23 de abril de 2009

Eso

Las artes del destino que tejen hilos invisibles que unen almas hermanas que viven la vida a través de la muerte y alejan la muerte a través de la vida.
Las miles de galaxias, la infinitud de planetas, sentirse una hormiga, ser uno más.
La inspiración espontánea, las letras que sangran, los dedos que escriben.
La inmensidad del Cosmos, la grandeza del espacio, el frío y el silencio de la oscuridad eterna y unas alas para llegar bien alto.
Las miradas que se abrazan y se fusionan, las espaldas que se chocan y se desintegran, el mundo dentro de los ojos de algunos mortales y extrañar hasta quebrarte los brazos.
La vibración de un universo infinito que nunca llegaremos a conocer, el sentimiento de unidad con el todo, el todo con uno.
Las mariposas en la panza, los colores del arco iris y el sol iluminando las sonrisas.
Los amigos que se van, los amigos que llegan, los amigos que nunca estuvieron.
Una constelación de despedidas, el olor a humedad, el encierro del corazón, una jaula en la garganta y un Alma que me guía a la distancia.
El brillo en los ojos de los recién nacidos, las largas cabelleras y las camisas viejas.
La sangre oxidada, los encuentros fugaces, la eternidad contenida en una lágrima y la muerte clavándonos sus tacos en la espalda.
El destino siempre es tan perfecto que da pánico.
Los ciclos multicolores, las etapas incoloras, las personas que se destiñen y aquellos que te abrazan fuerte muy fuerte y te hacen vibrar el Alma.
Las manifestaciones de la creación y la muerte, la misma flor.
Las pinturas anacrónicas, las miradas fluo y un paisaje que nunca existió.
Las vueltas de la vida, lo que nunca se espera, lo que siempre se va.
Lo indivisible, lo impalpable para mirar a la vida de frente.
Pararse y mirarla, enfrentarla y hacerle entender que somos nosotros los que movemos las piezas ¡Que tenemos que ser nosotros!
No dar la espalda, no cerrar el puño, no perder la mirada.
Respirar profundo, ponerse de pie y ser.
…después de todo el secreto es mirar hacia arriba.

N.P.S
16-02-09

* La última frase corresponde a Mario Benedetti.

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