7 de agosto de 2010

Pertenezco

Pertenezco al fuego de la vela que me alumbra en este instante.
Pertenezco al aire que me contiene, al que inhalo, al que exhalo y todo el que se encuentra suspendido en el espacio que habito.
Pertenezco a la lluvia, ese milagro que cae del cielo y nos empapa de pureza regando nuestras raíces.
Pertenezco a esta Tierra que me sostiene de pie y a la cual retornaremos todos…ancestral y sabia Pacha.
Pertenezco a la piedra inmóvil, al río manso y a las hojas perennes de otoño, que se amontonan sobre la vereda.
Pertenezco a la espuma del Mar, al silencio de la cumbre, a la templanza de los amaneceres.
Pertenezco a las esquinas de la luna, a cada estrella que aun titila y a cada rayo de sol que alumbra la existencia.
Pertenezco a cada partícula del Universo.
A cada gota del océano.
A cada pupila humana donde me reflejo.
Me diluyo en el aire y me entrego al eco del infinito con el Alma sonriente.
Te pertenezco.

N.P.S
06/08/10



Incesantes

Me habita el silencio del todo inabordable.
Fluye por mis venas la fuerza del océano.
Estoy despierta suspendida en la certeza de lo incierto, donde permanece lo que se diluye, donde lo único inmutable es el cambio.
Tengo ojos pero no veo, tengo boca pero no hablo. Escucho el silencio.
Las sensaciones laten en el centro de mi pecho, me inunda la tranquilidad del estado natural de las cosas.
Me sumerjo en el vació inmaterial del cual esta formado este Universo.
Me empapo de sonrisas, siempre hay festejo en el centro de la luz.
Estallo de amor y ese dulce estallido me fusiona con la esencia y el Alma de cada chispa viviente.
Todo pasa y se transforma. Muta y cambia.
Lo único que permanece es la incesante búsqueda de amor; eso es lo que somos.

N.P.S
03/08/10





18 de julio de 2010

Ser yo misma

Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura.
Porque todos estamos heridos.
Pizarnik 1972


Escribo para que no me suceda lo que temo; o tal vez lo que más deseo.
Asisto a mi propia existencia sin que nadie me haya invitado.
Soy el escenario repleto de criaturas, además de las sillas vacías, acompañadas del sordo sonido ausente que me constituye.
Me aplaudo de pie.
Soy destinataria de mis propias palabras que retumban en el hueco sonido de mis dispares latidos.
Escribo para que lo que me hiere; se resigne.
Para poner una hilera de palabras, entre la muerte y yo.
Para rellenar el vació perforado de mundo.
Yo. Ni Y ni O. Oy.
La coleccionista de ausencias.
La que nunca pide permiso, porque no puede andar por la vida sin tocarla.
La que se hospeda divergente.
La que ama el complejo laberinto de las sombras.
La que se desafía continuamente a ser ella misma.
La que no puede esperar porque la vida no espera.
La que se zambulle de cabeza al interior de todo; y todos.
La irónica, sarcástica y acida.
Agobiada por una identidad fanática.
Aburrida de celebrarse a si misma.
Busca salir de si misma analizándose.
Ahogada en su mismidad.
Inconciente fastidiada por ese infierno; que siempre son los otros.
Conciencia herida que busca alivio para sus males en la conjetura de la incorrespondencia amorosa o en la idea de que siempre se persigue lo inalcanzable; aunque corra más rápido que su soledad.
Una experta de la espera que intenta cultivar la paciencia


antes que la vida cierre la ultima puerta.


Este habito de esperar a quien sé que no va a venir.
De esto moriré, de espera oxidada, de polvo aguardador.
Pizarnik, marzo 1961


N.P.S
17/07/10



Nota: Las oraciones que se encuentran en cursiva, pertenecen al libro “Alejandra Pizarnik, Maestra del Psicoanálisis” de Marcelo Percia, Alción Editora.


