Tres palabras de cinco letras que empiezan con C y terminan
con R, tres verbos, tres significados diferentes que confluyen en algo tan
similar y particular, como si se hilaran en un ciclo interdependiente. Es un
juego de palabras donde es difícil determinar cual va primero o después, más
complejo aún que el huevo y la gallina.
En principio uno desea tener un hijo, cree en esa
posibilidad, confía en la naturaleza y así lo concibe, crea una vida, la gesta
y luego cría a ese ser humano que creo.
Criar es crear y creer continuamente, día tras días desde el
primer momento. Los nueve meses de gestación resultan increíbles tomar
conciencia de que estamos creando un ser humano perfecto en nuestro vientre es
de ciencia ficción. Mediante miles de procesos naturales nuestra cría se va
formando aunque generalmente no nos paremos a pensar, a creer o no en el
milagro del que somos participes y testigos, porque es algo que acontece de
manera involuntaria y natural, sin embargo una nueva vida se esta creando. En lo
que respecta al parto estoy convencida que creer es fundamental; creer en
nosotras mismas y confiar en la sabiduría de nuestro cuerpo femenino, creer que
la naturaleza siempre es sabia (incluso la humana), creer que estamos
capacitadas para parir un bebé así como lo creamos dentro de nuestro propio
cuerpo y confiar en que él va a saber cuando y como salir y vivir fuera de la
panza. Cada pequeño paso se trata de creer y también de crear espacios donde
cada una se sienta cómoda y en paz de la forma personal que sienta, saber
escuchar al cuerpo y conectarse con nuestra voz interior es fundamental...en
el momento en que nuestro hijo esta atravesándonos desde todos los planos que
existen, el mundo se acalla y es como si lo único que escucháramos seria el latir
de nuestro corazón sincronizado con el de nuestro cachorro. Eso es lo que marca
el ritmo, crear ese espacio sagrado es fundamental para poder permanecer
conectadas a lo que realmente importa; nuestra vida y principalmente, la que
esta encarnando.
Durante la crianza una crea muchas cosas; estrategias dinámicas ritmos, crea hábitos vinculo, todo es creatividad a la hora de
criar a un niño, más aún en la crianza con apego donde el vinculo es tan
cercano y la disponibilidad incondicional, ante lo cual a veces sentimos que
los recursos se agotan, junto a la paciencia. En esos momentos, la imaginación
al poder es nuestra mejor amiga. Para dormir a nuestros cachorros creamos
canciones, melodías, creamos ritmos con nuestros cuerpos al acunarlos, creamos
una danza mágica entre el bebé y nosotras que apenas se vuelve habito, vuelve a
cambiar; así es criar, una creación continua. Lo mismo a la hora del juego, de
la comida, del baño, de los viajes, todo es creatividad constante.
Creer es para mi, uno de los pilares de la crianza natural;
creer en el instinto, confiar en lo que nuestro corazón nos va susurrando, oír nuestra voz interior y aprender con el tiempo que el resto de "todas"
las otras voces, que a veces tanto ruido nos hacen en momentos tan íntimos se
acallen logrando ser nosotras mismas quienes tomamos las decisiones, correctas
o no, es la forma también de aprender y crecer. Ademas, de creer en nuestra cría confiar en que ellos saben aun siendo tan pequeños e indefensos, son
grandes sabios. Justamente por su pureza, por ser todo energía sutil, saben
exactamente lo que necesitan y cuando necesitan; de teta, de brazo, de
descanso, de vida...hay que creer y cuesta porque tenemos instituido que el
grande enseña al chico, que la mamá enseña al bebé, educa, organiza o
estructura. Personalmente considero que no es esa la forma, que los niños saben
desde pequeños mucho más de lo que nosotros podemos imaginar y que confiar en
sus tiempos y ciclos, dejando que cada proceso y logro madure por si solo acompañándolo es la manera más sana y libre de criar. Como mamá puedo resumir
la crianza en algunas palabras claves, como son acompañar, sostener, apoyar,
facilitar. El desarrollo de nuestra cría es único como cada una de nosotras,
por eso no creo en las tablas, en las reglas ni en la teoría o en las
generalizaciones, todos somos diferentes y ser testigo del proceso evolutivo de
un ser humano que una creo, es algo maravilloso que no tiene comparación con
nada. Respetar a nuestro hijo y criarlo con libertad es un trabajo arduo,
implica una demanda continua lo cual nos lleva a la renuncia del ego más grande
que una persona puede hacer en su vida. Pero vale la pena cuando los vemos sonreír hablar, dar sus primeros pasos y descubrir el mundo con tanto asombro
e inocencia.
Creamos, creemos y criemos con compromiso, libertad, entrega
y
con mucho AMOR, siempre.
N.P.S
2012
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