10 de agosto de 2009

Restituir la memoria






Golpe de estado, mentes siniestras, genocidas al poder.
Un plan macabro de exterminio de pares que solo puede ser llevado a cabo por bestias incoherentes e ignorantes de la existencia misma.
Ford falcon, campos de concentración, torturas y un sin fin de crímenes inescrupulosos. Y un lugar llamado ESMA, que nos resuena a todos en algún lugar común, donde es inevitable sentir piel de gallina al escuchar ese nombre o caminar por esa cuadra.
Identidades robadas, historias interrumpidas, subjetividades quebradas, corazones marcados por la tinta indeleble de la impunidad.
Lo innombrable, lo que no tiene inscripción, lo insustituible, lo irrecuperable.
¿Con que derecho fueron capaces de cometer semejantes atrocidades?
¿Cómo pueden dormir tranquilos? ¿Como pueden comenzar cada día?
Un crimen de tales magnitudes produce una herida social imborrable, que cobra efectividad al mantener viva la memoria para accionar contra lo injusto, para que aquello que es una huella indisoluble de nuestro país, no suceda, nunca más.
Porque es necesario luchar por todos y cada uno de ellos y sobre todo por lo que aun podemos salvar: los hijos de los desaparecidos, los nietos de las abuelas.
De aquellas abuelas a quienes les han arrancado su sangre, sus sueños.
De aquellas señoras que hoy llevan un pañuelo blanco y que cada vez que me dicen “hija” amorosamente, me tiembla la sangre.
Por aquellas personas que no pudieron elegir, que no pudieron siquiera susurrar, que fueron obligadas a la oscuridad total del ser.
Por los desaparecidos que permanecen presentes en esa delgada línea, entre la vida y la muerte. En la incertidumbre de una sepultura inexistente, en el abrazo vacío de madres, padres, hijos y nietos que no encuentran consuelo.
Porque a nosotros aun nos queda voz para gritar que el silencio nunca fue salud.
Porque a nosotros aun nos quedan manos para crear y brazos para abrazar.
Porque a nosotros aun nos quedan piernas para buscar, para no dejar de caminar.
Porque a nosotros aun nos queda conciencia, compasión y una sensación de injusticia en el pecho que no deberíamos ignorar, nunca.
Porque nosotros podemos aparecer, ser presentes y reencontrarnos desde el dolor de una sociedad masacrada por quienes se creyeron impunes, en nombre de todos aquellos que fueron reprimidos por sus oscuras fauces.
Por que no hay que dar la espalda, porque no hay que permanecer ajenos a algo que nos involucra desde todos los ángulos, porque debemos hacer valer nuestros derechos.
Por las vidas apagadas en manos de los genocidas, por los bebes arrancados del vientre de sus madres, por todo lo que pudieron haber sido y no fueron.
Por sus sueños, por tu aporte, por su lucha, por su memoria es que debemos remendar la memoria con el aplauso que restituye Almas.
Apostar a la vida y develar la verdad, siempre. Contener, ayudar, debelar.
Permanecer.
Por que nunca desaparecerán los desaparecidos.
Porque no sirve el “ya paso”, y la cómoda posición de que no pudieron hacer nada o que ustedes no tenían nada que ver. Porque siempre se puede hacer algo, porque la lucha nunca se termina y porque hay heridas que no dejan de cicatrizar, jamás.
Porque quienes son culpables padecen la mirada de una sociedad y un mundo, que no puede comprender razones y exige justicia. Porque seguramente ellos no puedan sostener su propia mirada, porque son ellos ahora los desaparecidos sociales a los que nadie busca y a los que algunos, desearían encontrar para hacerlos desaparecer.
Por que lo aberrante nunca tiene sentido, porque el amor siempre prevalece y porque seguimos de pie los “subversivos” luchando por lo que corresponde.
Porque al fin y al cabo ustedes fueron los únicos que terminaron perdieron su identidad por completo, porque que ya no tienen Alma, ni olvido, ni perdón, ni historia en la cual poder implantarse socialmente. Por que no hay espejo que soporte su figura, porque no hay cielo ni infierno que los espere algún día, porque no hay lugar para gente como ustedes en esta sociedad que mancharon para siempre.




…porque podrán haber cortado treinta mil flores, pero nunca podrán detener la primavera. Aún caminan contigo, aún caminan conmigo,los que nunca se fueron, los que nunca se han ido.Hasta el fin de los tiempos, los desaparecidos,los compañeros nuestros, nuestros seres queridos.
Teresa Parodi *




N.P.S
10/08/09

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