9 de abril de 2010

En tú meciDos

Llorar la vida y regar la muerte.
Llorar la historia, llorARTE cuando el mundo, ahora, necesita agua limpia.
¿Cómo permanecer limpio en un mar aun sucio de ausencias?
¿Cómo flotar cuando el peso del pasado se acumula en mis pupilas?
Cuando un acorde me destroza los oídos y me fibrila el corazón.
Cuando no son mis manos las que escriben, ni mi conciencia la que elije, ni mis palmas las que apuntan al cielo, ni mis palabras…ni siquiera, las que me deletrean.
¿Cuánto llora un niño por la siembra contaminada de los ojos curtidos por el sol y esos amaneceres guardados en un baúl, incoloro y oxidado?
Ojos de miel y huellas de barro estancadas en mi garganta.
Candados y palomas blancas, plumas negras y llaves hundidas en el fondo de un mar salvaje.
La luna se aleja y tal vez ya nunca la he de alcanzar.
Correr es inútil cuando resbalamos con el mismo escalón de la miseria humana que nos ahoga.
Eslabones de una misma cadena en la estupida carrera que avanza sin rumbo, tras cada peldaño de desesperación y oscuridad.
Una mano, en el rincón de nuestra inexistencia, que me salve del vacío de tu presencia.
Nos corre la vida, nos alcanza la muerte y en ese estupido sin sabor permanecemos; intentando retener la esencia de lo permanente en lo transitorio.

N.P.S
03/04/10

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