Dibujo: Maggie Taylor

2 de julio de 2010

Buenas tardes ¿unayuda?

Cuando uno viaja en tren, hasta Retiro o cualquier destino, generalmente el paisaje, la gente “todo” puede volverse cotidiano y común. Así la inercia nos acostumbra a poner piloto automático, lamentablemente.
O no.
En mi caso, aun no me acostumbro y espero no hacerlo nunca. No es mi naturaleza, justamente, naturalizar lo injusto y lo que no debería ser de determinada manera y sin embargo, lo es. Cada vez que un niño me da una estampita, un repasador o una mirada triste, suspiro profundamente, casi resignada como si esa situación fuera un designio natural que no puede cambiarse, cuando todos sabemos que es una mera construcción social que puede transformarse desde esa misma base, lo social. No me acostumbro a los que andan con una pierna, o con dos pero sin sonrisas. No me acostumbro a los niños colgados de sus madres, descalzos y muertos de hambre, ni a lo barato de sus ofertas, ni a la desesperación de sus miradas en silencio. No puedo soportar volver a ver en el centro un hombre sacándoles pan a las palomas para comer.
Cada vez que saco el boleto del tren, en las maquinas, hay cinco niños pidiéndome el vuelto y a veces uno no sabe realmente que hacer. Si tengo comida encima nunca dudo en dárselas pero darles plata ¿Es realmente lo más adecuado? Ya conocemos el trasfondo de estas circunstancias.
Hace unos días, en el tren un señor contó su historia, compartió con todos los pasajeros su vida y sus más penosas sombras. Luego, paso de asiento en asiento diciendo automatizadamente y con ese característico tono “Buenas tardes ¿Una ayuda?”. Pocos lo miraban, tal vez por estar acostumbrados, o por indiferencia, quizás por vergüenza, o porque algo de ese sujeto los interpelaba; y la gente no tiene ganas de hacerse cargo de nada.
Yo me quede pensando lo difícil que debe ser subirse a un transporte público y contarles a los desconocidos tu situación, la de tus hijos enfermos sin comida, ni educación, decirle al mundo que tenes HIV, o que estas en un espacio de rehabilitación por adicciones. Por un segundo intente ponerme en la piel de esas personas, que tienen que salir a pedir monedas y quien sabe cuantas cosas más, desde su postura y desde todo lo que eso implica. Que complejo debe ser eludir el pudor y en muchos casos la vergüenza de mendigar, de pedirle al resto algo para comer, para comprar medicación a sus hijos, para poder sobrevivir; cuando se supone que es el Estado quien debería garantizar los derechos humanos básicos de cualquier ser humano. Y también nosotros somos responsables, como ciudadanos y como humanos, de no hacer valer esos derechos, de dejar que los vulneren los mismos que nos los dan. A mi me da vergüenza esa situación, no solo porque suelo sentir lo que puede pasarle a ese sujeto allí parado, sino vergüenza porque estas cosas sucedan, a plena luz del día y en la cara de todos. Si, sé que son muchisimas las personas que trabajan por vocación y militancia, lo sé. Pero hay algo más allá de ese trabajo, algo del engranaje social que aun necesita transformarse, más del lado de los supuestos, de los prejuicios, de la mirada distante y opresora.
Y ya sabemos la historia de la comodidad, de que a “nosotros no nos toca” entonces es más fácil mirar para el costado, porque ESO le pasa solo al otro, a mí no. ¿Y el otro acaso no es otro yo? ¿No es ese otro que me compone también? Somos seres sociales, la falsa segregación individualista, que muchos intentan cultivar, nos ha hecho creer que “nada tenemos que ver” con los “otros” que muchos prefieren ignorar. Sostener esa falsa creencia, es realmente una tragedia y el fin de la transformación y la lucha por una sociedad más justa. La verdadera naturaleza del universo es la unidad indivisible aunque no todos puedan sentirlo, atravesados por estructuras manipuladoras que nos alejan de aquella verdad interior que no nos permite acercarnos al otro y a nuestro propio interior.
No me acostumbro a ver en constitución personas caminando con las rodillas porque no tienen piernas, ni a ver cada miércoles a aquella señora mayor tomando agua con pan frente a la estación con un frío que congela la sangre. No me acostumbro a los niños hablando como adultos y trabajando descalzos, cuando deberían estar en la escuela aprendiendo o jugando, siendo lo que son: niños. No dejo de suspirar, no deja de dolerme, no deja de generarme un manojo de preguntas que no puedo responder siempre. No.

