30 de septiembre de 2013

Uno de esos días

Hoy, tengo uno de esos días donde todo se mezcla y eclosiona.
Donde una no puede separar el pasado, del presente, del futuro.
Esos días donde se mezcla como una maraña, todo.
Y cuando digo todo es; la leche, con la sangre, la teta con la luna
el barro entre los dedos y la luz de mi esperanza, la mugre, el sacrificio
y la puta salud tan sutil, que se desequilibra, así…sin reparo.

Hoy tengo uno de esos días donde enfrentaría a Dios cara a cara
y lo desafiaría a mirarnos fijamente a los ojos, a ver si puede sostenerme la mirada.
Le preguntaría muchas cosas, pero sobre todo, disfrutaría sus silencios,
me gusta incomodarlo.

Hoy estoy puérpera, además menstruo, las hormonas caminan hasta por las paredes,
sola, no estoy pero me siento, sola.
Todo resulta injusto, inmerecido y ni siquiera salio el sol.
Tengo un alfajor, esos de mouse que mi abuela regala, de esos que salvan
la huerfandad del corazón, ese puto vacío existencial o como mierda se llame
que ataca a veces con uñas y dientes, hasta dejarnos sin palabras.  

Hoy son un manojo de sensaciones, todas mis personalidades afluyen.
Las que fui, las que enterre, las que soy, las que soñé, las que odio, las que aun no fui.
La niña, la mujer, la madre, la psicóloga, la artesana, la pintora, la que escribe
la espiritual y todos esos roles y calificativos que me ponen, y me pongo. 
Todas.
Imaginen lo que es esa danza en mi cabeza, en mi piel, ese repiqueteo latiendo en mi corazón, como una chacarera doble, sin compás.

Creo que ni Dios podría, atender tantas voces.

N.P.S

30/09/13 

29 de septiembre de 2013

Ciclos naturales

No más espinas, no más esas plantas, bellas, exóticas, divinas en sus flores únicas y extravagantes, que florecen con una fuerza impresionante, solo una vez al año ¿Curioso, no? Es como que cuando se entregan, lo hacen regalando una belleza inigualable, intensas…o será pura identificación, quizá.
Mucho me han enseñado los cactus, me apasionaron por años, crecieron en mi habitación y en todo mi aura, como un desierto, era increíble. Yo sabía las causas, la lógica, comprendía.
Era como una conexión clara, cómplice, un vínculo espejo me gusta llamarle…
Pero un día empezaron a secarse, a dejarse morir, a soltar las espinas, a marchitarse. Y lo que tiene el cactus es que parece que sigue vivo, pero si sabes observarlos de cerca, apenas los tocas se caen de raíz, están secos por dentro, muertos. Otra cosa curiosa que no ocurre con otras plantas.
Una noche dejaron de ser agresivos, esa defensa ante el mundo por la extrema sensibilidad, por la aridez de los lugares que habitan ante los cuales sobreviven de una forma increíble, es como si fuera su naturaleza retener agua y exponerse al sol de frente, sin reparo.
Pero mis cactus una noche dijeron basta, causalmente cuando algo en mi interior también había muerto, había dicho basta. Una vez más compruebo que todos estamos conectados, sin excepción.
Y ahora esa ventana que fue habitada años y años por tantos cactus que desafiaban cada mano que intentaba regarlos, pinchando siempre algún dedo (ni hablar de trasplantarlos).
Ahora ese espacio esta plagado de flores, de fucsia, violeta, amarillo, de tonalidades de verdes como la paleta de un pintor, de los colores de la vida que la naturaleza nos regala, esos mensajes de él…tan perfectos y sutiles.
Aún hay cactus, sí. Que viven, que luchan, que siguen en esa ventana. Nos queremos, ese lazo persiste en algún lugar, pero hay espacio para otras plantas, para convivir en armonía en la diferencia, desde el complemento ¡la biodiversidad! Brindo por eso, celebro las espinas y las flores, porque la existencia es así, opuesta, complementaria, contradictoria, es un espiral constante. Y si algo aprendí, es que los extremos nunca son buenos y que para defenderse del mundo ya no es necesario herir, ni mostrar las espinas, sino simplemente florecer

desde el centro
desde adentro
todo lo demás, se va ordenando solo.

Somos luz, color, energía natural.
Y a veces espinas, también.

Integrar esa dualidad en la unidad, es la respuesta.

