7 de abril de 2013

Inagotable secuencia



Pasa la existencia rápidamente como secuencias ininterrumpidas antes mis ojos.

Y cuando dijo existencia, no me refiero a la vida del aquí y ahora, ni me refiero a lo que podemos ver con nuestros ojos o tocar con nuestras manos u oír con nuestros oídos. Cuando dijo existencia me refiero a ese todo inabarcable que por momentos se hace presente y logra habitarme de una forma salvaje, atropellada, sin permiso, ni tiempo. O tal vez sea yo quien habito ese espacio, nunca se sabe quien es quien en ese juego. Somos observadores y observados, somos uno y somos todo, somos alguien y a la vez nadie. Víctimas y victimarios, a veces humanos a veces divinos, un poco animales, un poco civilizados. A veces usamos más el corazón, otras el cerebro. A veces preferimos cerrar nuestros oídos o cerrar nuestra boca, abrir grande los ojos y las manos y también; viceversa.
No sé que es la vida, tampoco sé si debería ser algo ¿Por qué todo tiene que tener un objetivo o una razón de ser? No se pregunta el arco iris si salir o no, no se pregunta el pájaro si volar, ni los arboles si crecer. Y tienen colores, alas, raíces; nosotros también. Sin embargo, todo lo preguntamos para llenarnos aún más de ese vacío existencial que nos arroja a un espacio de desamparo y huerfanidad que algunas noches resulta insoportable.
No creo que Dios se pregunte nada. No juega a los dados, no tiene forma, no tiene sexo, probablemente ni siquiera tenga voz, ni ojos, ni un rostro familiar. Que triste no preguntarse. O quizá sea la plana iluminación el comprender ese todo, del que hablaba al principio, cuando quería decir existencia y no supe explicarme ¿Seria aburrida la vida sin cuestionamientos o podríamos vivir más tranquilos? ¡Ah, la tranquilidad! es una mera construcción del hombre y el hombre no tiene la verdad, porque a veces pienso que la verdad no existe y que por una milésima de segundo siento en todo mi ser la sensación abismal de que TODO era mentira, de que uno pasa la vida convenciéndose desde un lugar tan certero y profundo de la existencia, formando sus creencias, vivenciando en carne propia la experiencia, viviendo en base a las filosofías que elije – quienes optamos por elegir – en definitiva; siento un buscador. Para que un buen día algo, o alguien alguna veces, nos de vuelta el tablero desarmando el rompecabezas para siempre, dejándonos plagados de preguntas, abriendo la puerta en medio de un desierto inhóspito o de un mar convulsionado que nos despeina hasta el alma. Todas las piezas están mezcladas, la sensación de injusticia, desesperación e impotencia es más grande que cualquier mar o desierto existente, lo juro. Después, uno vuelve a armar ese rompecabezas, porque confía, porque cree que siempre hay algo más allá, porque construye razones, objetivos, formas de seguir coexistiendo.
No sé que es la vida, pero no voy a conformarme con pensar que “todo pasa” porque justamente no quiero que mi vida pase como secuencias ininterrumpidas antes mis ojos. Quiero que sean mis ojos los que puedan interrumpir la vida y marcar las secuencias, sea como sea, hare lo que tenga que hacer aunque parta sin entender la vida.
No voy a quedarme con la duda, por eso soy una buscadora.

N.P.S
30-03-2013

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