13 de enero de 2010

La princesa y el sapo


la verdadera historia detrás del beso mágico más famoso del mundo.


Hoy he recibido el bello regalo de pasar una tarde con una pequeña de seis años que el destino ha puesto en mi camino hace ya, varios años. Omara, su disfraz y un haz de luz, su esencia. La princesa y el sapo, la nueva película de Walt Disney fue el escenario donde todo sucedió. Fue la musa y esa fracción de la realidad que dispara mis venas literarias. Son mágicos esos momentos donde uno se permite ser niño y se reencuentra con la más pura inocencia. Si, lo confieso, he llorado la última media hora de película y fue una bendición poder entregarme a la Magia y conmoverme con las propias certezas, hechas dibujo animado.
De niña recuerdo muchos clásicos que todos los de mi generación podrán recordar nostálgicos. La cruel muerte de Simba, Ariel y Ursula, la dama y el vagabundo, la bella y la bestia y muchos compañeros de infancia más. Y ahora “ya adulta” por ser niñera he visto casi todas las ultimas películas que Disney a lanzado al mundo para los más pequeños. Pero, no debemos olvidar que estas mismas sagas están hechas por adultos y que además, siempre un niño esta acompañado de un adulto también ya sea en una casa o en el cine. Y creo que no hace falta redundan o ser más explicita en este punto. Empezare a describir una especie de crítica con una dosis de catarsis, también.

La princesa y el paso tiene un mensaje tan concreto y especial, que no pude contener las lagrimas a pesar de estar pisando ya, los veinticinco años. Y no fueron apenas lagrimitas, sino lagrimas, como cataratas de luz y lluvia de colores. Lagrimas desde el corazón cuando algo te emociona, cuando empatizas, cuando te desarmas de ternura y volves a rearmarte de felicidad. De esas que te hacen temblar la pera y apretar los labios.
Una película donde varios temas existenciales están tratados con una delicadeza y un mensaje sutil increíble. El amor verdadero, el dinero, la muerte, el destino, la Magia, los milagros, la vida misma que nos atraviesa a todos tengamos dos, ocho o cincuenta años. Pero claro que a un adulto joven, como es mi caso, que mira con dos ojos cargados de historia, pasado, de amor y desencanto, de luz y de sombras el mensaje cala con otra profundidad.
Me resulto maravilloso como están presentadas las dualidades luz/oscuridad, bondad/maldad, ya no con el típico cliche de la bruja y la princesa, sino desde otro enfoque mucho más realista. La temática del dinero y las necesidades también es impecable. Uno de los mensajes en los cuales más se hace hincapié, oponiéndolo al dinero sin felicidad, es a lo que verdaderamente importa siempre: el Amor. Eso es lo que el padre de la protagonista le enseña de pequeña y ese es el mensaje con el que ella vive a diario. El hilo conductor, muy bien materializado para los niños, habla de los deseos, de creer, de luchar, de tener esperanza y de que finalmente, más allá de todo eso, depende de nosotros y de nuestro empeño en lograrlo. Ya no es la lámpara de aladino, no es la varita mágica, no es la carroza y la Magia sin sentido. Ahora vale el esfuerzo propio y la noción de lo comunitario que se hace presente en un hermoso ejemplo que da el padre de la protagonista cuando cocina para todo el pueblo.
Aunque claro, mantiene ciertos estereotipos que no dejan de caer en un lugar común, maneja otro tipo de vínculos y representaciones más actuales y realistas, que otras películas de Walt Disney que se quedaron ancladas en la Magia de cartón. Otro punto importante es como plantea la amistad y el dar la vida, incluso, por una causa justa.
Tal vez desde mi subjetividad lo este exagerando, porque los mensajes son muy sutiles y están entremezclados con episodios graciosos o bizarros que hacen reír a los niños, minorizando ciertas situaciones.
La muerte esta representada de una manera tan espiritual que fue en ese instante, donde no pude contener un llanto atorado en mi garganta. Es simplemente mágica esa imagen, no le cabe otro adjetivo. Véanla con sus propios ojos.

