7 de febrero de 2011

Lo mío, lo nuestro, lo de todos

…necesitaba un poco de lo mío así que puse el soundtrack de diarios de motocicleta, ese son tan familiar, y me senté a escribir frente al cerro de los siete colores, en Purmamarca, provincia de Jujuy. No puedo dejar de pensar en Ernesto, en su lucha, en lo que hizo, intento, logro y fracaso. La revolución, hermana. ¡Mi hermano, como te extraño Santi! Nuestras charlas infinitas sobre el mundo, los ideales, el amor y la muerte. Como quisiera hermano convidarte un mínimo reflejo de este imponente paisaje que me rodea y que precisamente AHORA me esta haciendo llorar sin poder parar, sin entender bien porque estoy tan conmovida. Hoy subí un cerro de un par de metros y apenas llegue, con el corazón en la boca, dije: “Y Ernesto era asmático” y me desplome de cabeza contra la tierra con los ojos hacia el cielo. Esos momentos son mágicamente infinitos.

Y ahora, tan lejos de todo y tan cerca de otras realidades, no se que extraño o que busco. Observo el cerro de los siete colores parece pintando y tallado por el mejor de los artistas y de hecho, lo es. Después la gente se pregunta donde esta Dios o le pide señales ¿Cuántos ojos hacen falta para diluir las dudas, los cuestionamientos, los enredos y dejarse asombrar por los espectáculos que la Pachamama nos entrega? Esa, considero, es la verdadera iluminación. Tomar conciencia de que cada partícula de vida es una partícula de amor de la que somos parte, en La Quiaca o en Ushuaia, siempre.

Dejarse asombrar por el milagro de la existencia, es iluminación.

Retomando, decía, cuanto extraño a Santi. Creo que elegir un buen compañero de viaje es esencial; imprescindible. Tal vez, y es un hecho ya, uno antes de partir tiene ciertos objetivos que luego son dinámicos con el devenir de lo imprevisto. Pero sé que con Santi, no habría estos baches de soledad que me enfrentan con la realidad de frente. O si, pero desde otro lado y contando con su compañía, una soledad acompañada como la que solemos transitar. Nuestras charlas nunca se agotan y son un masaje intelectual y una caricia al corazón, siempre. (vos sabes Bro, de sobra sabes…!) y te lo susurro entre lagrimas, deseando que te llegue en el viento como un copla norteña.

También ahora, entiendo muchas cosas que no terminaba de comprender, si no se viven en carne propia.

Recuerdo a Miguel en cada esquina, las letras del folclore y este mundo tan especial de las costumbres norteñas que me ha enamorado y ahora se han sellado en mi corazón como una huella imborrable.

Estos momentos te enfrentan con todo lo que existió, existe y tal vez existirá. Es una muerte rápida y un renacer lento. Y es doloroso, como toda transmutación, pero es un ladrillo más en esa pared ilusoria que construimos entre la verdad y nosotros.

No se como, ni cuando, ni con quien, pero volveré aquí con otros ojos, con otros amigos, quizá con un compañero fiel …pero con la misma Alma que me habita hace tantos pero tantos siglos igual.

N.P.S

21/01/11

Purmamarca, Jujuy


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