Recuerdo una anécdota que aun retumba entre las paredes de mi corazón. En una clase de apoyo escolar a niños de barrios populares, donde se estaban trabajando los antónimos, uno de los voluntarios propone antónimos para libertad. Las respuestas fueron, las más esperadas, represión, esclavitud y demás en la misma línea. Pero fue un pequeño niño, quien levanto la mano en silencio y acoto:
- ¿Pueden ser dos palabras?
- Claro – respondieron los voluntarios a cargo del taller.
- No comer – respondió el niño.

Estas cuestiones son más viejas que esperanza de pobre, me dijo una vez alguien, en tono jocoso. Yo abrí los ojos grandes…esperanza de pobre, fue como una alarma que nunca dejo de sonar.
¿Que verdad más cruda y cruel, que soledad más desolada?
El egoísmo y la indiferencia me hacen perder la fé en el ser humano.
Los pies descalzos y las miradas tristes de los niños que tienen vulnerado hasta el corazón me dan ganas de seguir luchando, resistiendo, con plena conciencia de que cada aporte es una gota en un océano pero que sin esa gota el océano no seria el mismo.

N.P.S
02/07/10

30 de junio de 2010

¡Felicitaciones Licenciada!


No más apuntes resaltados, ni más eternas colas en el CEP. No más viajes, no más nervios, no más el rol de los “sin luz”. La nostalgia por lo que se va se hace notar, lo sé, será por esa costumbre tragicómica de ser estudiantes de psicología en la UBA ¡Con todo lo que eso implica!
Pero es ahora donde el camino se abre, los horizontes se expanden y la vocación se trasluce a flor de piel. Comienza una etapa nueva que seguramente, sé, te produce ansiedad y curiosidad. Un ciclo diferente amanece en tus pies, en tus ojos grandes, en tus manos trabajadoras. Y me colma de emoción saber se reciben seres como vos, con vocación de servicio, con sensibilidad y tacto, con voluntad y esfuerzo. Me enorgullece, y hasta me produce tranquilidad, la sensación de que alguien con tu conciencia sea ya Licenciada y porte una visión de lucha y resistencia, desde un lugar de crítica y reflexión, no solo por tu formación sino también por tu naturaleza. Nunca pierdas el eje, de la singularidad y la complejidad.
Deseo que la vida te dé todos los días motivos para sonreír y que vos también, le sigas sonriendo a ella, más allá de los obstáculos que nos presente.
Mi humilde consejo es que sigas tu pulso interno y que siempre hagas lo que realmente te hace feliz, no lo que los demás digan o lo que se supone es lo correcto o “hay que hacer”. Tenes un gran corazón, y como agentes de cambio y profesionales de la salud, la sensibilidad es un condimento que no puede faltar, creo que compartirás mi opinión. Las teorías y los diagnósticos conviven mejor con los libros adormecidos que con los seres que respirar y luchan día a día. Un abrazo será siempre más terapéutico que cualquier cocktell de pastillas, no hay más medicación para el Alma que el Amor. No hay mejor manera de transformar la sociedad, que uniendo manos nobles y conciencias despiertas.
Gracias por haberme dado la oportunidad de conocerte y sobre todo por darme el espacio para que yo me diera a conocer también. Gracias por no suponer y no prejuzgar y saber leerme, sin palabras.
Gracias por el espacio, la aceptación y las complicidades.
Gracias por ser mi compañera de Molineros y además mi amiga, Romi.
Gracias por tu trabajo, por tu compromiso y por tu esfuerzo.
Gracias por compartir la certeza de que otro mundo es posible, si todos sumamos manos y corazones al mismo ritmo.




