6 de diciembre de 2009

Una carreta al cielo

Hoy no fue un día más en el hospital Borda, aquel hospicio que ha logrado quedarse con un trozo de mí.
Hoy fue un día especial, de encuentros, reencuentros, complicidades y un alo cargado de emoción. Arte al paso se hizo presente y eso ya es motivo suficiente.
Rebalsada de emociones, así llegue y así me fui. Sentimientos encontrados se enmarañaban por mis piernas, la misma pasión de siempre se agitaba en mis manos, las caricias en el Alma no se hicieron esperar y las miradas cómplices poblaron un futuro repleto de Amor y esperanza.
Enterarme que el marido de Ana es titiritero, y amarla aun más por eso y porque es un ejemplo constante como psicóloga y como ser humano, es también parte de tanta emoción. Los pacientes, el papel, las tareas de siempre y el reconocimiento y el lugar que de a poco se va formando, como un hueco en el espacio. Y me encuentro y reconozco en palabras ajenas pero propias.

“Hola, me quedo como voluntaria” “¿Te quedas hasta fin de mes?/ No, hasta febrero” “Me recibo el año que viene”
“Acá también hay internas, exclusión y lucha de poderes. Aunque no parezca, este lado de las rejas sigue siendo igual al mundo” “Esta es la mejor parte, vos conociste las cinco estrellas. En los servicios de crónicos, esto no es así”
“Ojo con usar la palabra psicotico acá adentro”

Un servicio, un jardín, un paciente, miles, un pasillo e infinitos cuadros e inventos. Tanto Arte que uno se marea, pierde el foco casi hasta sentirse fuera de la realidad.
Así, justamente ASI me sentí hoy, en una especie de sueño. Porque no dejan de sorprenderme nunca, las vueltas de la vida. La sincronía y la causalidad siempre presentes, marcando el rumbo, latiendo al unísono. Que hermoso es poder sorprenderse del destino y aceptar la vida en todos sus matices. La paz interior es impagable, uno respira tranquilo y se entrega al fluir de lo inmediato, comprendiendo que el pasado y el futuro no son más que creaciones humanas.
Pero las creaciones que abundan en el hospital son humanas y también divinas. Un mundo inquietante, apasionante, un mensaje en cada trazo. Allí están ellas tan bien materializadas, las dos cosas que siempre han sido los pilares de mi vida: El Arte y la vocación de servicio.
Sin ambas cosas, la nada misma, la inexistencia pura. La desintegración personal, en mi caso personal, claro.
Y en el hospital, ambas se conjugan tan perfectamente que a veces parece ilusorio.
Y sumado a tantas emociones y decisiones que echan sus raíces, lentas y sutiles, pero raíces al fin llego él. Y no llego así nomás, llego cargado de energía, lleno de luz y con la misma sonrisa inocente de siempre. Con un chaleco amarillo y la humildad a flor de piel, vino. Llego y hablo con Ana, y con el Frente de Artistas y con cada paciente…llego y poblo, y creo y soñó seguramente, también.
Podía leer en sus ojos preguntas y desconcierto, no pudiendo hacer foco en nada, en medio de tantos pacientes, pasillos, presentaciones y Arte. Pero llego y estaba ahí, conociendo el Borda, sin dejar de acotar lo maravillado que estaba. Y yo aun, sin poder entender mucho nada ¿Seba hablando con Ana? ¿Seba en Molineros? Eso, las vueltas sorpresivas de la vida, los boomerang que uno tira al viento y vuelven cargados de sueños.

“Él: ¿Y porque no trabajan todos juntos con el frente de Artistas?
Médico (jefe de servicio): ¿Y por que si? ¡Porque existe el libro albedrío! Eso, vos me preguntas porque no, y yo te digo por que si. Él: No quiero que lo tomen como una critica, pero pienso que esta bueno unir, integrar, juntar fuerzas y luchar todos juntos…”

