17 de diciembre de 2009

Comunión ancestral


Fluir al son del unísono. Permitir y permitirnos, que el pulso nos marque el camino. Comprender que cada paso recorrido es necesario para marcar el que vendrá. Cada huella es un eslabón del Plan Maestro diseñado por nuestra conciencia superior, la cual solemos ignorar y olvidar a causa de las trivialidades de la cotidianeidad, que empolvan la retina del Alma, nuestra única y fiel esencia.
Fluir sin obstaculizar lo inevitable es la mejor manera que encontré de vivir y es un desafió, un trabajo cotidiano que requiere de mucha voluntad interior. Pero sin dudas para mi, es la más sana, la más transparente, la única trascendental.
Siempre mi eje es mi vocación, es mi guía, mi pulso, mi esencia, eso es intrínsecamente intransmutable.
Las raíces deben poseer alas, para pertenecer al todo absoluto e incluso a la nada. Las raíces sostienen árboles de antaño, aunque las ramas caigan y el follaje sea perenne y a veces se marchite como parte del proceso, inminentemente necesario. Pero las raíces que pertenecen siempre al mismo suelo no pueden alzar vuelo.
Por eso hay dos cosas que podemos dejarles a las futuras generaciones: raíces y alas. y que la “O” no forme parte ya.

Nada ni nadie puede bloquear mi vocación de servicio y mi esencia, no dudes nunca de eso. Tengo certezas muy profundas y personales, como para cambiarlas a esta altura del camino. Claro que mutan y se transforman, pero las raíces más profundas son estables y mientras más vuelo alcanzo más lejos llegan, aunque parezca una contradicción.
La claridad y la sincronía se presentan con tanta perfección que no dejan espacio para sembrar la duda, y entonces me entrego a lo inesperado, al misterio del mañana, a la vida que no deja de fluir como un río transparente y puro.
Cada vez creo menos en las estructuras, en lo fijo, en el control de lo que sucede...lo que acontece sin previo aviso es la vida, esa es la esencia del milagro de esta existencia que transitamos como seres espirituales, en envases humanos. Lo que sucede y acontece, nos traspasa, nos trasciende. La realidad nos atraviesa y nos desafía constantemente; eso es la vida para mí. No la vida de cartón creada, materializada, controlada. Lo que se estanca se pudre y lo que se pudre, se muere. Yo no quiero más muerte, apuesto a la transformación constante del espíritu y de la materia. Tampoco ya quiero pensar como creí toda mi vida, que uno pertenece a un lugar o a algo o a alguien. Esas convenciones ya no caben en mis círculos, son obsoletas y toxicas.
Somos hijos de la Tierra y el Sol, no pertenecemos a un espacio físico esencialmente establecido, somos cuidadanos del mundo. No creo en las fronteras que cultivan separación, exclusión, opuestos, desintegración. Son creaciones puramente humanas, no divinas. Prefiero sembrar, unir las misiones y las Almas pulcras. Abrir las manos de par en par y entregarse a los designios. Construir juntos, luchar uniendo fuerzas, sin luchar contra nadie sino a favor de todo. En eso creo...y a partir de eso, me guío, intuyo, siento y presiento, me muevo, vivo e incluso a veces muero, para poder renacer y continuar.
Las señales y los presagios son cada vez más lucidos y transparentes. Los hilos invisibles cada día más palpables, las Almas compañeras, cada vez más en comunión. La muerte ya no existe, si comprendemos que no somos más que un simple pestañeo en la infinitud del universo y de la existencia misma. Todos estamos y permanecemos de una u otra manera, fluimos en un océano inabarcable para nuestra finita mente, pero totalmente natural para nuestra mente superior. Y en esos atisbos de lucidez, en los cuales logramos conectarnos con la fuente, comprendemos.
El eco de lo invisible toma cuerpo, es una música interior. Como un antiguo vals, que te resulta conocido, y te fusiona con la unidad indivisible de la que todos somos parte.
Todo esta claro, no hay de que preocuparse.
Mi destino, mi misión: esta acá, adentro. Ni adelante, ni encima, ni lejos. Late conmigo desde que soy en esta existencia. Desde que elegí este envase. Podrá ser acá, o en el polo opuesto del mundo. En barco, en avión o a pie, pero es. Fluye, late, existe, es un llamado interno que me transciende y al cual sigo desde el corazón, desde el Amor: Él es mi brújula, no hay más. No importa como, ni donde, ni siquiera importa con quien, mientras sea fiel a mi propio latido interior. Sé que es él quien me guiara siempre hacia lo correcto, sin interferencias creadas.
Y marchare fiel hacia aquel sendero que yo misma supe diagramar, en otro estado por razones que desconozco pero intuyo. Porque se presentan, intermitentes entre el silencio y el Alma. ¿Cómo creer en las casualidades o en el azar? ¿Cómo permanecer inmutable en un Universo tan dinámico e inabarcable? Las cosas siempre en esta existencia suceden por algo, son un mensaje, un llamado, son.
Año tras años me inunda una sensación de tranquilidad y de certeza interna, de estar donde tengo que estar, de ser quien tengo que ser. De ser fiel, ante todo, a mi propio presagio.
Mantener el equilibrio es un trabajo constante, con recaídas, pozos, oscuridades y soles. Pero es un trabajo que vale la pena experimentar, porque los frutos son tan bellos y maravillosos, que entonces olvidamos el esfuerzo.
Nunca es en vano, intentar. La intención es lo más poderoso que poseemos como seres humanos.
Somos faros de luz para iluminar en la oscuridad. Si eres un foco de luz para irradiar seguramente que no te darán misión al lado del sol, porque nadie te vería, en tu propósito de vida habrás elegido estar en lugares donde puedas colaborar para elevar la vibración del lugar…
[1]
Todos somos un milagro. Todos poseemos el mismo poder de crear y cocrear con la naturaleza, porque incluso somos la naturaleza. Somos el agua y la tierra. El fuego y el aire.
Y cada amanecer es una bendición y una oportunidad para despertarnos a la vida.
Estamos protegidos, eternamente, bajo el manto de un haz de luz multicolor.
Cara rayo de sol anuncia una nueva posibilidad, nos acaricia con su sabiduría y nos invita a andar ¿Cómo no caminar de la mano de tan amable ofrenda?



Esto es la salud: esto es el éxito, y la felicidad, y la verdadera vocación de servicio.
Servir a través del amor, en la más perfecta libertad de seguir nuestro propio camino.
* Edward Bach*



N.P.S
17/12/09



[1] Ana María Frallicciardi – Astrologa www.aguilaazul.com.ar

1 comentario:

Rocio dijo...

Lo cierto es que... cada una de estas palabras me las guardo en algun rincon... quizas en el espacio mas sagrado de mi ser...
Palabras que acarician el alma, ya no suelen encontrarse, aunque deshaga el polvo de lo que ya he leido, solo en tu alma se podria encontrar este caudal de sabiduría.
Lo cierto es que me encuentro frente a una carencia de palabras de agradecimiento, pues ellas no bastan cuando logro dilucidar que me haz compartido tus palabras, tu sentir, tu escencia...
Lo cierto es que toda esta melodia de enseñanzas transmutan a mi aprendizaje!
Gracias!

Besos, abrazos y luz desde el alma!

http://serenatataciturna.blogspot.com