3 de junio de 2014

La vida es otra cosa



Que compleja es la raza humana, la condición humana, este lujo singular que poseemos del raciocinio, beneficiario de dos caras ambiguas.
La capacidad de pensar puede construir nuestro paraíso y también, nuestro infierno.
Es que por medio del pensamiento el ser humano se enrosca y se complica la vida, cada día, todos los días, hasta que algún día ese tiempo se acaba, se apaga, se termina.

Chau, ya no hay más mente ¡no te podes enroscar más flaquito!

El punto es que parece que nos cuesta TANTO vivir el presente, soltar el pasado, dejar fluir el futuro.
Estar PRESENTE en el presente, es algo tan poco usual.
Algunos nos pasamos la vida probando técnicas, vivenciando experiencias de todo tipo color y forma, profundizando en la mente y complejizando la existencia hasta un punto ridículo, absurdamente humano. Y además, adulto, agregaría ¿Con que sentido? Me pregunto a veces, le pregunto a él, le pregunto a Dios.
Fíjense los niños; ellos tienen otra pureza, otra espontaneidad, son poseedores de magia, viven siempre en el presente. No tienen ruido mental, la orquesta desafinada y frenética que los adultos solemos tener sonando dentro de la cabeza, a veces como un disco rayado que rumiamos en ese espacio que llamamos “mente” pero no sabemos bien donde esta, ni como es, ni como detenerla…

Y así caemos en "maia o maya" según el hinduismo la ilusión en la que estamos envueltos,  sumergidos, el mundo de las apareciencias, del engaño, maya como la fuente del mundo visible. Es ese velo por el cual observamos el mundo.
Quienes conocemos, no por teoría sino por experiencias concientes y vivénciales, por nuestra historia y búsqueda interior esta condición del universo y “la realidad” igualmente seguimos cayendo en sus redes, somos una vez más arrastrados a las oscuras profundidades de la mente, del sin sentido y del existencialismo extremo.
El ser humano permanece, prácticamente toda su vida, dominado por su propia mente (que es parte de uno mismo, claro, no es algo ajeno) y emprende una búsqueda desde diferentes aspectos para lograr desprenderse de tal condición.
Hay tantas herramientas, religiones, filosofías y formas como personas en este planeta, para ir logrando mediante la práctica cotidiana e interna, controlar la mente sin que ella nos controle a nosotros.

Es que no es un tema menor, porque cuando somos capturados por las cargas mentales, lo que queda sepultado y vedado no es nada menos que nuestra verdadera esencia; lo que somos más allá de lo que vemos. Lo divino, lo que realmente late y trasciende; la energía vital, cada uno podrá llamarlo como desee.
La puja entre el ego y el ser, es la batalla más primitiva y fundamental de la historia de la humanidad, porque siempre la lucha es contra uno mismo; los demás y el mundo no son más que un reflejo de nuestro interior. Olvidar cual es nuestra esencia, nuestro origen, dejar de preguntarnos quienes somos y que hacemos en este universo tan basto y complejo, es desconocer nuestra verdadera identidad, es abandonarnos a la desidia del destino, eso no es honrar la vida, no es vivir, es simplemente existir.

No somos solamente lo que vemos, se sabe. La vida no es el trabajo, la rutina, los conflictos, las velocidad con la que vivimos, el amor liquido, lo fugaz, el cronometro, el mundo virtual que esta instalado en nuestras venas como un chip más!
La vida no es lo que creemos que es, lo que nos hicieron creer que era.
Es otra cosa.
Es esto, ahora, acá.
Es tu corazón latiendo AHORA ¿Lo escuchaste?
Es una, es única, es para aprovechar.
Acceder a ese conocimiento es un privilegio, si lo es, que tiene costos altos (altísimos a veces, lo sé por experiencia).
Aun así lo elijo, me nace, porque se vive con otra conciencia y esa misma conciencia es muchas veces la que nos enrosca, nos llena los ojos de preguntas, la cabeza de cuestionamientos y  así nos la pasamos buscando respuestas ante algo que no lo tiene, entramos en un circulo vicioso que parece no tener fin
¿Porque todo tiene que tener una respuesta?
Y lo pregunta, ja…y si, soy humana.

Cultivar el asombro y la inocencia, eso que tan bien saben enseñarnos los niños, es algo precioso que todo adulto debería luchar por recuperar y sostener a lo largo de su vida en este plano.
Y también es una elección... mirar para el costado, hacer oídos sordos, callar, olvidar.
Pero llega un momento, un día, una noche, en que la vida te pega el cachetazo, en que suenan todas las alarmas, en que se murió el que pensaste que era inmortal, en que el le al lado esta vez sos vos, en que el tiempo paso y cuando te miras al espejo no sos el mismo, en que te enteraste que vas a ser mamá o papá, o simplemente algo profundo, cambio para siempre.
Ese día llega, a todos nos llega de varias formas, el mensaje.
Algunos podrán o tendrán la capacidad de escucharlo más que otros.
De comprenderlo, de integrarlo, de comenzar realmente a pararse de otra forma frente al mundo, a la forma de pensarlo y vivirlo.
Caminarlo.

En el fondo de mi ser, estoy convencida de que todos tenemos las mismas capacidades, de que no hay nadie mejor que nadie, de que todos somos maestros y discípulos porque todos estamos aprendiendo…sino, no estaríamos atravesando esta experiencia humana.
Recordar esto, ante cada adversidad y también ante cada alegría es salvador.
Es correr el velo y enfrentarse cara a cara con una verdad que todos hemos vislumbrado, tocado o sentido en algún momento fugaz de nuestra vida.

A desempolvar las cabezas, a sacudir los corazones.
A despertar, a despertar, para realmente…vivir!


“Existir es un hecho,
vivir es un arte”
Sri Sri Ravi Shankar


N.P.S

28/05/2014

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