Una película que rescata valores, que lamentablemente, se están perdiendo en nuestra sociedad o al menos no son los más “masivos”, ni lo que se fomentan en los grandes éxitos. Sinceramente la recomiendo en todos los sentidos y sobre todo para que los niños desde pequeños comprendan que hay que creer para ver, que hay que tener esperanza y que hay que desear con todo el corazón, para que nuestros sueños se hagan realidad. Para que vaya latiendo en su interior la sensación de que lo imposible solo tarda un poco más y de que siempre vale la pena luchar por nuestras certezas y ser fieles a nuestro fluir interior, sin que los demás interfieran en nuestro camino.
La música no esta compuesta con los típicos musicales que abundan y aburren. Es exacta para cada momento y esta a cargo de Randy Newman compositor ganador del Oscar. Incluye jazz, blues y gospel. El resultado es sorprendente.
El papel del villano esta en manos del Brujo budu llamado Sombras; una representación muy noble de la oscuridad y la ambición humana. Usa la ayuda de sus amigos “del otro lado” para sustentar sus malvados encantamientos y termina pagando una deuda fatal sin retorno. “Yo tengo influencia en el más allá” entona en una simpática canción con un escenario psicodélico y chamanico de fondo, cargado de cartas de tarot, simbología esotérica y mascaras.
Su contraparte, Mamma Odie, una anciana de 197 años, de piel negra, ropas blancas, no vidente, que vive en un barco dado vuelta en un árbol gigante en las profundidades más oscuras del pantano. La acompaña su mascota Juju, una simpática serpiente que además cumple el rol de lazarillo. Deja en claro que creer y necesitar, no son la misma cosa y canta al compas de una música movediza: “no importa como luces, no importa tu disfraz, ni los anillos en tus dedillos ¡que más das! no importa ni tu origen, no importa incluso que serás (…) todo cabe aquí. Todos saben lo que quieren, lo que quieren que les de y cantando encantare ¡Es tu deber trabajar duro y te encontraras!” tararea el lema central de la pegadiza canción acompañada de una maravillosa coreografía medio mística.
La historia de las luciérnagas, lideradas por el sensible Ray de gracioso acento sureño, carga con una emoción y un mensaje etereo y enternecedor. Su admirable devoción por su inalcanzable pero verdadero amor afianza la película. Este pequeñin compra el corazón de todo ser y es imprescindible en la historia. Todas las escenas de las luciérnagas, incluso su lucha contra las “sombras” son impecables. Otro compañero que acompaña el largo viaje es Louis (por Louis Armstrong) un lagarto un tanto torpe, solidario y fanático del jazz. Su sueño es ser humano, por razones muy bien justificadas, pero finalmente comprende que tiene que ser quien es y desde ese lugar, cumple su sueño de la mano de sus amigos, a quienes él ayudo a su vez a cumplir los suyos.
Me parece importante destacar este círculo comunitario que se produce entre los personajes, como todo se conjura y confluye para que todos puedan hacer realidad sus más puros deseos. Continuamente ellos nos invitan, dentro de su sueño, a aceptar la fantasía. A diferencia de otras películas infantiles donde la trama es lineal y obvia, donde no faltan las justificaciones absurdas, aquí se profundizan cuestiones esenciales que han logrado captar mi atención, haciendo que la aventura valga la pena.
Esta vez la princesa no es la clásica rubia de ojos celestes (estereotipo Barbie) dejando entrever que los sueños no tienen color, raza, ni religión. Que todos naufragamos en el mismo mar y podemos soñar y realizar esos sueños sin diferencias. Si existe una coprotagonista, que es una princesa rubia consentida, exigente y soberbia que finalmente se emociona hasta las lagrimas por el verdadero amor y toma una actitud muy positiva y noble al respecto. Ese quiebre, es muy interesante, en varios aspectos. Lo que intenta demostrar es clarísimo.

Una historia honesta y profunda, con luces y sombras, vida y muerte pero sobre todo con un mensaje de luz que encandila y despierta, indefectiblemente.
En su navegación por el pantano de Luisiana, los protagonistas decoran el paisaje con una bellísima canción donde Tiana afirma, entre otras cosas: “Daré yo lo mejor hasta brillar como el sol”, “Si das lo mejor cada vez, lo bueno se pondrá a tus pies” y “Lo que das es lo que haz de ser.” Mucha enseñanza en frases tan simples, donde no puedo dejar de escuchar un trasfondo místico. Porque si hablan de causalidad, destino e incluso hasta de cuestiones de la física quántica, realizas de una manera más racional, si se quiere, para que los niños pueda comprenderlas desde otra óptica.
Como critica, desde mi posición femenina sobre todo, podría explayarme profundamente sobre la cuestión princesa/príncipe y todos los traumas que eso ha provocado en nuestros frágiles corazones. Así nos pasamos años esperando al príncipe que se destiñe antes del cuento, a la carroza que se predio y al hada madrina que nunca llego. Y sin embargo, algunas niñas como yo, siguen teniendo la certeza de que el amor verdadero e incondicional es real y que es él quien le da un sentido tan profundo y conciente a nuestra existencia. A lo mejor algún día la carroza por fin llegue y el príncipe no sea azul para el resto, pero si para quien lo ve con los ojos del Alma.
Al fin y al cabo la utopía sirve para eso, para caminar.


…y fueron felices para siempre.



N.P.S
13-01-10

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