25 de febrero de 2012

Recoincidir

Recoincidir en algún instante perdido del tiempo, cuando la partícula más pequeña del átomo salta y desaparece - aun no se sabe hacia donde - en algunos de todos esos mundos posibles que habitamos vos y yo. Tal vez ni siquiera sean los mismos mundos, pero es probable que en alguno podamos encontrarnos o mejor dicho reencontrarnos en el que ya alguna vez nos olfateamos. Aunque, bien sabemos, nos volveremos a dispersar, a perder y a reexperimentar una y mil veces para re-reencontrarnos en algún otro universo paralelo imposible con otro envase y fuera de tiempo;

y espacio.

Quizá ya no nos reconozcamos, pero nos conozcamos por fin.

Así es la vida un laberinto de posibilidades, obstaculizadas por el destino previsible que escribimos sin recordarlo, aunque el libre albedrío exista y nos trascienda, más allá de la propia y ajena;

muerte.

Esa es la idea.

¿…no?

N.P.S

25/02/12

11 de febrero de 2012

Eso que somos

Me atraviesa la conciencia y el re-conocmiento de mi propio cuerpo femenino, lunático, acuático.

Cuando el portal se abre, en principio la luz enceguece, pero luego se equilibra en una iluminación perfecta combinada con las sombras más desafiantes.

Los registros almicos de mi parte femenina se aunaron en comunión con la memoria del inconciente colectivo que nos habita - sutilmente - de forma subacuatica e inunda cada una de nuestras células, cohabitando todas y cada una de nuestra encarnaciones.

Solo es cuestión de permitir despertar al instinto, de dejarlo/nos fluir e invadir por esa fuerza superior y ancestral, confiando en que es sinónimo de sabiduría. Querer controlar algo, de ese gran todo, solo puede provocar más descontrol, confusión y desconocimiento. Hay que animarse a enfrentar lo más animal que nos encarna. Lograr conjugar la tierra con el cielo, la parte más terrenal que nos comanda como mamíferos con los fragmentos de nuestra esencia; seres espirituales viviendo una experiencia humana.

Poder aceptar el poder que se nos confiere.

Somos lobas.

Somos leonas.

Somos hembras.

Somos la tierra enraizada

el cielo etéreo, la pasión del fuego

y la calma junto a la fuerza del agua.

Somos la luz, materializada.

N.P.S

11/02/12

10 de febrero de 2012

Lo que nace


Una mujer parada con su bebé en brazos en medio de la vida, frente a frente con el mundo real.

Nada, ni nadie, te da más fuerza.

Nada consigue darle tanto sentido a la vida, como un hijo.

La perspectiva del mundo ha cambiado por completo en cada mínimo detalle, en cada estructura y dinámica,

en cada reflejo y espejo.

Nada es igual.

No se piensa, ni se siente, ni se observa igual antes y después de ser madre. Cambian las prioridades, para siempre

Cambia absolutamente el Universo o mejor dicho una cambia la visión al respecto en base a conocer y re-conocer el verdadero Amor incondicional y la verdadera naturaleza femenina ancestral.
Una sabiduría innata nos habita y empapa de un néctar tan especial y único, que nos vuelve fuertes frente a todo.

Una mujer en un pasillo infinito camina lentamente, con su niño en brazos, hacia la luz;
los hijos iluminan las sombras como nadie más puede hacerlo.

Nada puede detenerla, no existe energía superior, sensibilidad más profunda, comunión más intensa,
conexión más transparente, no existe.

Es indecible todo lo que nace cuando nace un hijo. Todo lo que existe desde que ellos existen.

Todo lo que nos dan, nos responden, nos regalan.

Cuando nace un hijo nace una madre y un mundo nuevo por descubrir, junto a su pequeña mano y primeros pasos.


N.P.S

10/02/12

5 de febrero de 2012

Antes


Hay que establecer las dinámicas antes que las dinámicas nos establezcan.

Hay que enterrar los recuerdos antes que ellos nos entierren.

Hay que definir las reglas antes que las reglas nos definan.

Hay que reinventar al amor antes que el amor nos reinvente.

Hay qua tomar decisiones antes que las decisiones nos tomen.

Hay que marcar los límites antes que los límites nos marquen.

Hay que diluir las cicatrices antes que las cicatrices nos diluyan.

Hay que atravesar la vida antes de que la vida nos atraviese.

Hay que delimitar las metas antes que las metan nos delimiten.

Hay que aceptar la muerte antes de la que la muerte nos acepte.

Hay que sembrar la paz antes que la paz nos siembre.

