28 de agosto de 2009

Primos hermanos



Una de mis últimas aficiones es ir al zoológico, en el cual entro gratis por ser estudiante de la UBA, a pasar la tarde observando a los primates. Hay allí muchas especies ya que los primates poseen subdivisiones, donde podemos encontrar monos, simios e incluso en la misma línea, seres humanos.
Más allá de Darwin y de las controversias que se han creado alrededor de este interesante tema, nadie puede negar que son nuestros primos hermanos. Basta con mirarlos unos minutos, observar sus manos, su rostro, sus movimientos y sobre todo, su mirada. La profunda y humana mirada que poseen estos mamíferos.
Es maravilloso observar su comportamiento, sus costumbres, como algunos son más solitarios y otros viven en grandes grupos. Como protegen a sus crías, como pelea el macho por sus hembras, como amamanta la madre al pequeño que se duerme en sus brazos y así miles de detalles increíbles. Son nuestro antepasado más cercano. He leído varios libros, visto miles de videos y he cursado biología del comportamiento en la facultad, justamente por este tema. Allí pude leer varias investigaciones que son alucinantes. La inteligencia y sensibilidad que tienen, como se adaptan a diversas cuestiones, el lenguaje que pueden aprender e incorporar, la imitación de gestos humanos, el cariño…eso es lo que más me llama la atención. Tienen una inteligencia emocional que es increíble. A veces pienso, que algunos seres humanos carecen de ese amor incondicional y puro que tienen los animales. De la fidelidad, de la transparencia, del instinto que en nosotros podría ser el sentido común, que parece ser el menos común de los sentidos. Las últimas investigaciones señalan al Bonobo, una especie de chimpancé pan, como el primate más inteligente e incluso, pacifico dentro de su especie.
El encuentro o más bien, reencuentro con estos animales es una experiencia muy hermosa.

Hace tiempo conozco a Pancho, un chimpancé de más de cincuenta años, que habita en el zoológico. Pancho es un ejemplo admirable. Con la dentadura gastada, la visión disminuida, dentro de una pequeña jaula de vidrio, el sigue sobreviviendo y cuando te acercas esboza una sonrisa muy simpática. A Pancho le gusta mucho dormir la siesta en su colchoneta y huye de los golpes y gritos de los niños, que no comprenden algunas cosas y solo intentan jugar. Entonces, Pancho se acobija al fondo de la jaula y allí permanece hasta que dejan de molestarlo y luego, vuelve. A ver la vida, a ver el sol, a ver todo eso que solo puede ver a través del vidrio de su pequeña jaula. Ayer, como había poca gente, quise esperar a que Pancho se despertara de su siesta. Así fue que se desperezo, sonrió y lo primero que hizo fue apoyarse en el vidrio con la postura de un ser humano. Daba impresión. Apoyo su cara sobre sus brazos, en la típica posición triste o resignada que uno toma, cuando se sienta así. Con su pelo blanco, sus ojos con cataratas y sus pocos dientes, Pancho se sentó y me observo. No había nadie, solo él y yo. Un débil vidrio nos separaba y entonces me acerque lo más que pude. Mirar a Pancho es como mirar a un viejo sabio, no hay otra descripción. Y en parte también, es como mirar a un niño, porque Pancho te mira con inocencia y te mira desde adentro, fijamente, porque a diferencia de los humanos no tiene nada que ocultar. Sinceramente, el lazo de empatia que se puede generar por medio de una mirada, es sorprendente. Incluso, me lleno de tristeza su mirada, porque transmite una energía tan pura y a la vez, tan triste que uno no puede no sentirla. Al menos, no yo.
Y después comenzó a pasar gente, niños gritando, otros que le golpean el vidrio cuando dice “Por favor no golpeas” mientras los padres están en saturno. Me quede observando lo que hacían los humanos, que por allí desfilaban. A la gran mayoría Pancho les daba ternura y oí a unos cuantos decir que Pancho estaba triste, o sorprendidos por su mirada y no falto alguna bestia (porque no merece que le diga animal) que acoto “esta hecho mierda”, burlándose o riéndose de las condiciones de Pancho.
Una pareja, se agacho a mirarlo y la mujer dijo, que parecía triste. Entonces, su pequeña hija de no más de cuatro años le respondió “Es que quiere salir de ahí”. Y en otra ocasión, observando a los chimpancés en grupo, un niño también acoto que estaban tristes y trepaban porque estaban encerrados y querían salir a buscar comida. ¿Qué bárbaro no? Los niños captan enseguida la realidad, la sensación del que esta del otro lado y lo que esta mal, mientras que algunos adultos parecen pensar que los animales allí son tristes o simplemente son así por naturaleza.
Mientras más estudio sus comportamientos, inteligencia y sensibilidad, más conciente me vuelvo de su dolor. De su resignación por estar ahí, encerrados, aburridos, resignados. Claro que todos los animales lo deben sufrir, aunque la gente del zoológico diga que están adaptados y demás, yo nunca voy a poder comprar ese discurso. Pero con los primates, creo que es más grave aun porque ellos realmente pueden sentir y experimentar muchisimas cosas que son inconcientes para muchos otros animales.
Cuando uno los observa en sus pequeñas jaulitas con el recipiente de agua y comidas, parecen presos. Realmente me hace acordar a los presos de antes, les falta la cadena en el tobillo. Es angustiante.
No deberían existir los zoológicos, en ninguna parte del mundo, deberían estar permitidos. Y esto merece un escrito aparte, porque es un gran tema a desarrollar.

Soy totalmente conciente que este texto puede parecerles ridículo o exagerado, pero juro que no lo es. No lo es para mí, que soy fiel a lo que siento y consecuente con lo que intento plasmar en estas letras. Siempre he sentido empatia y amor por todos los seres vivos, amo los animales. Más aun en este momento donde estoy experimentando una nueva etapa, siendo vegetariana, donde uno puede ser más conciente de muchisimas cosas, que no es cuando aun come cadáveres de animales por los que se apiada o enternece en cualquier zoológico o granja. Se experimentan cambios y sensaciones de respeto y hermandad, únicas.
Y con los primates siempre mantuve algo muy especial. A lo mejor cuando sea psicóloga, pueda trabajar con ellos desde el lado humano claro esta, no desde el lado de la “experimentación” simplemente. Ese siempre fue uno de mis “sueños” pero que quede entre nosotros.

Y acá comparto…algunas fotos de este reencuentro de ayer con ellos, nuestros primos hermanos.



(A lo mejor dentro de miles de años, halla seres más evolucionados que nosotros, y nosotros pasemos a estar encerrados en jaulas para que ellos nos observen desde afuera, como sus primos hermanos)

N.P.S
28/08/09




1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad me encanto lo que escribiste, sobre todo porque se nota la sensibilidad en cada palabra. Espero que tu sueño se cumpla, el de un mundo sin cárceles para los animales, en dónde todos podamos ser realmente libres, y en el que puedas desarrollarte en tu profesión y sobre todo en este tema que tanto te apasiona. Seguí en este sendero lleno de sensibilidad y empatía querida Briducha. Un abrazo grande desde Once.