¡Te quiero mucho y te abrazo fuerte!
(lo demás te lo dejo flotando)

* Nadi *





17 de junio de 2010

Un año sin Fernando: Un año de vidas

Hace un año murió una manada de seres irrepetibles.
El inocente y humilde Palito murió en manos de la Policía Federal, a causa de un gatillo fácil. Aun no se esclarece el caso ya que un policía dice que “se le escapo un tiro” cuando Palito le había tocado el culo a una piba y al otro se le escapo porque después de limpiar el vidrio de un auto, Palito uso su amada remera de boca para emparejarlo. Pero su gorrita, el equipo de gimnasia y algunos dientes de menos fueron suficientes causas para disparar y apuntar al corazón. Rubén Ramón Sixto Alegre ya no “te va a hacer má el amo´ con la ropa pue´ta”
El verborragico trisexual mexicano, Ricardo Alfredo Ñuñoa Cruz, conocido como Dick Alfredo murió por una sobredosis de cocaína, sumado a unos cuantos tequilas de más. En el mismo cuarto se encontraba un travestí, dos mujeres y un hombre.
La mágica y tierna Milagritos López se acurruco en su mecedora a escuchar un poco de su amada música cubana y así murió, sola entre sones…de viejecita nomás. Probablemente sus últimos susurros hayan sido: tú sabes, que si piensas bonito sucede bonito. La perdida de Milagros Dolores Guadalupe López López, es inmensa.
La adorable y simpatica Cristina Patricia Megahertz, conocida en el barrio como La Mega murió en manos de un grupo de “bravucones” que se creyeron machos por violarla y tirarla en un descampado. Los culpables están prófugos y su legendario pueblo de Canelones pide justicia.
Martin Revoira Lynch murió en el túnel de Avenida Libertador. Parece ser que venia de una importante cena de negocios, donde había bebido algunas copas de más de un fino champagne importado. El auto quedo irreconocible, no se sabe aun si era un Audi o una Ferrari, el cuerpo de Martin salio despedido y quedo intacto, con botox y rolex incluido. Así murió, con la billetera llena pero con el corazón vació. Sus amigos más cercanos no asistieron al velorio, porque tenían cosas más importantes que hacer como esquiar, andar en yate, realizar grandes inversiones entre otras tantas “ocupaciones”.
Mario Modesto Sabino, probablemente el mejor taxista de Buenos Aires, ese abuelito ronco que todos hubiéramos querido tener, murió en el hospital por una gripe estacional. La enfermedad presento desmejoras, por el daño que presentaban sus pulmones a causa del tabaquismo. Dice la enfermera que justo minutos antes de morir hablaba con una mujer. Estercita, le decía al aire y le tomaba la mano. Se ve que por fin se reencontraron...
La vieja peste rosa tomo por sorpresa al cuerpo de Roberto Flores pero el AZT lo había salvado, el virus estaba controlado. Sin embargo, hace cinco días que Roberto no aparecía por ningún lado. Lo encontraron electrocutado en su propia peluquería, parece que andando en patines se enredo y el asunto se puso negro.
El diputado Rafael Orestes Porelortti se suicidio, tras arrojarse a las vías del tren en el barrio de Saavedra. Parece ser que CQC tenia pensado hacer publica una cámara oculta donde por fin iba a develarse la verdadera cara de su campaña, repleta de mentiras, coimas y corrupción donde se observa claramente a Porelortti relacionándose con grupos mafiosos, incluso internacionales, y miembros del estado. Tras haberse enterado de esto, su única solución fue quitarse la vida. Así terminan siempre los que no pueden con su propia mentira.
María Elena Rinaldi, murió junto a su pareja Marilina, cuando juntas intentaban cortar el árbol de la puerta de la casa que estaba levantando el piso. En plena mañana de sol, Maria Elena decidió salir con la sierra eléctrica a cortar el árbol y terminar con el problema. Cuentan que con la transpiración, se le zafo la sierra y se corto una mano. Murió desangrada camino al hospital.
