14 de diciembre de 2013

El camino de regreso


Camino sobre el fuego; ya no quema, mis pies son duros y están enraizados al centro de esta Bendita Tierra, Madre. El miedo desaparece cuando se han atravesado infiernos de lava y cuervos.

Sé quién soy, no hay límites cuando estas con el corazón abierto. Emprendo el vuelo de una búsqueda sin final, que ya ni se cuando comenzó.

Me deshago de este rumiar tortuoso que es el pasado, que embate una y otra vez con una fuerza arrasadora, trayendo la desdicha y la desesperanza en cada respiración. El retorno continuo de lo que no esta, lo que no fue, lo que ha muerto, de lo que no elijo y sucede una y otra vez como un circulo sin fin. La famosa compulsión a la repetición, la destierro.

Cierro los ojos y escucho mi susurro interior, guía honesta e íntima que apacigua ansiedades y responde a dudas existenciales que no encuentran respuesta. El ruido del mundo, de los otros y el de mi propia mente no me permiten en el devenir cotidiano, escuchar esa esencia que si sabe de la razón de cada hecho.
Causa y efecto, acepto y suelto, intento seguir adelante desde mi lucha interior, esa que yo sola conozco y resisto, celebro y combato.

Integro los opuestos, reconstruyo mi identidad, me complemento a mí misma.

Me despojo de los ideales ilusorios que empañan mi visión y sobre exigen a mi espíritu, a mi cuerpo y a todo lo que soy, a dar más de lo que puedo y a esperar más de lo que existe. Abandono la perfección para aceptarme humana y limitada, sabiendo que doy todo lo que puedo desde la mejor intención y voluntad.  

Acepto y construyo mi realidad, que es mágica también y posible sobre todo. Mi propia utopía en la Tierra, la historia que elijo seguir viviendo, que es diferente, compleja y requiere de un esfuerzo personal inmenso, pero es la que mi naturaleza me dicta. Aceptarla es parte del proceso, aunque no sea lo que soñé, lo que elijo muchas veces, esto también es parte de lo que soy.

Sostengo y cultivo cada dia de mi vida, con esfuerzo, paciencia y una fuerza interior que a veces me sorprende, esa parte que desconozco de mi misma y resurge en los momentos más ásperos y desoladores para recordarme quien soy realmente. No estoy sola.

Una vez más emprendo el desafío de enfrentarme al laberinto de quien soy, el espinoso camino de intentar comprender las reglas de este misterioso universo que nunca lograremos abarcar. Tomar la punta del ovillo y animarse a desenredarlo con filosofía, sabiendo que enredarse es inevitable y habrá que volver a empezar. Otra vez desglosar destino,  el karma y los astros, para intentar justificar o darle un sentido a lo que no tiene respuesta. Me zambullo en el mar de las emociones, de la vida, de la fecundidad y nado tan profundo como sea necesario.

Reconecto con mi fuente infinita, me enfoco en mi centro, sabiendo que el único compromiso es conmigo misma y que todo lo demás, es pasajero.
Capitalizo cada experiencia de vida intentando soltar el dolor para que vuele y se transforme en algo mejor, para que cada experiencia, ciclo y ser humano que me atraviese me nutra y reconstruya desde cada rincón y plano, con el fin de poder reencontrarme a mí misma y ser feliz en la unidad. Poder brindarle al mundo también, la mejor versión de mi misma, esa es también mi responsabilidad.

Confío en esa energía creadora que es el Alma de todo, el Amor. Entrego a mis guías y a mi Maestro lo que me sobrepasa, lo que no puedo sostener más, lo que no comprendo. Y en esa entrega, dejo que fluya hacia mí y desde mí, todo lo que sea necesario que se mueva, muera y nazca.  

Reconecto una vez más con el camino que me lleva a ese espacio de armonía y comunión que me devuelve la paz mental, la serenidad en mi respiración, en mis pasos, en mi manera de ser y estar en este Universo. Cultivo y sostengo ese espacio de búsqueda por el simple hecho de que me hace bien, desde la sonrisa hasta el Alma, me equilibra.
Allí es donde realmente me siento completa y no necesito más nada. Allí cesa el deseo, la febrilidad mental, el cuerpo es vehículo y somos observadores de este juego llamado vida, desde allí tomamos conciencia real de quienes somos y que estamos haciendo acá, en esta experiencia humana.

Hay un todo que nos habita, inexplicable. 

He vuelto a casa.

N.P.S

14-12-13 

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