7 de febrero de 2011

Escuchando en el silencio


Un pueblo con dolor.

Cuando lo que late no es solo el corazón.

El pan duro de aquel perro ahorcado por una soga y los ojos rojos del cielo, únicos testigos.

El frío sin reparo, los dientes resquebrajados.

La soga corta, la libertad vespertina.

Las manos de barro, los pies de cielo y un pueblo que tiene hasta el Alma de Adobe.

Pequeños hogares que destilan olor a humildad. Miradas tristes, cabezas gachas y la voz se les convierte en un hilo finito como su esperanza.

Ella siempre decía lo que aquella canción le enseño: Dicen que viajando se fortalece el corazón. Yo mas bien considero, a partir de mi experiencia personal, que el corazón se ablanda, se vuelve poroso al entorno. Uno se convierte en un receptor que absorbe todo. Y cuando digo todo no hablo solo de los 5 sentidos, no hablo de las 24 hrs. de un día, ni del titilar de las estrellas. Digo TODO como un absoluto que parece inabarcable y de hecho tal vez lo sea, pero es tan infinito e intenso que uno siente fusionarse en cada paso y cada sensación. Reaprender a vivir sea donde sea, lidiar con lo que hay, arreglárselas. Reacomodarse, desprendender de lo cotidiano, desapegarse de lo innecesario, VIVIR EN EL PRESENTE, en el ahora, en el tic tac de cada segundo. Ese es uno de los mejores regalos y enseñanzas de este viaje. No importa ayer, no importa mañana, importa donde duermo ahora, que como ahora, si tengo frío ahora.

Los viajes son una enseñanza perfecta de lo que es la vida. Es como un microcosmos de experiencia.

No hace falta escribir cuando el silencio habla.

El silencio de este pueblo resume todo.

N.P.S

30/01/11

Yavi-Jujuy

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