La muerte de Johnatan Bermúdez es todo un misterio. Cuentan los que saben, que se podría haber contagiado de un peligroso virus virtual que anda dando vueltas en la Internet. Lo encontraron muerto sobre el teclado y con la mano congelada sobre el mouse. Aun se investigan las causas.
El respetado Monseñor Lago ha muerto de asfixia en la parroquia donde vivía, según ha comentado Raúl Portal a la prensa. Cuando las Hermanas abrieron cuidadosamente su aposento, varios pequeños niños salieron horrorizados de allí. Monseñor Lago habría ascendido a los cielos tras atragantarse con un pebete. El padre Grassi se encargara de sus restos y el cura Bergoglio dará una misa pasada la medianoche, sin restricciones de protección al menor. Que Dios lo ampare.
Osvaldo Jeringa, uno de los tantos cirujas que vivía sin molestar a nadie en las mugrosas calles de nuestra ciudad, ha sido encontrado con un tiro en la nuca debajo del puente donde vivía. Según comentan los testigos, dos señoras de muy buen pasar, fueron a hacer una denuncia falsa a la comisaría de la zona, alegando que el Sr. Jeringa les había querido robar, cuando todo el barrio sabe que Osvaldo era inofensivo y lo único que pedía eran monedas para comprar alcohol. Apropósito, resulta ser que ambas mujeres habían sido citadas a declarar pero irónicamente, una de las mujeres murió el mismo día de la muerte de Osvaldo. Su nombre era Delia Dora Fernández y estaba acompañada de Lita de Lazzari, su inseparable amiga. Según cuenta Lita, ellas hicieron la denuncia correspondiente pero acota: “nosotras no tuvimos nada que ver con la muerte de ese callejero, la policía hizo lo que tenia que hacer, para eso esta. ”. Y cuenta que luego de aquel incidente, fueron a tomar el té a la casa de Delia y que su nieta puso la película del Che Guevara. Parece ser que a Delia Dora le agarro un infarto y no pudieron hacer nada para salvar su vida. Lita de Lazzari se encuentra muy acongojada y saca un pañuelo de su mano derecha para secar sus lágrimas, en recuerdo de su gran amiga. Lita la recuerda con una sonrisa y dice “Delia quería un país mejor, sin negros, con más mano dura. Fantaseaba con poner bombas en los tachos de basuras para exterminar a los cartoneros”. Pero el corazón no le resistió…una pena.
El conocido sepulturero y su compañero obituarista, Pepe, han sido aplastados por kilos de tierra que por error fueron depositados en el lugar equivocado del cementerio. Gracias a Dios, tanto Pepe como el sepulturero estaban durmiendo en el momento del accidente. Hoy saldrán en los avisos fúnebres de la nación, no se sabe aun quien leerá sus nombres allí.
La acelerada ama de casa Elisa Rufino, extremadamente preocupada por llegar a hacer la cena en el horario establecido, para su marido y sus dos hijos varones, tropezó con el changuito lleno en medio de la Av. Cabildo y fue atropellada por un colectivo de la línea sesenta. Lamentamos que no haya llegado a tiempo para cocinarle a su familia. Generalmente a la gente que vive tan apurada dentro de sus propias limitaciones y estructuras, termina pasándoles la vida por encima.
Y dicen las malas lenguas que quien era intimo amigo de todos, un tal Fernando, se murió también. Yo no creo en la prensa amarillista, creo en lo que perdura en el aire y en lo que late en el interior. Si no somos más que un paréntesis de existencia, entre tanta eternidad que nos contiene de lado a lado.
¡Já que se va a morir ese puto con lo terco que era! Bah…chusmerio barato.

N. P. S

17/06/10