Cuando uno no hace, ni dice, es.
El lenguaje castra y a su vez esta castrado.
Es desde esa falta, que siempre hay un resto que no tiene
inscripción.
Un “algo” que permanece latente, que no tiene palabra y por
eso parece a veces
que no existe, porque no se puede escribir o decir
¿Dónde esta entonces?
La gramática falla como institución.
Falla el lenguaje, esta limitado, carece, es deficiente.
Nombra aquello que uno hace o que dice, o nos dice y nos
hace.
El lenguaje habla a través de nosotros, nos utiliza como su
medio
haciéndonos creer, hábilmente, que nosotros lo utilizamos a
él.
El lenguaje esta vivo, se mueve, nos transforma, se
transforma…
pero escatima, siempre esta en falta.
En cambio cuando uno es, hay silencio, hay hechos, acontece
“otra cosa”.
Esa “otra cosa” es ese “algo” de lo que la lengua carece.
Esa bendita falta, es la que habito
o me habita
cuando beso en silencio
cuando rezo o agradezco sin palabras
cuando miro a los ojos, cuando acaricio,
cuando hago el amor, cuando suspiro,
cuando llore en medio de la noche.
Ahí donde las palabras no tienen espacio, porque el silencio
lo habita todo
es donde se es, por fuera de toda ley y juicio.
Cuando se hace o se dice, no se es.
Se es lo que se es, no lo que uno dice que uno es
O lo que el lenguaje dice de nosotros, esas simples letras
agrupadas
nombrándonos.
¡Que absurdo!
La falta esta repleta de significados.
N.P.S
16/06/2014
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