7 de febrero de 2011

Del Valle, Tafi


Son como las seis de la tarde, calculo, porque acá no tengo celular, ni relojes cerca, pero por la posición del sol intento guiarme. Estoy sentada en pleno Valle Calchaquí, tomando mate sola. ¡Que digo sola! Toda una historia me acompaña y Mercedes canta bajito. Cuando llegue acá, a Tucumán y vi el simpático cartel que decía “Al jardín de la Republica” me conmoví. Recordé la hermosa zamba que Migue nos enseño a tocar y cantar, fue como llegar a un lugar que ya quería sin conocer.

Escucho la dulce tonada de los lugareños, su piel curtida por el sol y su humildad; y comprendo una vez más que la vida es más simple y más inmensa.

Por momentos extraño ciertas comodidades, pero son innecesarias. Todo es una cuestión de paciencia y voluntad. Para tomar estos ansiados mates espere más de una hora con un jarrito sobre las brazas. Uno se pone ansioso, claro que si, pero después me dio risa y comente esto de lo inmediato, de lo mal acostumbrados que estamos a depender de la tecnología, sin casi saber como sobrevivir entre fuego, tierra, aire y agua.

Ahora me siento a disfrutar, escuchar zambas y chacareras ACA tiene una energía particular. Pienso que todo se dio de una manera sincrónica y justa. No podría haber hecho este viaje en otra etapa de mi vida, este era el momento y el lugar, aunque me haya dolido tanto esa despedida sin aviso y la desilusión de un viaje que no pudo ser entonces. Pero ahora, estoy acá, con casi 26 años otra luz y otros fantasmas. Estoy acá hace apenas dos días y casi me siento raíz en medio de tanta Pacha querida. Y claro que me acuerdo de ella en cada paso, vibra conmigo desde donde sea que este, pero sobre todo desde el centro de mi Alma; donde habita para siempre.

Tincho duerme la siesta y yo siempre tan despierta. Ni la altura, ni el cansancio, ni la distancia pueden dormir mi espíritu anhelante y buscador. Nací para caminar la tierra y hoy re-conozco parte de mis propias raíces.

N.P.S

16/01/11

Tafi del Valle, Túcuman



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