Es increíble oír mi propio discurso en voca de otro. Mis certezas y mis pasiones, en las pupilas ajenas, que él diga lo que yo estoy pensando, y sobretodo que se anime. Que mágico es el ser humano, que maravillosa es la empatia. Hubiera querido abrazarlo, por defender sus valores e ideales y no dejarse callar por poderes ridículos y obsoletos. En la vida, nadie es más que nadie, las jerarquías son siempre artificiales y nosotros dos, lo sabemos de sobra.
Pero había algo más. Entre todo eso y él había un puente: yo ¡Que digo un puente! Varios puentes y vidas, destinos y pies descalzos. Y todo era más mágico porque ella estaba ahí. Porque ella latió dentro mío, porque podía sentir su emoción o imaginarla tal vez. Mi compañera eterna de locura, mi siamesa, mi guerrera siempre en primera fila de combate. Hemos luchado y soñado tanto juntas tantas cosas que hoy se palpan, que hoy son parte de mi realidad, de mi profesión y de mi profunda vocación de servicio. Tantas utopías construidas y compartidas, que hoy se materializan frente a mis ojos ¿Cómo no llorar ante tanta grandeza? ¿Cómo no extrañarte y sentirte tan cerca? ¿Cómo no gritarle al mundo que no hay nada más gratificante que ayudar y ser parte con los otros? ¿Cómo explicar lo que no es no tenerte y seguir? A vos nunca tuve que explicarte nada de esto, porque vos misma lo eras, y por eso viviste una vida tan intensa, de entrega y Amor incondicional. Y por eso me siento tan sola, aunque profundamente acompañada también, en situaciones como estas donde me desborda tanta vida y no te encuentro físicamente, en ella. La impotencia es muy grande, pero la compañía siempre es eterna y eso me tranquiliza bastante. Porque todo lo que hago, lo hago por las dos. Ahora lucho por las dos, respiro por las dos, siempre por las dos e incluso abrazo a Seba, por las dos. Y si, tenías razón en todo lo que me dijiste sobre él y más aun. Pero la vida es así de loca, así de imprevisible. Vos te fuiste y él llego, casi como un presagio. De alguna manera, desde que no estas, siento y veo con mucha mas certezas, ciertos legados y la fusión de seres produciendo cosas bellísimas. Esta ahí, se palpa y cuando sucede, uff…todo es tan fuerte, que ni las palabras ni el silencio, pueden contener tal sensación.
Vos te fuiste pero estas, sembraste miles de semillas que no dejan de brotar. Estas en cada sueño, en cada utopía, en casa paso, estas en alguna rasta de Seba, en mis manos, en los rincones de aquel viejo jardín del hospital que hoy recorría con el corazón galopante. Estas incluso en la remera que lo obsequie, porque gracias a vos me instruí en ese Arte de plasmar palabras en nuestra vestimenta.
Estas y sos, y supiste como dejarme el camino señalado. Supiste dejarme seres y emisarios que son tesoros. Vos te fuiste pero acá seguimos luchando por la caída de los muros, luchando por la dignidad, por los derechos, por todas las injusticias que gente como nosotros tres, no puede soportar. Acá estamos, compañera, accionando, iluminando, caminando, revolucionando…y hoy, caminaste conmigo en cada baldosa y en cada mirada cómplice que hubo entre él y yo. Ahí, justo en el medio estabas vos con tu dulce energía, ahora más divina que antes.
Y luego de los regalos, extramuros, y los abrazos no pude contener mis lágrimas. Y entonces, en pleno transporte público me largue a llorar. En silencio y sin pensarlo, como causa de una profunda alegría existencial, una cascada de plenitud y fraternidad intransferible me sumergió en otro espacio posible.
Con orgullo, si claro, por vos, por mí, por él, por todo lo que se puede hacer cuando hay voluntad y buen corazón.
Y en medio de tanta emoción, también llore por no poder contarte todo esto, por tener que festejar sola e internamente tanta belleza. Llore porque me lo tenia merecido y porque últimamente, me doy más permisos que de costumbre. Llore y te sentí, alada y eterna. Y mientras secaba mis lágrimas, entre sonrisas y nostalgia, imaginaba tus ojos siempre tan brillosos y sabios. Imaginaba tus palabras y tus calidos abrazos, amiga mía. Y entonces llore con más fuerza y sonríe mirando al cielo. ¡Puta que vale la pena esta experiencia! Que no pasamos por la vida inadvertidos. Que como vos decías, hay gente tan necesaria que dan ganas de abrazarlos con el Alma misma. Que somos fueguitos y que hay algunos que alumbran tanto que encandilan y producen estas reacciones. Un llanto inesperado, un sin fin de preguntas, una satisfacción interna inmensa y un suspiro cósmico. Y no puedo olvidar una de tus últimas frases tan recurrentes: Las revoluciones se hacen con una sonrisa, si así se hacen.
Y la certeza continua de otras vidas, de esos hilos invisibles que nos han unido, por las mágicas artes del destino.
Si, Dios actúa de manera misteriosa y como nos hace emocionar eso, que bien lo arma. El plan es perfecto, el diseño nos contiene. Todo se transforma y esta vida, es solo un paréntesis en medio de la eternidad inabarcable.
Solo eso, un granito perdido en el espacio infinito.
Y entonces, nos volveremos a encontrar y seguiremos construyendo. Y mientras tanto, en esta vida, marchare siempre por las dos, desde adentro y por nosotras. Y aunque en el álbum de mi memoria falte aquella foto que nunca vamos a sacarnos, él, vos y yo, esa misma existe muy dentro de cada uno de nosotros. Existe en un espacio paralelo, en la dimensión del Amor que es eterno, existe ahí donde hacemos y somos, dejando la huella no solo en el mundo, sino en seres humanos eternos, como nosotros mismos.
Permanecemos y estamos, unidos desde el corazón, no desde la razón. Lo sé y lo supe siempre.
Gracias Angita, por ser mi pedacito de utopía. Como siempre, estoy donde estas porque estas donde estoy.
Gracias Seba, por tanta esperanza sembrada. No me canso de agradecerte…de eso se trata un poco nuestra historia.
Uno recorre el mundo en carreta y otro el cielo en nubes y arco iris…
Que orgullo es compartir esta experiencia de vida, con dos Almas nobles y sabias. Por que no me siento tan sola entonces cuando me despierto con ganas de cambiar el mundo.
¡Yo si soy afortunada!

Ya lo decía Albert “Dios, no juega a los dados”

N.P.S
04/12/09

1 comentario:

Rocio dijo...

_+*Que tu paz revolucione el mundo niña... no te olvides nunca de escribir, de vivir, ni mucho menos de sonreir*+_