Hoy volví al lugar del que nunca me fui. Es como un
retorno al hogar.
A pesar de que han pasado años y de que el espacio físico
es otro, y otras las almas que lo habitan, él esta ahí. Su energía circula,
dulce, sabia y cálida, produciendo esa sensación acogedora de estar donde tengo que estar. Volver
a entregarme a la meditación fue un placer, vaciarme de pensamientos para poder
dar espacio a la luz, es extraordinario. Retome “el arte de no hacer nada” que
suena tan simple y resulta tan complejo, es una práctica que requiere voluntad
y sobre todo entrega. Por fin di el paso y me anime a reencontrarme conmigo
misma, después de parir y de haberme parido, después de haber atravesado las
profundidades más tenues, me anime.
Y tuve el privilegio de recibir una señal de bienvenida asombrosa, una complicidad única que fue mimo, como dijo ella, que me hizo sentir bendita.
Y tuve el privilegio de recibir una señal de bienvenida asombrosa, una complicidad única que fue mimo, como dijo ella, que me hizo sentir bendita.
En profunda gratitud,
Nadia
26 de mayo de 2013
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