27 de noviembre de 2010

¿Tantos?


¿Cómo se cierra el mundo?

¿Cuántas más vueltas inconclusas puede pegar la vida hasta retorcerte las vértebras?

¿Dónde va todo eso que uno entrega y el otro no recibe?

¿Qué grado de estupidez puede sufrir el Ser Humano cuando esta enamorado?

¿Qué se hace con “todo eso” que queda atorado ahí, entre el corazón y el cuello?

¿En que plano se cumplen los sueños que soñaste con alguien que nunca existió?

¿Podrá la garganta estallar en mil pedazos reproduciendo alguna sinfonía de Bach?

¿Huirán las palabras por los ojos?

¿Los sonidos por la piel?

¿Cómo se ama tanto a pesar de todo?

¿Hasta donde es necesario aguantar? ¿Es necesario?

¿Cuál es la dirección del correo donde uno va a buscar un corazón nuevo?

¿Qué no existe? ¡Vamos, tiene que existir y con varias sucursales!

¿Cómo es que pudimos llegar a esto?

¡¿Cómo?!

En el amor también se debería pagar a contra reembolso.

Pero las cosas son así: de ninguna manera.

Algunas situaciones no tienen retorno; hay lugares de los cuales no se vuelve por más que uno quiera. Hay cerraduras que se cierran de por vida. Te aseguro que las hay.

Y ahí, mientras Dios juega a las escondidas con las llaves, el diablo mete la cola entre las puertas.

No falla.

Miles de puertas, que al abrirse señalan múltiples caminos.

Tantos candados como ventanas, no puedo elegir; no se hacerlo.

¿Cuál es el punto final? ¿Dónde encuentro el botón que dice OFF?

El último apaga la luz, dice un niño.

¿Y si ese último era el portador de la última luz?

Silencio.

Después de todo, nos quedan tantas oportunidades como vidas.

Tantos sueños, como esperanzas rotas.

Tanta luz, como oscuridad.

Tantos desenlaces trágicos, como finales felices.

O no.

¡Oh…no!

N.P.S

26/11/10

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