N.P.S
25-09-2013





16 de septiembre de 2013

Soltar el pasado


Matar el pasado y parir el presente para poder vivir hoy,
liberada de ese tormento; que no era vida.

-  Nadi vos no sos la misma de antes, sos una mujer nueva – me dijo al final de una larga conversación, profunda y sabia, como las que solemos sostener vida tras vida.
Y comprendí, así como sintiéndome arrastrada por un tornado de recuerdos, imágenes y sensaciones, la profundidad de sus palabras y que realmente hubo un cambio radical y profundo, que ella podía ver provocando mi asombro.
Ese pasado era por fin pasado.
Quiero decir, que ya no me atormenta cada rincón de mi vida.
Quiero decir, que los fantasmas han huido, la oscuridad se disolvió, lo que no fue desapareció, y aleluya, por las sombras que ya no trepan a mis recuerdos.
Porque a ese dolor lo pinte, lo escribí, lo dibuje y lo borre para volver a dibujarlo creyéndolo diferente, lo parí, lo mate, lo sepulte en el fondo del mar pero salía a flote una y otra vez como un tormento que no me dejaba en paz, insistiendo con una tenacidad implacable.
A ese dolor lo psicosomatize, lo hice catarsis, lo perdí junto a mis veinte kilos, lo transpire, lo volví taquicardia, pánico, temblor, vomito, adrenalina, miedo indecible; jamás vuelvas.
A ese dolor lo lleve a terapia, a tres terapeutas diferentes, lo traslade a cantidad de médicos aun sabiendo que no sanan el alma, también lo soñé despierta y dormida, lo remolque enterrado en mis huesos, en el vaivén de mis pasos, en el crujir de mis huesos, en la tristeza de mis ojos y hasta en la comisura de mis labios, lo he visto ahí agazapado esperando la oportunidad, todo momento parecía tentador.
A ese dolor lo exorcice, lo remate y hasta intente regalarlo, pero no era justo que nadie lo recibiera. Ese dolor era mío y tenía que ser mío, lo fue hasta las entrañas.
A ese dolor me atravesó de pies a cabeza sin anestesia ni permiso, fue puntada, calambre, me intoxico hasta el aura, me habito la sangre, la piel. Si, lo empuje al vacío, intente ahogarlo, emborracharlo, enterrarlo en el fin del mundo, lo mastique tantas veces hasta desintegrarlo…pero volvía, una y otra vez, como un desterrado que añora su tierra.
A ese dolor lo pasee por cielo y tierra, por el infierno y el paraíso, lo entregue a Dios y al Diablo, lo enterré y desenterré tantas veces como fue necesario. Viaje con el hasta el fondo más profundo de mi oscuridad, de mi ser, de mi karma, lo sacudí y lo maree intentando persuadirlo pero era inútil, no sanaba la herida, seguía brotando como un volcán de karmas. 
Pero por fin, no sé bien como ni cuando, a ese pasado lo transforme, lo transmute, lo reconvertí, lo destruí para siempre. Victoriosa, porque comprendí que la batalla era conmigo misma y quizá por eso deje de luchar con los otros, porque comprendí algo esencial. Y en medio pude perdonar, aceptar, soltar, comprender desde la empatía y la compasión.

Haber logrado todo este proceso que llevo años tiene una magnitud que no puedo poner en palabras, porque no encuentra la indicada. Volver a mi centro y poder observar objetivamente, como desde un plano superior, lo que paso en cada ciclo con distancia y desapego me permite hoy agradecer a cada persona y a mí misma, por haberme entregado al proceso, con mayor o menor resistencia, pero haberlo atravesado por fin con cuerpo y alma.
El resultado es equilibrio, es armonía, es haber perdido el miedo y haberme recuperado a mí misma, haberme convertido en otra mujer, nueva, transformada, madura desde un lugar diferente en el que nunca estuve, es una tierra nueva, fértil, donde puedo sembrar sin el peso del pasado, de lo que no fue, de lo que no hubo. Ya paso, ya no existe, es una ilusión.
El pasado no se puede cambiar, pero se puede transformar mediante la aceptación, el conocimiento profundo de las causas, pudiendo reconocer desde un lugar consiente la responsabilidad que uno tuvo en los actos y consecuencias, es decir: implicarse.
Soltar ese pasado, usarlo como trampolín y no como sofá, aprender del él, capitalizar la experiencia y lo que nos ha venido a revelar y enseñar, usarlo como herramienta para no estancarse en él mediante la queja y el sufrimiento, es indispensable para poder seguir adelante en el camino de la evolución y de la calidad de vida.
Porque la vida fluye y cambia continuamente
y es la única que tenemos.


