17 de marzo de 2010

La rueda de la vida

Si no tiene solución ¿Para que te preocupas? Si tiene solución ¿Para que te preocupas? Hay tantas cosas graves e injustas en este mundo y la gente sin embargo se preocupa por cuestiones tan triviales y solucionables. Hay pozos tan irresolubles, situaciones tan irreversibles, conflictos tan insoportables. Hay, aunque no quiera creerlo, pequeños peldaños imposibles, si que los hay. Y justamente para poder diluirlos es que hay que creer y confiar en que lo imposible, solo tarda un poco más y es como la zanahoria para el conejo que la persigue. Y así andamos, corriendo, caminando o volando tras aquello. Aquello que creamos y evaporamos con nuestra propia voluntad, casi sin saberlo.
Es necesario que no perdamos de vista que lo importante no es preocuparse por el futuro, si no más bien, ocuparse del presente. Donde pisamos, el aire que respiramos, acá y ahora, esa es la única realidad siempre. Pierde absolutamente el momento quien vive proyectando en el difuso futuro que se diluye tras cada paso y se aleja sin retorno. Eso no es real y hoy por hoy, es más sano vivir en la realidad que en las ilusiones marchitas que se decoloran antes del final del cuento. Dicen que soñar es gratis, pero si la vida algo me ha enseñado es que construir es gratis también y más sano para el equilibrio psíquico. Las caídas desde grandes alturas, no son gratis, pero son enseñanzas para quien sabe comprender, claro.
Si nos encargarmos realmente del presente, el futuro se erige solo, eslabón por eslabón, como una cadena de acontecimientos que se ligan magnéticamente de forma misteriosa y causal. Tan solo debemos ocuparnos, poner nuestra voluntad al servicio del Plan, detectar e intuir que piezas hay que rozar para que domino comience a caer. Es ineludible girar el compas, abrir el sol, cerrar los ojos. La rueda de la vida es siempre tan perfecta que da pánico y admiración. Una fabulosa obra maestra, sin duda.
Si, el libro de la doctora Kübler-Ross me esta sacudiendo muchas aristas respecto de los ciclos de la vida, de mi rol en el mundo, de mi posición en este universo y de muchos pequeños hilos que tejen la trama de mi complejidad. Me absorta su lucidez, me fulmina mi empatia, me embeleza la crudeza de su relato. Un encanto que ni siquiera permite lagrimas, ya que son más fuertes los nudos en el estomago y la ansiedad por girar la página, para volver a encontrarme.
¿Qué sigue? Sigue todo lo que falta. Lo que nunca termina. El placer de lo oculto. El misterioso deseo que nos impulsa. Esa estrecha cavidad entre uno y el otro, entre el corazón y el Alma, entre los ojos y las estrellas. Esa distancia ilusoria que construimos por miedo.
Tenemos que vernos, ahora es cuando tenemos que vernos. Se nos acumula la vida sino y después todo pierde sentido y energía. Gracia y estilo. Se marchita. Después no vale la pena, ya paso, esta arrugado, es victima de las leyes de gravedad, etcétera.
Es ahora y no exagero, si era ayer ¿Por qué evadirlo? Mañana no existe. La rueda no deja de girar y todos sabemos, en aquella cavidad ilusoria, cuando tenemos que saltar.

Gracias. Y deja de preguntarme por que; la respuesta no conlleva palabras.
A veces hay que hacer silencio para entender.

“Me dije: Si eres capaz de aguantar esto,
puedes aguantar cualquier cosa en la vida.”
Elisabeth Kübler-Ross, la rueda de la vida.


N.P.S
17/03/10



Nota: El nombre del texto corresponde al nombre del libro.

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