Gracias porque estas siempre, por tu mensaje incondicional.
Gracias por latir dentro de mí, por ese pulso que me guía.
Ahí donde hay un espacio (sospecho
que en el corazón) que permanece inmutable al tiempo, que no se oxida, que
no se llena de telarañas, ni de juicios racionales, ni de estupideces humanas,
un espacio que es inquebrantable a todo.
Ese lugar es intocable, sagrado.
Ese lugar es intocable, sagrado.
Allí atesoro a las personas y los momentos más maravillosos
de mi vida;
Vos lo habitas desde que nuestros ojos se entrelazaron por
primera vez hace tantos años ya, o los suficientes para sentir tu ausencia y
desear abrazarte por horas.
Habitas desde otras vidas, desde todos los planos, sos como
una parte de mí, indivisible, que me construye y reconstruye, que me ha
destruido también y gracias a eso enseñado lecciones vitales sobre mi misma,
del amor y de las elecciones de vida.
Gracias, por seguir regalándome verdades en medio de tanta
muerte.
Por ser un haz de luz en la oscuridad más profunda.
Por esas melodías especiales que me sacuden el cuerpo, me
acarician el corazón y me hacen ponerme de pie, este donde este.
Gracias por gestar en mi tantas sonrisas y por tener el poder
de viajar en el viento y hacerme saber que estas, pese a las distancias, los
años y la vida, toda.
y todo lo demás, que vos y yo, sabemos...
N.P.S
16-10-2013
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