5 de septiembre de 2011

Creo, confío y sé

Creo en mi fuerza, esa que me elevo desde el fondo del infierno mismo, esa que me saco a flote cuando me hundí en las profundidades del Mar, la misma fuerza que hoy hace que sea la mujer que soy. Un poder sobrehumano me impulsa siempre a seguir adelante, aún cuando la noche parece eterna y la oscuridad impermeable, puedo.

Aun cuando se diluyen todas las respuestas y el eco de nuestro corazón nos ensordece, creo.

Creo en mi determinación y en que mis decisiones son las mejores que pude haber tomado, pese a los errores y las caídas, siempre todo lo hago de corazón e instinto. Ser autentica y sincera tiene un alto costo, pero elijo transitarlos antes ser una duplicado y no respetar mi propia esencia, por los miedos impuestos, por las falsas creencias.

Confió en mi entereza, en mis capacidades y herramientas, en toda mi formación de esta y otras vidas, confió en quien soy. Nunca tuve dudas, me busco y me encuentro siempre; si me escondo es solo por que soy demasiado sensible. Demasiado.

Confió hoy más que nunca en la sabiduría de mi cuerpo, en lo ancestral de mi femineidad, en el latir incansable de la vida y el Milagro que crece, confió.

Confió en la entrega, en desplomarse desde lo más profundo para poder entregar al Universo todo, tal vez ya resignada de este desborde de dar que me ha caracterizado siempre. Confió en que por fin es momento de ser justa conmigo misma y tener más dignidad, sobre todo por la vida que nutro y construyo en mi interior. Ya basta de hacer el mismo papel una y otra vez, algo tengo que aprender de todo esto ¿Cómo puede costar tanto ser menos compasiva?

Cuando hay dos corazones en juego, la loba instintiva no obedece lógicas incoherentes.

Confió en la aceptación de que no todo es como queremos, de que los sueños se vuelan, de que siempre hay alguien dispuesto a soplarnos el castillo de naipes que con tanto esfuerzo hemos construido. Sé que la vida no avisa, la muerte no pide permiso y las cosas a veces parecen tan duras, que desesperan. De nada sirve llorar ni rezar, las cosas son.

Por eso aprendí que aceptar es una de las maneras más poderosas de vivir el presente con la máxima energía y no desperdiciarla en intentar torcer los hilos del destino.

Aceptar que no somos dueños absolutos ni de nosotros mismos, es un paso hacia la paz interior. Entregar y soltar para que fluya y sea lo que tenga que ser, lo cual a pesar de todo, generalmente es lo mejor.

Confió en ese “otro” aun cuando la desilusión es tan grande que nos destroza el corazón, soy de las que piensa que la vida siempre vale la pena y de que entre medio de tanta ausencia y egoísmo, hay corazones brillantes dispuestos a sonreírte incondicionalmente cuando más lo necesitas.

Y si alguna vez no hubo nadie, ame la luz, entregue y acepte, sin condiciones.

Sé que no hay formulas ni recetas para vivir; salvo las que construye uno.

Porque la vida misma se edifica peldaño a peldaño, y que cuando falta uno muy grande (o varios) la escalera esta incompleta y las caídas son más fuertes, sobre todo cuando son inesperadas.

Así también lo es el impulso, todo se compensa. Dios es más justo de lo que podemos saber.

Cuando me preguntan como hago, como hice, como puedo no se que responder pero una fuerza vital se apodera de mi, me empodera las manos y la voz para hacerse escuchar.

Simplemente lo hago, tal vez porque el instinto de supervivencia siempre es más fuerte, tal vez porque es mi naturaleza o quizás sea que tengo más entereza de la que alguna vez creí.

Me falto confiar y creer en mí, pensando que sabía quien era o que era la vida, cuando en realidad muchas veces no sabemos nada. Ahí es donde la vida te muestra, quien sos.

Cuando en medio de la soledad más profunda te chocas de frente con tanta crudeza. Esos son los momentos más lucidos de nuestra existencia, que a veces por miedo esquivamos, pero puedo asegurar que son los más necesarios para crecer y conocer la vida desde adentro.

Decía Nietzsche que lo que no nos mata te hace más fuertes, cuesta no morir cuando la vida cae sobre las vértebras de una manera tan implacable ¿No? Por eso considero que es tan necesario confiar, creer y saber para poder salir de entre los escombros y gritar ¡Que estamos vivos, enteros! Estamos…

Por todo y a pesar de todo, elegimos seguir.

Estoy convencida de que somos lo que creemos, si confiamos en lo que somos.

Lo sé.

N.P.S

05/09/11

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