25 de octubre de 2009

Asisto

Asisto en silencio al eco de lo invisible. Me resbalo por las teclas de un piano luminoso y veloz. Me sumerjo en sus más finos acordes y palpo desde allí, todo el universo vibrando al unísono. No somos nada, dicen, y sin embargo somos todo lo que conocemos. Eso ya es demasiado, es decir, prácticamente una inabarcable y existencial nostalgia. Siempre necesaria y bienvenida.
N.P.S
23/10/09

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