25 de julio de 2009

Con la voz, con la pluma y con el Alma

Nuevos viejos compañeros

Un espíritu inquieto y una beta artística intrínseca me llevo a abrir nuevas puertas este año. Programa cultural en barrios del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Hace años venia dando vuelta en mi cabeza esta idea que por fin, logre animarme a probar. Centro cultural Lino Spilimbergo y muchas Almas nobles y sabias en un encuentro casi karmatico. Siempre todo ocurre, cuando tiene que ocurrir. La natural y mágica sincronía.
Cuando mis viejos amigos tambalean, o la vida se encarga de ausentar a otros, los nuevos tejen la red.
Canto comunitario, la voz de un pueblo en movimiento, me dijo Miguel una vez. Al unísono fusionamos nuestras penas y nuestras alegrías, desde los pulmones, hacia el mundo. Taller literario, un conjunto de literatos anónimos que plasman su interior a través de la pluma, compartiendo experiencias y encuentros (Y desencuentros, también). La voz, la escritura, trasladar lo interno en lo externo, y absorber lo externo para elaborar lo interno, un movimiento similar que evoca lo mismo y confluye en la universalidad que siempre nos salva: El Arte.
Nuevos amigos, antiguos compañeros, penas compartidas, alegrías conjuntas y miradas que comprenden.
Brechas generacionales, sexos, religiones, profesiones, estilos, formas, personas y personajes. Vegetarianos, carnivoros, argentinos y extranjeros. Distintas voces, distintos estilos de escritura, todos seres humanos.
Esta es una experiencia que a uno le enseña a aceptar, a conocer realmente al otro y a respetar lo ajeno aunque sea completamente diferente a lo que somos. Y por otro lado, te muestra una diversidad y un abanico de seres tan amplio, que uno siente descubrir otros mundos que aun, desconocemos. Una retroalimentación constante atravesada por el Arte que es lo que al fin y al cabo, nos une en estos espacios.
Es una experiencia hermosa la que estoy viviendo este año a través del Arte y de la posibilidad de ser, en grupo.
Muchos lazos se han entretejido. Desde compañeros hasta amigos, desde confidentes a pares. Y lo que más me resuena, en el buen sentido, es que este nuevo linaje de amigos tienen casi todos entre 40 y 80 pico de años. Y muy al contrario de lo que muchos piensan, me siento realmente muy cómoda y en sintonía con gente mayor que yo.
Adoro a las señoras mayores, con canas y bastones que poseen una chispa de juventud en la mirada que ya han perdido muchos de mi edad. Sus canas y arrugas implican para mi, sabiduría. Sus bastones me enseñan, que aunque les cueste caminar, son tenaces y valientes y ahí están, escribiendo, cantando y compartiendo con una amabilidad y nobleza maravillosa la vida. Elizabeth y sus brillantes ochenta años, siempre con su frescura intacta nos magnetiza con sus relatos y nos desarma con su dulzura. Canta, aunque le raspe la garganta, escribe aunque no entiende su propia letra y sube hasta el primer piso de taller literario acompañada de su bastón. Comparte y escucha, eternizando así su esencia y enseñanza. Ingeniera agrónoma a los veintiún años, madre, abuela, visabuela, un ejemplo de buena voluntad y de que siempre, se puede. Elsa, con sus setenta y cinco años, un personaje maravilloso. Ella no se parece a mamá Cora, más bien Gasalla le robo el papel. Una mujer que vale la pena conocer y escuchar, para reirse hasta que te duela la panza y sobre todo, para aprender si logras escuchar y ver, más allá. Clara y acida, con una alegría melancolica que dan ganas de abrazar. Maria Teresa, compañera de ambos talleres, una señora también mayor con mucha fuerza interna. Ellas aun toman el teléfono para agradecerte o preguntarte la dirección de un encuentro, no tienen mensajito de texto, ni mail y eso las hace aun, mas adorables y humanas.
Luis con sus sesenta y cuatro al trote, sus bellisimas palabras que sangran y acarician en las madrugadas o en las noches del pasaje Chajari. De una amabilidad y cortesía digna de un caballero como creo, quedan pocos. Ana y Silvia, dos mujeres luchadoras, sensibles y concientes. De esas personas que apenas las conoces empezas a querer, porque hubo algo invisible que vibro en nosotras a la par y una energía armoniosa creo puentes y flores. Roberto un filosofo silencioso, que como yo, habla escribiendo y calla observando. Trotamundos y buscador, es un espejo de mi interior. Eugenio, el profe, quien es parte del grupo sin pedestales ni soberbias. Quien es uno más entre nosotros, quien enseña y aprende, quien lee y escucha. De una sensibilidad, a veces oculta, lo delata un buen corazón.