N.P.S
12-09-2013 

5 de septiembre de 2013

Acumular vida


Se me acumula la vida, muchas vidas en una sola o mucha soledad en una vida.
Se me acumulan los mundos que hábito y los que me habitan, se me superponen, se me mezclan esquizofrénicamente en mis entrañas.
Se me acumulan las realidades paralelas, alternativas, posibles.
Se me acumulan los proyectos, los sueños, se apilan hasta llegar al cielo.
Se me acumulan los recuerdos como una biblioteca ordenada alfabéticamente por temáticas “drama, romanticismo, misticismo, clásicos” y una lista sin fin. El estante de thriller se balancea a punto de caerse sobre mi pasado.
- Ojala lo destruya sin escrúpulos -  
Se me acumulan los escritos sin terminar, los cuadros sin pintar, las citas que suspendí, las hojas llenas de palabras y de mí, tan de mí que me impresionan.
Se me acumulan las palabras como cadenas que encadenan y asfixian, como jaulas que abren y liberan, como sensaciones que necesito moldear quizás para eternizar lo que late adentro y no se ve, no se sabe, no se dice.
Se me acumulan las ganas; también los silencios.
Se me acumulan las emociones en las pupilas, en los rincones inhóspitos que nadie se anima a recorrer, ese lugar al que pocos pueden sostenerle la mirada.
Me incluyo.
Se me acumula la inspiración y las musas, se me salen por los dedos, por los poros y me desbordo en pensamientos que no encuentran desagote.
Se me acumula la ignorancia entre los ojos ciegos.
Se me acumula el no-tiempo, me corre inexorablemente, en todos los planos posibles, me deja sin aire, sin respiro, sin espacios posibles, a veces.

Más sé, que se me acumula todo esto porque estoy viva
por que amo
por que creo
por que existo 
por que confió
por que estoy siendo ahora con la intensidad que soy, siempre
y acumulo tanta vida, más la que vivo,

que podría vivir mil vidas más y aun
no seria suficiente.

No se si eso es bueno o es malo, el juicio también se acumula y eso pesa.
La acumulación es densa pero también implica un costado constructivo y positivo en nuestras vidas, nos esta diciendo algo. Pobre alma aquella que no acumula ganas, fantasías, sueños, inspiración. Pobre aquel que no le queda nada por hacer, porque el motor de la vida es el deseo que se acumula y va formando, eslabón por eslabón, una larga fila que nos separa de la muerte.

N.P.S
Agosto 2013



Realidad-es


La realidad como una red entretejida, finamente, por todos.
Y cuando digo todos, me refiero a cada ser que habito este Universo.
Cuando esa maya se abre por alguna razón desconocida, revelando un nuevo plano, entonces me vuelvo observadora de LA realidad, despierto del sueño, suelto las mascaras; atónita. Se diluyen los disfraces; no hay quien los sostenga y entonces, tomo conciencia de la ilusión en la que estamos inmersos. Se revela la matriz, la vista se nubla y por un segundo se diluye e interrumpe “la realidad”, es decir: el mundo tal cual lo conocemos con sus colores, su materia, sus dimensiones, su forma ¡Pum, desaparece!
Y en ese segundo no hay sonido, ni color, ni olores, no hay sentidos ordinarios.
No hay…
…apenas lucidez
Impalpable
Impostergable, lucidez.

No puedo poner en palabras una sensación tan fugaz como misteriosa, tan ajena y sin embargo, universal.
Me cuesta nombrar lo que no comprendo, nos enseñaron a llenar todo de calificativos pero no se puede poner palabras a lo que no fue creado, a lo que desconocemos y nos habita, nos invade, nos atraviesa.
Me niego a racionalizar en palabras lo sublime de una experiencia que insiste en presentarse sin orden, sin permiso, sin filtros, espontáneamente.
Apenas la comprendo y sin embargo se que es una puerta mas –inmensa, extraordinaria – hacia el conocimiento de “lo real”.
Un velo mas que se corre, una capa más de la cebolla que cae, un paso más cerca hacia el centro
de uno mismo
del universo
del todo, que es uno
de este misterioso juego,
que es nuestra existencia.

«La realidad es aquello que, incluso aunque dejes de creer en ello, sigue existiendo y no desaparece»
Philip Dick 

N.P.S
Septiembre 2013