Que compleja es la raza humana, la condición
humana, este lujo singular que poseemos del raciocinio, beneficiario de dos
caras ambiguas.
La capacidad de pensar puede construir nuestro
paraíso y también, nuestro infierno.
Es que por medio del pensamiento el ser humano
se enrosca y se complica la vida, cada día, todos los días, hasta que algún día
ese tiempo se acaba, se apaga, se termina.
Chau, ya no hay más mente ¡no te podes enroscar más flaquito!
El punto es que parece que nos cuesta TANTO
vivir el presente, soltar el pasado, dejar fluir el futuro.
Estar PRESENTE en el presente, es algo tan poco
usual.
Algunos nos pasamos la vida probando técnicas,
vivenciando experiencias de todo tipo color y forma, profundizando en la mente
y complejizando la existencia hasta un punto ridículo, absurdamente humano. Y
además, adulto, agregaría ¿Con que sentido? Me pregunto a veces, le pregunto a
él, le pregunto a Dios.
Fíjense los niños; ellos tienen otra pureza,
otra espontaneidad, son poseedores de magia, viven siempre en el presente. No
tienen ruido mental, la orquesta desafinada y frenética que los adultos solemos
tener sonando dentro de la cabeza, a veces como un disco rayado que rumiamos en
ese espacio que llamamos “mente” pero no sabemos bien donde esta, ni como es,
ni como detenerla…
Y así caemos en "maia o maya" según el hinduismo la ilusión en la que
estamos envueltos, sumergidos, el mundo
de las apareciencias, del engaño, maya como la fuente del mundo visible. Es ese
velo por el cual observamos el mundo.
Quienes conocemos, no por teoría sino por
experiencias concientes y vivénciales, por nuestra historia y búsqueda interior
esta condición del universo y “la
realidad” igualmente seguimos cayendo en sus redes, somos una vez más
arrastrados a las oscuras profundidades de la mente, del sin sentido y del
existencialismo extremo.
El ser humano permanece, prácticamente toda su
vida, dominado por su propia mente (que
es parte de uno mismo, claro, no es algo ajeno) y emprende una búsqueda
desde diferentes aspectos para lograr desprenderse de tal condición.
Hay tantas herramientas, religiones, filosofías y formas como personas en este planeta, para ir logrando mediante la práctica cotidiana e interna, controlar la mente sin que ella nos controle a nosotros.
Hay tantas herramientas, religiones, filosofías y formas como personas en este planeta, para ir logrando mediante la práctica cotidiana e interna, controlar la mente sin que ella nos controle a nosotros.
Es que no es un tema menor, porque cuando somos
capturados por las cargas mentales, lo que queda sepultado y vedado no es nada
menos que nuestra verdadera esencia; lo que somos más allá de lo que vemos. Lo
divino, lo que realmente late y trasciende; la energía vital, cada uno podrá
llamarlo como desee.
La puja entre el ego y el ser, es la batalla
más primitiva y fundamental de la historia de la humanidad, porque siempre la
lucha es contra uno mismo; los demás y el mundo no son más que un reflejo de
nuestro interior. Olvidar cual es nuestra esencia, nuestro origen, dejar de
preguntarnos quienes somos y que hacemos en este universo tan basto y complejo,
es desconocer nuestra verdadera identidad, es abandonarnos a la desidia del
destino, eso no es honrar la vida, no es vivir, es simplemente existir.
No somos solamente lo que vemos, se sabe. La vida no es el trabajo, la rutina, los conflictos, las velocidad con la que vivimos, el amor liquido, lo fugaz, el cronometro, el mundo virtual que esta instalado en nuestras venas como un chip más!
La vida no es lo que creemos que es, lo que nos
hicieron creer que era.
Es otra cosa.
Es esto, ahora, acá.
Es tu corazón latiendo AHORA ¿Lo escuchaste?
Es una, es única, es para aprovechar.
Acceder a ese conocimiento es un privilegio, si
lo es, que tiene costos altos (altísimos
a veces, lo sé por experiencia).
Aun así lo elijo, me nace, porque se vive con
otra conciencia y esa misma conciencia es muchas veces la que nos enrosca, nos
llena los ojos de preguntas, la cabeza de cuestionamientos y así nos la pasamos buscando respuestas ante
algo que no lo tiene, entramos en un circulo vicioso que parece no tener fin
¿Porque todo tiene que tener una respuesta?
Y lo pregunta, ja…y si, soy humana.
Y lo pregunta, ja…y si, soy humana.
Cultivar el asombro y la inocencia, eso que tan
bien saben enseñarnos los niños, es algo precioso que todo adulto debería
luchar por recuperar y sostener a lo largo de su vida en este plano.
Y también es una elección... mirar para el
costado, hacer oídos sordos, callar, olvidar.
Pero llega un momento, un día, una noche, en
que la vida te pega el cachetazo, en que suenan todas las alarmas, en que se murió
el que pensaste que era inmortal, en que el le al lado esta vez sos vos, en que
el tiempo paso y cuando te miras al espejo no sos el mismo, en que te enteraste
que vas a ser mamá o papá, o simplemente algo profundo, cambio para siempre.
Ese día llega, a todos nos llega de varias
formas, el mensaje.
Algunos podrán o tendrán la capacidad de
escucharlo más que otros.
De comprenderlo, de integrarlo, de comenzar
realmente a pararse de otra forma frente al mundo, a la forma de pensarlo y
vivirlo.
Caminarlo.
En el fondo de mi ser, estoy convencida de que
todos tenemos las mismas capacidades, de que no hay nadie mejor que nadie, de
que todos somos maestros y discípulos porque todos estamos aprendiendo…sino, no
estaríamos atravesando esta experiencia humana.
Recordar esto, ante cada adversidad y también
ante cada alegría es salvador.
Es correr el velo y enfrentarse cara a cara con
una verdad que todos hemos vislumbrado, tocado o sentido en algún momento fugaz
de nuestra vida.
A desempolvar las cabezas, a sacudir los
corazones.
A despertar, a despertar, para realmente…vivir!
“Existir es un hecho,
vivir es un arte”
Sri Sri Ravi Shankar
Sri Sri Ravi Shankar
N.P.S
28/05/2014
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