Y otros compañeros que acompañan nuestra marcha y con los que aun me siento más “distante” para poder escribir sobre sus personas, son también parte del todo. Intelectuales literatos, o simples mortales intentando eternizar nuestro interior en hojas rebalsadas de tinta y sentimientos, alejando la muerte. Compañeros de plumas, con quien puedo compartir lo que ame toda mi vida, la escritura. Aprendo mucho de ustedes, aunque a veces piensen que soy una nena como dicen, que me aburro o que no me interesa lo que opinan o leen. Todo lo contrario, todos y cada uno de ustedes son un ejemplo para mi, en todo sentido. Me aportan muchisimo de lo que a veces busco y no encuentro. Incluso, empatizo más con sus ideas que con las de muchísima gente de mi edad con la que he tenido largos debates por que el celular reemplaza el abrazo y la mirada, y a mi eso me duele y me indigna, cuando para otros es normal. O por que muchos de mi generación, compraron el discurso capitalista y están inmersos en un sistema innecesario y ridículo, pero al cual sin embargo, siguen eligiendo pertenecer. Por eso elijo tal vez, pasar un viernes a la noche con todos ustedes y me entusiasma mas, que salir con gente de mi edad con la cual a veces me siento desintonizada.
Eso, solo una síntesis de este taller literario y también culinario (¡Ya sabrán solo para entendidos!).
Y por otro lado, canto comunitario el cual también comparto con Ana Maria, Elizabeth y Maria Teresa, esperando que Silvia se anime a sumar su bella voz y sobre todo, su interior que es lo que más se escucha. En este grupo conocí muchisimas personas, algunas perduran, otras se han ido, pero todas quedan. Una sensibilidad especial se respira en el aire de aquella aula de planta baja, con piano incluido. Tengo el agrado de compartir este espacio con antiguas compañeras de vida, Sari y Pauli lo cual es gratificante para mí. Y he conocido grandes personas. Pau, una artesana con un corazón tejido con la tela de la alegría y los hilos de la tristeza. Cuarenta y tres años que parecen veinte, una compañera guerrera de la luz con la cual no paramos de unir puentes, lazos y “coincidencias” que no son tales, porque ambas creemos en la causalidad. Nos separan cuadras y nos unen puentes invisibles, un placer haberla conocido y brindo con un rico mate por que esta amistad siga creciendo. Canto comunitario, es realmente una comunidad. Las parejas que cantan a la par, los chistes internos, los códigos, los miércoles vocales, el mate, la inocencia de Clarita, los cumpleaños, los mandatos de Susana, la sensibilidad de algunos, la voz de todos. La comunión del canto de nuestros sentimientos más profundos. Y al frente, o mejor dicho sentado a nuestra par, él. Miguel, el profe o el Maestro, como le dicen algunas señoras. Aun no pisa las seis decadas y posee un espíritu jovial y divertido, compañero y luchador. ¿Cómo describir a Miguel Angel en pocos renglones? Es inabarcable. Una sonrisa luminosa, una paciencia de cristal y un profesor realmente de vocación. El que dice “che…” antes de hablar, el que nos enseña y con el cual nos divertimos siempre, el que nos escucha cantar y ser, un hombre sabio desde su mirada hasta las notas musicales que vibran en su Alma. Noble y sensible, creo yo un hippie de canas de colores. Con el cual también hemos tenido tantas coincidencias como extrañas o místicas igualdades, que son de aquellas personas que siento, tenia que cruzarme en mi camino por mulitples razones que valen la pena.
Y lo mas lindo es que como todos somos del barrio, pocas cuadras o minutos nos separan físicamente unos de otros. Por eso, y por otras razones, es más fácil levantar el teléfono y decir: ¿Tomamos unos mates? Eso es bello.
Gracias por el respeto, gracias por la atención, por la compañía, por la fuerza cuando más la necesite este año y gracias sobre todo por dejarme compartir sus mundos y ser parte del mío, de alguna u otra manera.


Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que están misteriosamente reservados ¡Cuantas veces en la vida me ha sorprendido como, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como si viéramos pertenecido a una misma organizaron secreta, o a los capítulos de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordearon los aledaños de nuestro destino.
(Ernesto Sabato, La resistencia)


N.P.S
25/07/09

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