Hay que confiar en los cambios antes de que los cambios se nos confíen.

El Universo tiene fé en nosotros antes de que nosotros tengamos fé en él.

N.P.S

04/02/12




1 de febrero de 2012

¿Cuántas veces?

Cuantas veces escarbamos en el interior de otro, en su historia personal, en las miserias más profundas y en sus defectos más dolorosos...sin medir los daños, prejuzgando, señalando, creyendo que sabemos algo acerca de esa persona o sintiéndonos superiores con derecho a poder opinar, criticar y calificar sobre los actos del resto.

Cuanto tardamos a veces en tomar real conciencia del impacto que tienen nuestras palabras en otro sujeto que es un ser humano tal como nosotros, aunque a veces aparente ser frío o distante, es solo parte de un sistema defensivo complejo y delicado que todos poseemos de alguna u otra forma. Considero que la empatia es fundamental, en todo vínculo humano sano y amoroso, cuando no la hay solo podemos sentarnos a juzgar al otro como si fuese de piedra o como si realmente pudiéramos ver que es lo que hay en su interior.

Cuantas veces comparamos nuestra infelicidad o nuestros problemas con los ajenos para sentirnos menos culpables, un poco menos responsables de aquello que nos sucede “mágicamente” por que no aceptamos que somos la mitad del problema, o al menos una parte. Será porque la culpa compartida es más liviana, pareciera que nos hace sentir "menos mal" sacar a relucir las miserias ajenas e ignorar así las propias, deshaciéndonos de ellas, barriendo bajo la alfombra ¿Cuán mugrosos podemos llegar a ser cuando se trata de no enfrentarnos a la propia realidad interna? Cuando es más cómodo no hacerse cargo, manipular la realidad, proyectar en los múltiples espejos el reflejo de lo que nos duele en cada célula y nos acalambra el Alma, pero nos cuesta ver, aceptar, transitar. Eso también somos nosotros, me atrevo a decir, somos más nosotros que todo el resto que podemos conocer y elegimos mostrar. Por eso quien no conoce nuestras sombras, nuestros defectos, nuestra cara oscura…entonces, honestamente, no nos conoce.

¿Cuántas veces más - me pregunto - cargaremos sobre espaldas ajenas nuestra propia sombra y cuantas veces más cargaremos sobre nuestra espalda la sombra de los demás simplemente por ser buenos, sensibles y no saber poner límites a tiempo? ¿Tanto cuesta despertar, enfrentarse al espejo, re-conocerse en la más pura luz, que parece enceguecer y asustar aun más, que la profunda oscuridad? ¿Cuántas veces más vamos a permitir que esa misma mirada del otro posada sobre uno nos construya, destruya y reconstruya sin tregua, sin permiso? ¿Cuántas teorías egoístas y miopes sobre nuestra propia vida vamos a tolerar? ¿Cuantas versiones limitantes y pacatas pueden inventar las personas con tal de no mirarse a si mismas?

¿Hasta donde y hasta cuando es necesario hurgar en el inconciente, correr los velos, hacer sonar todas las alarmas, soltar amarras, abrir esas puertas que parecen cerradas bajo cientos de candados? ¿Es efectivamente sanador ese proceso? ¿Qué es realmente lo que promueve un cambio subjetivo verdadero? ¿Cómo medir cual es la profundidad exacta donde frenar a tiempo? ¿Cómo separar al otro de mí, si somos una unidad indivisible? ¿Cómo hacer daño sin herirse? ¿Cómo dañarse a si mismo sin provocar efectos en los demás? Todo, absolutamente todo, esta tejido por un hilo invisible; estamos indefectiblemente interconectados entre nosotros, al Cosmos y a cada particular de la naturaleza. Parece sencillo, mágico…y sin embargo que difícil parece a veces todo cuando los cuestionamientos son tan existenciales y sin respuesta, cuando se trata de lo abstracto, de la mente, de los límites borrosos, de las preguntas sin respuestas univocas, de la multiplicidad de puertas que abre y cierra la vida, sin preguntar.

Si, realmente me gustaría ser más superficial, fría y ajena a esa realidad velada que veo con tanta claridad.

Que siempre vi, con tantos ojos simultáneamente. No puede volver a dormir, aquel que algún día los abrió.

Asistir en silencio a lo invisible, apagar mis sentidos, disfrutar sin cuestionarme nada.

Hay días que siento así, hay noches que bendigo estar tan despierta y no temerle al espejo, nunca más.

¿Cuantas veces más?


N.P.S

Enero 2012