y desenterré tantas veces como fue necesario. Viaje con el hasta el fondo más profundo de mi oscuridad, de mi ser, de mi karma, lo sacudí y lo maree intentando persuadirlo pero era inútil, no sanaba la herida, seguía brotando como un volcán de karmas. 
Pero por fin, no sé bien como ni cuando, a ese pasado lo transforme, lo transmute, lo reconvertí, lo destruí para siempre. Victoriosa, porque comprendí que la batalla era conmigo misma y quizá por eso deje de luchar con los otros, porque comprendí algo esencial. Y en medio pude perdonar, aceptar, soltar, comprender desde la empatía y la compasión.

Haber logrado todo este proceso que llevo años tiene una magnitud que no puedo poner en palabras, porque no encuentra la indicada. Volver a mi centro y poder observar objetivamente, como desde un plano superior, lo que paso en cada ciclo con distancia y desapego me permite hoy agradecer a cada persona y a mí misma, por haberme entregado al proceso, con mayor o menor resistencia, pero haberlo atravesado por fin con cuerpo y alma.
El resultado es equilibrio, es armonía, es haber perdido el miedo y haberme recuperado a mí misma, haberme convertido en otra mujer, nueva, transformada, madura desde un lugar diferente en el que nunca estuve, es una tierra nueva, fértil, donde puedo sembrar sin el peso del pasado, de lo que no fue, de lo que no hubo. Ya paso, ya no existe, es una ilusión.
El pasado no se puede cambiar, pero se puede transformar mediante la aceptación, el conocimiento profundo de las causas, pudiendo reconocer desde un lugar consiente la responsabilidad que uno tuvo en los actos y consecuencias, es decir: implicarse.
Soltar ese pasado, usarlo como trampolín y no como sofá, aprender del él, capitalizar la experiencia y lo que nos ha venido a revelar y enseñar, usarlo como herramienta para no estancarse en él mediante la queja y el sufrimiento, es indispensable para poder seguir adelante en el camino de la evolución y de la calidad de vida.
Porque la vida fluye y cambia continuamente
y es la única que tenemos.


N.P.S
12-09-2013 

5 de septiembre de 2013

Acumular vida


Se me acumula la vida, muchas vidas en una sola o mucha soledad en una vida.
Se me acumulan los mundos que hábito y los que me habitan, se me superponen, se me mezclan esquizofrénicamente en mis entrañas.
Se me acumulan las realidades paralelas, alternativas, posibles.
Se me acumulan los proyectos, los sueños, se apilan hasta llegar al cielo.
Se me acumulan los recuerdos como una biblioteca ordenada alfabéticamente por temáticas “drama, romanticismo, misticismo, clásicos” y una lista sin fin. El estante de thriller se balancea a punto de caerse sobre mi pasado.
- Ojala lo destruya sin escrúpulos -  
Se me acumulan los escritos sin terminar, los cuadros sin pintar, las citas que suspendí, las hojas llenas de palabras y de mí, tan de mí que me impresionan.
Se me acumulan las palabras como cadenas que encadenan y asfixian, como jaulas que abren y liberan, como sensaciones que necesito moldear quizás para eternizar lo que late adentro y no se ve, no se sabe, no se dice.
Se me acumulan las ganas; también los silencios.
Se me acumulan las emociones en las pupilas, en los rincones inhóspitos que nadie se anima a recorrer, ese lugar al que pocos pueden sostenerle la mirada.
Me incluyo.
Se me acumula la inspiración y las musas, se me salen por los dedos, por los poros y me desbordo en pensamientos que no encuentran desagote.
Se me acumula la ignorancia entre los ojos ciegos.
Se me acumula el no-tiempo, me corre inexorablemente, en todos los planos posibles, me deja sin aire, sin respiro, sin espacios posibles, a veces.

Más sé, que se me acumula todo esto porque estoy viva
por que amo
por que creo
por que existo 
por que confió
por que estoy siendo ahora con la intensidad que soy, siempre
y acumulo tanta vida, más la que vivo,

que podría vivir mil vidas más y aun
no seria suficiente.

No se si eso es bueno o es malo, el juicio también se acumula y eso pesa.
La acumulación es densa pero también implica un costado constructivo y positivo en nuestras vidas, nos esta diciendo algo. Pobre alma aquella que no acumula ganas, fantasías, sueños, inspiración. Pobre aquel que no le queda nada por hacer, porque el motor de la vida es el deseo que se acumula y va formando, eslabón por eslabón, una larga fila que nos separa de la muerte.

N.P.S
Agosto 2013



Realidad-es


La realidad como una red entretejida, finamente, por todos.
Y cuando digo todos, me refiero a cada ser que habito este Universo.
Cuando esa maya se abre por alguna razón desconocida, revelando un nuevo plano, entonces me vuelvo observadora de LA realidad, despierto del sueño, suelto las mascaras; atónita. Se diluyen los disfraces; no hay quien los sostenga y entonces, tomo conciencia de la ilusión en la que estamos inmersos. Se revela la matriz, la vista se nubla y por un segundo se diluye e interrumpe “la realidad”, es decir: el mundo tal cual lo conocemos con sus colores, su materia, sus dimensiones, su forma ¡Pum, desaparece!
Y en ese segundo no hay sonido, ni color, ni olores, no hay sentidos ordinarios.
No hay…
…apenas lucidez
Impalpable
Impostergable, lucidez.

No puedo poner en palabras una sensación tan fugaz como misteriosa, tan ajena y sin embargo, universal.
Me cuesta nombrar lo que no comprendo, nos enseñaron a llenar todo de calificativos pero no se puede poner palabras a lo que no fue creado, a lo que desconocemos y nos habita, nos invade, nos atraviesa.
Me niego a racionalizar en palabras lo sublime de una experiencia que insiste en presentarse sin orden, sin permiso, sin filtros, espontáneamente.
Apenas la comprendo y sin embargo se que es una puerta mas –inmensa, extraordinaria – hacia el conocimiento de “lo real”.
Un velo mas que se corre, una capa más de la cebolla que cae, un paso más cerca hacia el centro
de uno mismo
del universo
del todo, que es uno
de este misterioso juego,
que es nuestra existencia.

«La realidad es aquello que, incluso aunque dejes de creer en ello, sigue existiendo y no desaparece»
Philip Dick 

N.P.S
Septiembre 2013